Pues bien, se me ocurriò darle a Antelmo una gelatina de uva y se puso a llorar como un loco. Al principio pensamos que era berrinche pero empezó a arquearse hacia atrás igual que cuando era recién nacido y tenía reflujo. El caso es que le produjo gastritis la dichosa gelatina y terminò tomando ranitidina el pobrecito. Lo bueno es que nos dimos cuenta porque ya os imaginaréis que mis amigas decían que era berrinche del niño.
Con esto no os quiero desanimar con las gelatinas que me siguen pareciendo una fuente de protéinas muy socorrida y de mucho éxito para los peques sino explicaros como un alimento en principio inofensivo puede hacer daño a los peques y por qué siempre soy tan latosa con eso de que hay que dar cosas nuevas de una en una para ver si les caen bien y todos esos rollos que os suelto de vez en cuando.