Desde siempre fue un niño muy demandante, por eso un día que parecía inapetente y con menos interés por la teta se me ocurrió la fatal idea de darle un biberón y fue entonces cuando descubrimos su intolerancia a la proteina de la leche de vaca. Fue un duro golpe verle tan pequeño, con 2 meses y 12 días ingresado en el hospital, pero como no hay mal que por bien no venga aquel infortunio sirvió para insuflarme valor y toda la fuerza necesaria para tomar la decisión de que mi hijo seguiría con la lactancia materna de forma indefinida. La leche hidrolizada sabía y olía a ratas y juré que mi hijo no tomaría leche amarga mientras yo tuviera una gota de leche en mis senos.
Pasaron lo meses, los años y Adrián seguía pegadito a su teta, esa teta que le calmaba ante el dolor, la frustración, le daba consuelo cuando me había echado de menos y nos servía de alivio a toda la familia en sus múltiples despertares nocturnos.
A los dos años superó la intolerancia, pero como la lactancia ya formaba parte de nuestra vida cotidiana y de nuestra forma natural de relacionarnos seguimos con ella, a pesar de los comentarios y miradas que en otro tiempo eran complacientes y que ahora se hacían cada vez más reprobadoras.
Con el paso del tiempo su demanda iba disminuyendo pero ahí estaba la tetita para cuando él la solicitase. Parece mentira, pero a veces era yo quien necesitaba ponérmelo al pecho y sentirlo cerca y ver su carita de ángel concentrada en la succión y en la confianza que le daba ver a su mamá entregada a ese vínculo indescriptible que es la lactancia.
Aunque alguien no se lo crea nunca me he visto tentada al destete, y eso que en los primeros meses era muy, muy demandante y las noches...mejor ni recordarlo, pero siempre vi la teta como un recurso, un regalo que nos ha dado la naturaleza para explotarlo de manera positiva y nunca como un lastre. Quizá también haya sido porque nuestra lactancia ha sido muy natural y sin complicaciones del tipo mastitis, hongos, etc...Hemos lactado donde hemos querido, de forma discretísima siempre, pero en cualquier sitio.
Poco antes de cumplir cuatro años me quedé embaraza y en ese momento fui yo quien puso todo el empeño para que no abandonara la lactancia (quería que el nuevo bebé tueivera leche materna desde el principio para evitar que le dieran bibes e de LA en el hospital). En esa época solo hacía una toma antes de levantarse y yo notaba que salía muy poquita leche, pensé que el final estaba cerca, pero fue todo lo contrario, ya que a medida que se acercaba el nacimiento de Diego volvía a pedírme con más frecuencia.
En julio nació el hermanito y Adrián ha vuelto a demandar mucho más. Los primeros días tuve que explicarle varias veces que
tenía prioridad Diego pero que él podía seguir tomando tetita, y gracias a él no he tenido el pecho congestionado y he conseguido una producción de leche óptima para el peque.
Son cinco años y por ahora no veo el fin, no me pongo metas porque estamos muy a gusto los tres. Incluso tengo el presentimiento de que Diego se destetará antes que él porque es mucho menos demandante. Dios dirá...
Sobre los comentarios de la gente ya paso hace mucho tiempo del tema. De hecho muy pocas personas saben que seguimos con la teta. Para mi nuestra lactancia es un regalo tan íntimo y tan especial que no necesito compartirlo con nadie, sólo con mis dos hijos y en especial con Adrián que es quien me ha guiado y me ha enseñando a disfrutar de este don de la maternidad.
Gracias hijo por hacerme sentir tan especial y por dejar que te demuestre cada día cuanto te quiero.
Y gracias a esta web, que me abrió los ojos y me descubrió lo maravilloso que es disfrutar de forma libre y sin complejos del placer de la lactancia.
Gracias a todas y viva