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por Juanma
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Jane Nelsen
1.1 ¿Qué significa NO antes de los tres años?
1.2 Guías para una educación en positivo
1.3 Cómo lograr una autoridad positiva
1.4 Dieciocho formas de evitar las luchas de poder



1.1 ¿Qué significa NO antes de los tres años?
Los niños menores de 3 años no entienden la palabra “no" del modo en que la mayor parte de los padres piensan que lo hacen (y un entendimiento completo de lo que la palabra “no” significa no sucede mágicamente al cumplir 3 años, sino que conlleva un proceso). “NO” es un concepto abstracto que está en directa oposición a las necesidades de los niños pequeños en cuanto a exploración de su entorno y desarrollo de su sentido de la autonomía e iniciativa.

Su hijo puede saber que usted no quiere que haga alguna cosa. Puede incluso saber que usted tendrá una reacción de enfado si lo hace. Pero en cualquier caso, no entiende porque, en la forma en que los adultos piensan que lo hace. ¿Por qué otro motivo miraría un niño a su padre antes de hacer algo que sabe que no debe hacer, sonreír, y hacerlo igualmente?

Alrededor de la edad de un año, los niños entran en la edad de “yo lo hago”. Es el momento en el que desarrolla sentido de la autonomía versus duda y culpa. De los dos a los 6 años se desarrolla el sentido de iniciativa versus culpa. Esto significa que es su “deber” en el plano del desarrollo, explorar y experimentar. ¿Puede usted imaginarse lo confuso que es para un niño ser castigado por algo que está programado para hacer? Se enfrentan con un dilema real (a nivel subconsciente): ¿obedezco a mi padre o a mi instinto biológico de desarrollar mi autonomía e iniciativa explorando y experimentando en mi mundo?

Que esto sean etapas del desarrollo no quiere decir que a un niño deba permitírsele hace cualquier cosa que se le ocurra. Pero explica porque cualquier método que intente ganar cooperación debe ser amable y firme al mismo tiempo, en lugar de controlador y punitivo. Este es un momento de la vida en que la personalidad de su hijo está en formación, y usted desea que su hijo sea capaz de tomar decisiones sobre si mismo y decir “soy competente, puedo hacer intentos y cometer errores y aprender, porque soy amado y soy una buena persona”. Si usted se siente tentado a enseñar a su hijo a través de la culpa, la vergüenza y el castigo, estará usted creando una situación de desanimo que será muy difícil de superar en la edad adulta.

Para ayudar a un niño pequeño a desarrollar autonomía en lugar de dudas y vergüenza, y para ayudar a un niño de 2 a 7 años a desarrollar iniciativa en lugar de culpa, intente alguno de los métodos descritos a continuación, que invitan a cooperar:

1. Si usted está gritando, chillando o dando discursos, deténgase. Todos estos métodos son irrespetuosos y animan a la aparición de dudas, vergüenza y culpa en el futuro.

2. En lugar de decirle a su hijo lo que tiene que hacer, encuentre maneras de involucrarle en la decisión, de modo que el o ella adquiera un sentido del propio poder y autonomía. ¿Qué nos toca hacer ahora? (para niños preverbales “ahora nosotros haremos….” mostrándole amable y firmemente lo que hacer, en vez de decírselo)

3. Sea respetuoso cuando haga peticiones: no espere que un niño haga algo “ahora mismo” cuando esté usted interrumpiendo algo que el está haciendo. Pregunte:” ¿te vendría bien hacer…..en cinco o diez minutos?” Incluso aunque a usted le parezca que un niño pequeño no puede entender lo que usted está diciendo, usted está entrenándose a si mismo para ser respetuoso con el, dándole opciones y no órdenes. Otra opción que puede usted usar es la de dar aviso: en cinco minutos tenemos que marcharnos ¿Qué es lo último que quieres hacer?

4. Lleve con usted un pequeño temporizador: permita que su hijo le ayude a programarlo para sonar en uno dos o cinco minutos, y déjele que lleve el temporizador con él de modo que pueda estar preparado cuando el tiempo se termina.

5. Déle una opción que requiera su colaboración: será el momento de irse cuando yo cuente hasta 20. ¿Quieres llevar mi bolso hasta el coche o prefieres llevar las llaves y ayudarme a abrirlo? O bien ¿Cuándo lleguemos a casa que haremos en primer lugar, poner la comida en la despensa o leer un cuento?

6. Los niños preverbales pueden necesitar tan solo supervisión, distracción y reconducción: en otras palabras: menos hablar y mas acción. Con tranquilidad tome al niño de la mano y condúzcale a donde tiene-necesita ir. Muéstrele lo que si puede hacer en lugar de insistir en lo que no puede hacer.

7. Utilice su sentido del humor: aquí viene el monstruo de las cosquillas para atacar a los niños que no escuchan.

8. Muéstrese empatito cuando su hijo llora o tiene una rabieta a causa de una frustración por su falta de habilidad. Empatía no significa rescate, significa comprensión. Déle a su hijo un abrazo y dígale: estas realmente triste ahora, yo se que tu quieres quedarte, pero es hora de irnos. Sostenga entonces a su hijo mientras llora, y déjele tener sus sentimientos antes de cambiar de actividad.

9. Los niños son capaces de percibir cuando los padres estamos decididos a actuar y cuando no. No diga nada que no esté absolutamente seguro de llevar a cabo y sea capaz de decirlo de forma respetuosa. A continuación llévelo a cabo con dignidad y respeto, y usualmente sin palabras. De nuevo esto significa redirigir al niño enseñándole lo que si puede hacer en lugar de castigarle por hacer lo que no puede hacer.

10. Establezca una rutina para cada acción que se repita a diario: levantarse, desayunar, ir de compras, acostarse…. Así puede usted preguntarle al niño: ¿Qué nos toca hacer ahora según el horario? Para niños mas pequeños la formula es: ahora nos toca hacer….

11. Entienda que puede ser necesario enseñarle a un niño la misma cosa una y otra vez antes de que haya madurado lo suficiente como para comprender. Sea paciente. Minimice sus palabras y maximice sus acciones. No se tome el comportamiento del niño como algo personal y evite pensar que su hijo quiere volverla loca, o que es malo o rebelde. Continúe siendo el adulto en cualquier situación y haga lo que sea imprescindible hacer sin sentimientos de culpa o lastima.

12. Entienda que su actitud será la que determine si su relación con su hijo será un campo de batalla o una relación calida y firme en la que su hijo pueda explorar y desarrollarse dentro de unos limites apropiados.

Su trabajo a estas edades es pensar en sí mismo como en un entrenador y ayudar a su hijo a tener éxito y aprender cómo se hacen las cosas. También debe ser usted un observador, que trabaja en aprender quien es su hijo, una persona única. Nunca infravalore la habilidad de un niño pequeño, pero por otra parte, vigile cuidadosamente cuando introduzca nuevas oportunidades y actividades y aprenda a diferenciar aquello que le interesa a su hijo, lo que puede hacer, y lo que necesita su ayuda para aprender de usted.

La seguridad es un asunto importante a esta edad, y es tarea suya mantener a su hijo seguro sin permitir que sus miedos le desanimen. Por esta razón la supervisión es una herramienta fundamental de los padres, unida a la calidez y la firmeza, para reconducir o enseñar a su hijo. Por ejemplo, los padres pueden enseñar a un niño de dos años que no debe cruzar la calle, pero no pueden aun permitirle jugar cerca de una carretera sin supervisión, por que saben que no pueden esperar de el que sea capaz de asumir por si mismo la responsabilidad de no hacer aquello que sabe que no debe hacer. Y ¿Por qué estos mismos padres esperan que su hijo entienda perfectamente cuando ellos dicen NO?

Conocí a una madre que se preguntaba porque se habría metido ella en el negocio de ser madre. Daba la impresión de que tanto ella como su hijo estaban fuera de control. A ella no le gustaba que él no le hiciera caso, y tampoco le gustaba estar chillando todo el día y utilizando métodos punitivos ineficaces.

Acudió a una escuela de padres, centrada en padres de niños en edad preescolar. Allí aprendió cual era el comportamiento adecuado para niños de la edad del suyo. Cuando cambiaron sus expectativas sobre el niño perfecto que obedece cada una de sus órdenes, comenzó a disfrutar con la experimentación de su hijo con su iniciativa y su autonomía. En lugar de tratar de controlarlo, comenzó a guiarlo fuera de sus comportamientos inadecuados, mostrándole cosas que si podía hacer.

Se mostró sorprendida de cuanto se calmaba su hijo, cuando ella se calmaba. Los episodios de frustración ocurrían cada vez con menor frecuencia y eran resueltos con mayor rapidez, gracias a sus nuevos conocimientos.

Cuando uno comprende que los niños realmente NO ENTIENDEN la palabra NO del modo que pensamos que deben hacerlo, empieza a tener sentido utilizar la distracción, reconducción o cualquier método respetuoso de disciplina positiva.

UNA ACTIVIDAD:

La siguiente demostración le mostrará el desarrollo intelectual, y puede ayudar a los padres a comprender porque los niños no entienden algunos conceptos como la palabra NO. (CAPACIDAD DE ABSTRACCION)

1. Fabrique dos bolas de barro del mismo tamaño, y muéstreselas a un niño de menos de 3 años. Haga ajustes poniendo o quitando barro hasta que el niño esté de acuerdo en que son del mismo tamaño. En ese momento, y en presencia del niño aplaste una de las bolas. Pregúntele si siguen siendo del mismo tamaño. El niño le dirá que no, y le dirá cual piensa que es de mayor tamaño. Un niño de cinco años será capaz de decirle que son del mismo tamaño y porque.

2. Llene dos vasos de agua iguales, hasta la misma altura. Haga los ajustes necesarios hasta que el niño esté de acuerdo en que tienen la misma agua. Luego vierta el contenido de uno de los vasos en otro vaso largo y estrecho, y el del otro vaso en un vaso ancho y bajo. Pregúntele al niño si siguen teniendo la misma cantidad de agua. Le responderá que no, y le dirá cual tiene mas agua. Un niño de 5 años, le dirá que si, y le explicara la razón.



1.2 Guías para una educación en positivo
1. Los chicos que se comportan mal, son niños desanimados, que tienen ideas erróneas sobre como conseguir su principal meta: pertenecer al grupo. Sus ideas equivocadas les conducen al mal comportamiento. NO podemos ser eficaces en atajar esto salvo que nos centremos en sus creencias erróneas antes que en el mal comportamiento.

2. Utilice estrategias para animar a los niños, de modo que sientan que pertenecen al grupo (familia o colegio), de modo que la motivación para el mal comportamiento desaparezca. Celebre cada paso en la dirección de mejorar, en lugar de focalizar la atención en los errores.

3. Una magnífica forma de hacer que los niños se sientan animados es pasar un tiempo especial estando con ellos. Muchos profesores notan un cambio espectacular en un niño problemático después de pasar tan solo cinco minutos compartiendo con el niño sus gustos, lo que ambos hacen para divertirse.

4. Cuando sea la hora de ir a la cama, pídales que compartan con usted el momento más triste de su día y su momento mas alegre. Comparta sus momentos buenos y malos también con ellos. Se sorprenderá de lo que puede aprender.

5. Tenga reuniones familiares o de clase para resolver problemas mediante la cooperación y el respeto mutuo. Esta es la clave para crear una atmósfera de respeto y afecto, a la vez que se enseña a los niños auto disciplina, responsabilidad, cooperación y habilidades para solucionar problemas.

6. Proporcione a los niños tareas significativas. En nombre de la rapidez, muchos padres y maestros hacen cosas que los niños podrían hacer por si mismos y unos por los otros. Los chicos sienten que pertenecen al grupo cuando saben que pueden hacer una contribución real.

7. Decidan entre todos que trabajos hay que hacer. Ponga cada uno en un papel, y todos juntos en una jarra. Cada niño extraerá unos cuantos cada semana: de este modo nadie se queda atascado haciendo el mismo trabajo continuamente. Los profesores pueden solicitar de los niños su contribución para establecer las normas de la clase, y hacerlas constar en un tablero que comience: HEMOS DECIDIDO:… Los niños adquieren sensación de pertenencia. motivación y entusiasmo cuando son incluidos en la toma de decisiones.

8. Tómese un tiempo para entrenarles. Asegúrese de que su hijo sabe lo que usted entiende por “ordenar la cocina”. Para ellos puede significar simplemente poner los platos en el fregadero. Los padres y maestros deben preguntar “que es lo que tu entiendes por…?”

9. Enseñe y ejemplifique respeto mutuo. Es necesario se amable y firme al mismo tiempo: amable para mostrar respeto por el niño, y firme para mostrar respeto por usted mismo y las “necesidades de la situación”. Esto es muy difícil mantenerlo en momentos de conflicto, por tanto, siempre que pueda utilice la norma numero 10.

10. El uso adecuado de los tiempos le hará más eficaz. No funciona enfrentarse con un problema en el momento del conflicto: las emociones se atraviesan en el camino. Muestre a los niños la necesidad de tomarse un tiempo para “enfriar”. Usted, o el niño pueden ir a una habitación separada y realizar otra actividad que le haga sentir un poco mejor, y después trabajar en el problema con mutuo respeto.

11. Libérese de la loca idea de que para que el niño se porte mejor debe primero lograr que se sienta peor. ¿Hace usted mejor las cosas cuando se siente humillado? Esto sugiere una mirada completamente nueva hacia el “tiempo fuera”.

12. Utilice el tiempo fuera de forma positiva. Permita que su hijo le ayude a diseñar un espacio o área (cojines, música, libros, peluches) que le ayuden a sentirse mejor: recuerde que los niños dan lo mejor de si cuando se sienten bien. De este modo, usted puede pedirle a su hijo, cuando se encuentra enfadado: ¿Crees que te ayudaría pasar un tiempo fuera?

13. Los castigos pueden funcionar, si todos ustedes están interesados en detener el mal comportamiento de forma momentánea. Pero muchas veces debemos desconfiar de métodos que funcionan un momento pero cuyos resultados a largo plazo son negativos: resentimiento, rebelión, revancha o desafío.

14. Demuestre a los niños que los errores son grandes oportunidades para aprender. Una gran manera de enseñar esto es servir usted mismo como modelo. Utilice las tres “R” de Recuperación tras un fallo:
a. Reconocimiento del fallo.
b. Reconciliación: lo siento, no me gusta la forma en que manejé esta situación
c. Resolución: centrar la atención en la solución, mas que en la culpa (esto ultimo solo es efectivo si se han llevado a cabo los pasos 1 y 2 previamente)

15. Centre su atención en las soluciones, en lugar de hacerlo en las consecuencias. Muchos padres y profesores disfrazan el castigo poniéndole el nombre de “consecuencias lógicas”. Implique a los niños en la búsqueda de soluciones que sean: relacionadas, respetuosas y razonables.

16. Asegúrese de que el mensaje de amor y respeto se note a través de todos los procesos. Comience siempre por: “me preocupo por ti, estoy interesado en solucionar esta situación ¿trabajarás conmigo para encontrar una solución?

17. ¡PASELO BIEN! ¡DIVIERTANSE! Lleven la alegría a sus hogares y aulas.



1.3 Cómo lograr una autoridad positiva
1.3.1 Introducción
Tener autoridad, que no autoritarismo, es básico para la educación de nuestro hijo. Debemos marcar límites y objetivos claros que le permitan diferenciar qué está bien y qué está mal, pero uno de los errores más frecuentes de padres y madres es excederse en la tolerancia. Y entonces empiezan los problemas. Hay que llegar a un equilibrio, ¿cómo conseguirlo para tener autoridad?

En una de las primeras charlas que di a un grupo de padres de un parvulario, una madre levantó la mano y me preguntó:

• ¿Qué hago si mi hijo está encima de la mesa y no quiere bajar?
• Dígale que baje, - le dije yo.
• Ya se lo digo, pero no me hace caso y no baja- respondió la madre con voz de derrotada.
• ¿Cuántos años tiene el niño?- le pregunté.
• Tres años - afirmó ella.

Situaciones semejantes a ésta se presentan frecuentemente cuando tengo ocasión de comunicar con un grupo de padres. Generalmente suele ser la madre quien pone la cuestión sobre la mesa aunque estén los dos. El padre simplemente asiente, bien con un silencio cómplice, bien afirmando con la cabeza, porque el problema es de los dos, evidentemente.

¿Qué ha pasado para que en tan pocos meses una pareja de personas adultas, triunfadoras en el campo profesional y social, hayan dilapidado el capital de autoridad que tenían cuando nació el niño?

Actuaciones paternas y maternas, a veces llenas de buena voluntad, minan la propia autoridad y hacen que los niños primero y los adolescentes después no tengan un desarrollo equilibrado y feliz con la consiguiente angustia para los padres. El padre o la madre que primero reconoce no saber qué hacer ante las conductas disruptivas de su pequeño y que, después, siente que ha perdido a su hijo adolescente, no puede disfrutar de una buena calidad de vida, por muy bien que le vaya económica, laboral y socialmente, porque ha fracasado en el "negocio" más importante: la educación de sus hijos.

¿Cuáles son los errores más frecuentes que padres y madres cometemos cuando interaccionamos con nuestros hijos?

Antes de que siga leyendo, quiero advertirle que, posiblemente, usted, como todos -yo también- en alguna ocasión ha cometido cada uno de los errores que se apuntan a continuación. No se preocupe por ello. No es un desastre. Es lo normal en cualquier persona que intenta educar TODOS LOS DIAS. Tiene su parte positiva. Quiere decir que intenta educar, lo cual ya es mucho. En educación lo que deja huella en el niño no es lo que se hace alguna vez, sino lo que se hace continuamente. Lo importante es que, tras un periodo de reflexión, los padres consideren, en cada caso, las actuaciones que pueden ser más negativas para la educación de sus hijos, y traten de ponerles remedio.

1.3.2 Factores que debilitan la autoridad
Estos son los principales errores que, con más frecuencia, debilitan y disminuyen la autoridad de los padres:

1.3.2.1 La permisividad
Es imposible educar sin intervenir. El niño, cuando nace, no tiene conciencia de lo que es bueno ni de lo que es malo. No sabe si se puede rayar en las paredes o no. Los adultos somos los que hemos de decirle lo que está bien o lo que está mal. El dejar que se ponga de pie encima del sofá porque es pequeño, por miedo a frustrarlo o por comodidad es el principio de una mala educación. Un hijo que hace "fechorías" y su padre no le corrige, piensa que es porque su padre ni lo estima ni lo valora. Los niños necesitan referentes y límites para crecer seguros y felices.

Ceder después de decir no. Una vez que usted se ha decidido a actuar, la primera regla de oro a respetar es la del no. El no es innegociable. Nunca se puede negociar el no, y perdone que insista, pero es el error más frecuente y que más daño hace a los niños. Cuando usted vaya a decir no a su hijo, piénselo bien, porque no hay marcha atrás. Si usted le ha dicho a su hijo que hoy no verá la televisión, porque ayer estuvo más tiempo del que debía y no hizo los deberes, su hijo no puede ver la televisión aunque le pida de rodillas y por favor, con cara suplicante, llena de pena, otra oportunidad. Hay niños tan entrenados en esta parodia que podrían enseñar mucho a las estrellas del cine y del teatro.

En cambio, el sí, sí se puede negociar. Si usted piensa que el niño puede ver la televisión esa tarde, negocie con él qué programa y cuanto rato.

1.3.2.2 El autoritarismo
Es el otro extremo del mismo palo que la permisividad. Es intentar que el niño/a haga todo lo que el padre quiere anulándole su personalidad. El autoritarismo sólo persigue la obediencia por la obediencia. Su objetivo no es una persona equilibrada y con capacidad de autodominio, sino hacer una persona sumisa, esclavo sin iniciativa, que haga todo lo que dice el adulto. Es tan negativo para la educación como la permisividad.

1.3.2.3 Falta de coherencia
Ya hemos dicho que los niños han de tener referentes y límites estables. Las reacciones del padre/madre han de ser siempre dentro de una misma línea ante los mismos hechos. Nuestro estado de ánimo ha de influir lo menos posible en la importancia que se da a los hechos. Si hoy está mal rayar en la pared, mañana, también.
Igualmente es fundamental la coherencia entre el padre y la madre. Si el padre le dice a su hijo que se ha de comer con los cubiertos, la madre le ha de apoyar, y viceversa. No debe caer en la trampa de: "Déjalo que coma como quiera, lo importante es que coma".

1.3.2.4 Gritar
Perder los estribos. A veces es difícil no perderlos. De hecho todo educador sincero reconoce haberlos perdido alguna vez en mayor o menor medida. Perder los estribos supone un abuso de la fuerza que conlleva una humillación y un deterioro de la autoestima para el niño. Además, a todo se acostumbra uno. El niño también a los gritos a los que cada vez hace menos caso: Perro ladrador, poco mordedor. Al final, para que el niño hiciera caso, habría que gritar tanto que ninguna garganta humana está concebida para alcanzar la potencia de grito necesaria para que el niño reaccionase.

Gritar conlleva un gran peligro inherente. Cuando los gritos no dan resultado, la ira del adulto puede pasar fácilmente al insulto, la humillación e incluso los malos tratos psíquicos y físicos, lo cual es muy grave. Nunca debemos llegar a este extremo. Si los padres se sienten desbordados, deben pedir ayuda: tutores, psicólogos, escuelas de padres...

1.3.2.5 No cumplir las promesas ni las amenazas
El niño aprende muy pronto que cuanto más promete o amenaza un padre/madre menos cumple lo que dicen. Cada promesa o amenaza no cumplida es un jirón de autoridad que se queda por el camino. Las promesas y amenazas deber ser realistas, es decir fáciles de aplicar. Un día sin tele o sin salir, es posible. Un mes es imposible.

1.3.2.6 No negociar
No negociar nunca implica rigidez e inflexibilidad. Supone autoritarismo y abuso de poder, y por lo tanto incomunicación. Un camino ideal para que en la adolescencia se rompan las relaciones entre los padres y los hijos.

1.3.2.7 No escuchar
Dodson dice en su libro El arte de ser padres, que una buena madre -hoy también podemos decir padre- es la que escucha a su hijo aunque esté hablando por teléfono. Muchos padres se quejan de que sus hijos no los escuchan. Y el problema es que ellos no han escuchado nunca a sus hijos. Los han juzgado, evaluado y les han dicho lo que habían de hacer, pero escuchar... nunca.

1.3.2.8 Exigir éxitos inmediatos
Con frecuencia, los padres tienen poca paciencia con sus hijos. Querrían que fueran los mejores... ¡ya! Con los hijos olvidan que nadie ha nacido enseñado. Y todo requiere un periodo de aprendizaje con sus correspondientes errores. Esto que admiten en los demás no pueden soportarlo cuando se trata de sus hijos, en los que sólo ven las cosas negativas y que, lógicamente, "para que el niño aprenda" se las repiten una y otra vez.

1.3.3 Factores que fortalecen la autoridad
Sin embargo, una vez que sabemos lo que hemos de evitar, algunos consejos y "trucos" sencillos pueden aligerar este problema, ofrecer un desarrollo equilibrado a los hijos y proporcionar paz a las personas y al hogar. Estos consejos sólo requieren, por un lado, el convencimiento -muy importante- de que son efectivos y, por otro, llevarlas a la práctica de manera constante y coherente.

Algunas de estas técnicas ya han sido comentadas al hablar de los errores, y ya no insistiré en ellas. Me limitaré a enunciar brevemente, actuaciones concretas y positivas que ayudan a tener prestigio y autoridad positiva ante los hijos:

1.3.3.1 Tener unos objetivos claros de lo que pretendemos cuando educamos
Es la primera condición sin la cual podemos dar muchos palos de ciego. Estos objetivos han de ser pocos, formulados y compartidos por la pareja, de tal manera que los dos se sientan comprometidos con el fin que persiguen. Requieren tiempo de comentario, incluso, a veces, papel y lápiz para precisarlos y no olvidarlos. Además deben revisarse si sospechamos que los hemos olvidado o ya se han quedado desfasados por la edad del niño o las circunstancias familiares.

1.3.3.2 Enseñar con claridad cosas concretas
Al niño no le vale decir "sé bueno", "pórtate bien" o "come bien". Estas instrucciones generales no le dicen nada. Lo que sí le vale es darle con cariño instrucciones concretas de cómo se coge el tenedor y el cuchillo, por ejemplo.

1.3.3.3 Dar tiempo de aprendizaje
Una vez hemos dado las instrucciones concretas y claras, las primeras veces que las pone en práctica, necesita atención y apoyo mediante ayudas verbales y físicas, si es necesario. Son cosas nuevas para él y requiere un tiempo y una práctica guiada.

1.3.3.4 Valorar sus esfuerzos por mejorar
Valorar siempre sus intentos y sus esfuerzos por mejorar, resaltando lo que hace bien y pasando por alto lo que hace mal. Pensemos que lo que le sale mal no es por fastidiarnos, sino porque está en proceso de aprendizaje. Al niño, como al adulto, le encanta tener éxito y que se lo reconozcan.

1.3.3.5 Dar ejemplo para tener fuerza moral y prestigio
Sin coherencia entre las palabras y los hechos, jamás conseguiremos nada de los hijos. Antes, al contrario, les confundiremos y les defraudaremos. Un padre no puede pedir a su hijo que haga la cama si él no la hace nunca.

1.3.3.6 Confiar en nuestro hijo
La confianza es una de las palabras clave. La autoridad positiva supone que el niño tenga confianza en los padres. Es muy difícil que esto ocurra si el padre no da ejemplo de confianza en el hijo.

1.3.3.7 Actuar y huir de los discursos
Una vez que el niño tiene claro cual ha de ser su actuación, es contraproducente invertir el tiempo en discursos para convencerlo. Los sermones tienen un valor de efectividad igual a 0. Una vez que el niño ya sabe qué ha de hacer, y no lo hace, actúe consecuentemente y aumentará su autoridad.

1.3.3.8 Reconocer los errores propios
Nadie es perfecto, los padres tampoco. El reconocimiento de un error por parte de los padres da seguridad y tranquilidad al niño/a y le anima a tomar decisiones aunque se pueda equivocar, porque los errores no son fracasos, sino equivocaciones que nos dicen lo que debemos evitar. Los errores enseñan cuando hay espíritu de superación en la familia.

1.3.4 Conclusión
Todas estas recomendaciones pueden ser muy válidas para tener autoridad positiva o totalmente ineficaces e incluso negativas. Todo depende de dos factores, que si son importantes en cualquier actuación humana, en la relación con los hijos son absolutamente imprescindibles: amor y sentido común.

Educar es estimar, decía Alexander Galí. El amor hace que las técnicas no conviertan la relación en algo frío, rígido e inflexible y, por lo tanto, superficial y sin valor a largo plazo. El amor supone tomar decisiones que a veces son dolorosas, a corto plazo, para los padres y para los hijos, pero que después son valoradas de tal manera que dejan un buen sabor de boca y un bienestar interior en los hijos y en los padres.

El sentido común es lo que hace que se aplique la técnica adecuada en el momento preciso y con la intensidad apropiada, en función del niño, del adulto y de la situación en concreto. El sentido común nos dice que no debemos matar moscas a cañonazos ni leones con tirachinas. Un adulto debe tener sentido común para saber si tiene delante una mosca o un león. Si en algún momento tiene dudas, debe buscar ayuda para tener las ideas claras antes de actuar.



1.4 Dieciocho formas de evitar las luchas de poder
Las luchas de poder crean distancia y hostilidad en lugar de cercanía y confianza. La distancia y la hostilidad crean resentimiento, resistencia y rebeldía (o conformismo con baja autoestima).

La cercanía y la confianza crean un ambiente seguro para el aprendizaje. Puedes tener influencia positiva sólo en una atmósfera de cercanía y confianza donde no haya temor, ni culpa, vergüenza o dolor.

Se necesitan dos para dar lugar a una lucha de poder.

Nunca he visto a un niño con aires de poder sin un adulto con aires de poder cerca de él. Los adultos necesitan retirarse de las luchas de poder sin ganar o ceder. Necesitamos crear una atmósfera en la cual ambas partes salgan ganando. ¿Cómo? Las siguientes sugerencias enseñan a los niños importantes habilidades incluyendo autodisciplina, responsabilidad, cooperación y habilidad para resolver problemas en lugar de conformarse por necesitar aprobación de manera enfermiza o rebeldía.

1. Decide qué harás. Te leeré un cuento después de que te cepilles los dientes. Sólo cocinaré en una cocina limpia. Conduciré sólo cuando los cinturones de seguridad estén abrochados. Me estacionaré en la orilla de la carretera cuando los niños estén peleando.

2. Da seguimiento. La clave a seguir aquí y en todas las recomendaciones siguientes es FIRMEZA Y AMOR AL MISMO TIEMPO. (Estaciónate en la orilla de la carretera sin decir una palabra. Los niños aprenden más de acciones firmes y amables que de palabras).

3. Tiempo fuera positivo. Crea un área de tiempo fuera enriquecedora o acogedora (no punitiva) con tu hijo.

4. Para niños pequeños; distracción y mucha supervisión. El castigo disminuye el desarrollo cerebral. Frecuentemente, los niños son castigados por hacer aquello para lo que están programados para hacer de acuerdo con su desarrollo: explorar.

5. Involucra al niño en la creación de rutinas (rutina matinal, tareas, hora de dormir). Después la tabla de rutinas se convertirá en el jefe.

6. Haz preguntas del tipo “Qué” y “Cómo”. “Cómo comeremos si no se pone la mesa? ¿Qué sigue ahora en nuestro cartelón de rutina diaria? ¿Cuál fue nuestro acuerdo acerca de lo que pasaría a los juguetes que nos son recogidos? ¿Cómo te sientes con respecto a lo que pasó? ¿Qué ideas tienes para resolver el problema? (Esta última pregunta no funciona en el momento de conflicto ni funciona a menos que estés realmente interesado en escuchar el punto de vista de tu hijo).

7. Agenda el problema para una reunión familiar y deja que los chicos hagan una lluvia de ideas para encontrar una solución.

8. Usa diez palabras o menos. Una es mejor: Juguetes. Toallas (posiblemente hayan sido dejadas en el piso del baño). Tarea. Algunas veces estas palabras necesitarán ser repetidas varias veces.

9. Haz que los niños se involucren cooperando. Di, “No puedo forzarte, pero realmente necesito tu ayuda”. (8 palabras).

10. Ni una palabra. Usa pantomima, charadas o notas. Intenta un abrazo para crear cercanía y confianza, luego haz algo más.

11. Señales no verbales. Esto debe ser planeado con anterioridad con el niño. Un plato vacío invertido colocado sobre la mesa de cenar como un recordatorio de que hay tareas que necesitan ser terminadas antes de la cena. Una hoja sobre el televisor como recordatorio de que la tarea debe hacerse primero o de que hay cosas que necesitan ser recogidas en las áreas comunes de la casa.

12. Escucha activamente. Para de hablar y escucha. Trata de entender no sólo lo que tu hijo está diciendo sino lo que quiere decir.

13. Limita las opciones. ¿Quieres hacer la tarea antes o después de la cena? ¿Quieres poner la mesa o lavar los platos después de la cena?

14. Haz una “rueda de opciones” junto con tu hijo. Dibuja un círculo grande y divídelo en segmentos. Haz una lluvia de ideas con una cantidad de soluciones a problemas. Dibuja ilustraciones por cada solución. En medio de un conflicto invita a tu hijo a elegir algo de la rueda.

15. Inventa un juego: gánale al reloj (o cronómetro), canta canciones mientras haces las tareas.

16. Hazlo CON ellos. Incluso puedes ir al área de tiempo fuera positivo con ellos.

17. Usa tu sentido del humor. Aquí viene el monstruo de las cosquillas a llevarse a los niños que no recogen los juguetes. Esto crea cercanía y confianza y puede ser seguido de alguno de los consejos anteriores.

18. BONO: ABRAZOS, ABRAZOS, ABRAZOS. Un abrazo es frecuentemente suficiente para cambiar el comportamiento, el de ellos y el tuyo.

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