Me hago pipí en la cama, ¿y qué?
Sant Joan de Déu destaca que la eneuresis es principalmente un problema fisiológico y anima a los afectados a romper el tabú | El 95% de los casos se debe al sueño profundo, al tamaño de la vejiga o a una inmadurez hormonal
ANA MACPHERSON | Barcelona | 16/10/2010 | Actualizada a las 02:28h | Ciudadanos
Mojar la cama es inevitable para el 16% de los niños y niñas de 5 años, el 11% de los de 7 años, el 2,5% de los de 19 años y el 1% de los adultos. Desde el servicio de pediatría de Sant Joan de Déu se reclama respeto, comprensión y más "salir del armario" para que los pipís nocturnos dejen de ser motivo de sufrimiento.
"Nadie moja la cama voluntariamente", es la primera consigna del pediatra Santiago García- Tornel. El control de los esfínteres es en gran parte voluntario y mientras se duerme no funciona. Sólo las alarmas que envía al cerebro la vejiga urinaria. Y si esta señal falla por un sueño profundo, o porque la vejiga es más pequeña de lo habitual, o más activa, o porque la hormona responsable de que la orina se concentre de noche no funciona aún bien en su organismo, su dueño no se levantará a solucionarlo y despertará mojado. "Esas son las causas en el 95 por ciento de los casos", señala el pediatra, aunque reconoce que el sueño profundo no ha habido forma de medirlo con garantías.
Pero el circuito del niño que moja suele ser más complicado. "Probamos con una psicóloga y los calendarios lunares, hojas donde apuntas si se ha escapado o no. Probamos la medicación y le sentó fatal, se hinchaba. Y también probamos el clásico de levantarlo por las noches varias veces, y qué va", enumera Noemí, madre de un niño de diez años. El medicamento que tomó, la desmopresina, aumenta la concentración de la orina por la noche; ese fenómeno de concentración es algo natural en la mayoría, pero hay personas que por inmadurez o por otros motivos no la concentran y acumulan tanta orina como de día. "Ahora sabemos que tiene la vejiga pequeña y que con el tiempo crecerá y cada vez irá a menos. Y toma unas pastillas". Además, tiene sus trucos. Va de colonias y se coloca el pañal dentro del saco. Nadie le ve. Como también tiene problemas de día y continuamente pide ir al baño –y no siempre le dejan en clase–, cuando juega al fútbol y llega al vestuario acostumbra a quitarse pantalón y calzoncillos juntos y así no hay preguntas. Por si acaso.
Esa ocultación es un drama innecesario, según denuncian los pediatras. "La mayoría no tiene trastornos psicológicos, pero acabará teniéndolos", señala García-Tornel. "Es importante desmitificar, y por eso buscamos adultos que hayan sufrido ese estigma, para convertirse en referentes de los niños", invita el pediatra de Sant Joan de Déu. Para que sepan que es el algo que se puede decir, porque cada día cinco millones de niños europeos menores de 15 años se levantan mojados. "Y muchos temen dormirse y se pasan horas en alerta para que no se escape".
"Durante muchos años fue desesperante, porque ahora hay dodotis más eficaces, pero en mis tiempos todo se lavaba a mano", cuenta Pepe Carretero, pintor manchego de 48 años que mojaba la cama durante su adolescencia y ha decidido dar la cara para acabar con este doloroso tabú. "La madrugada era un suplicio, intentaba mantenerme despierto porque mi madre se enfadaba. Y no puedes evitarlo". Recuerda las limitaciones: "Ni casas de amigos, ni vacaciones donde alguien pudiera reírse de mí. No sabía de nadie a quien le pasara esto. Era un secreto casi familiar. Sólo lo sabían mis tíos. Y una noche oí cómo mi madre lo comentaba con unos vecinos. Y salí corriendo".
Las reacciones de los padres son ahora menos duras porque hay más información y más posibilidades de recibir ayuda, "pero, por favor, no digas nombres, porque se sentiría fatal". Lo reclama la madre de un niño de 13 años que hace uno descubrió que su hijo tenía vejiga pequeña y por eso moja la cama. Hasta los 6 años le quitaron importancia. Luego empezaron con medicación, alarmas eléctricas en la ropa interior, un año de tratamiento psicológico. Ningún resultado. Cada noche. "Un amigo nos aconsejó un especialista y le hicieron pruebas. Efectivamente, tiene la vejiga pequeña y muy activa, por eso tiene continuamente sensación de urgencia y ha de ir al baño cada dos por tres a lo largo del día". La medicación le ha solucionado el día. La noche ha mejorado, pero aún no se ha arreglado. "Pero el niño crece y también su vejiga", explica la madre.
Tampoco él conoce a otros niños a los que les ocurra lo mismo, aunque en su clase seguro que hay alguno más. Por estadística.
"Lo mejor ha sido saber qué le pasaba. Le tranquilizó mucho, porque a menudo preguntaba si él era raro".
Atrás quedaron el restregarles la sábana mojada por la cara, los linimentos en los testículos, los insultos, las tortas y un largo ritual de horrores que la humanidad ha desarollado contra un problema totalmente involuntario.
Enlace: http://www.lavanguardia.es/ciudadanos/n ... y-que.html