Se cree que la lactancia materna protege frente al síndrome de la muerte súbita del lactante (SMSL), por consiguiente, los factores ambientales o de los cuidados al niño que favorezcan este tipo de alimentación podrían reducir la vulnerabilidad frente al síndrome de la muerte súbita.
Se postula que el contacto cercano durante el sueño entre el bebé y sus padres tiene beneficios que incluyen: despertares sincronizados entre ambos, una mejor estabilidad cardiorrespiratoria y oxigenación de los niños, menores episodios de llanto, mejor termorregulación y la mayor prevalencia y duración de la lactancia como así también un aumento en la producción de la leche materna (1). La composición de la leche materna con contenidos calóricos y proteicos relativamente bajos, requiere que el bebe se alimente a libre demanda durante la noche y el día, por lo que el contacto íntimo, nocturno entre ambos es ideal para esta práctica.
El antropólogo James J. MacKenna de la Universidad de Notre Dame, Indiana, Estados Unidos, publicó dos estudios en 1997 en el Pediatrics, sugiriendo que el colecho podría ser un factor de prevención del SMSL.
Mackenna mostró que los bebes que realizaban colecho con su madre tenían un comportamiento diferente con respecto a la lactancia durante la noche, en comparación con aquellos que no lo realizaban: duplicaban el número de veces que se amamantaban, prolongándose el tiempo total de la lactancia en un 40 % durante la noche (2).
En un informe previo, el mismo autor comprobó que el colecho disminuía las etapas 3-4 del sueño (tiempo tranquilo), durante los cuales está mermada la capacidad de despertarse.
Los estudios epidemiológicos llevados a cabo en Nueva Zelanda y Holanda muestran un efecto protector de la lactancia con respecto al SMSL. 3 Fredrickson y colaboradores en Estados Unidos analizó 499 casos de SMSL, comparándolos con 584 casos de fallecimientos no debidos al SMSL y 7102 controles: Su conclusión fue que el riesgo del SMSL disminuye paralelamente por cada mes que un bebe continúa amamantándose (4).
Gilbert y coautores resumen los resultados de 17 estudios caso- control y un estudio de cohortes que analizan la relación entre el SMSL y la lactancia. Once estudios mostraron un aumento del riesgo del SMSL en los bebes alimentados con biberón y 7 no demostraron ninguna relación (5)
Los efectos que ejerce el hecho de que la madre y el hijo compartan la cama sobre la conducta de la lactancia nocturna se estudiaron en 20 parejas madre-hijo de origen latinoamericano que compartían habitualmente la cama y en otras 15 que dormían por separado, cuando los niños tenían de 3 a 4 meses de edad.
Todas las parejas madre-hijo estaban sanas y, por la noche, el niño se alimentaba exclusivamente al pecho. Para los análisis se utilizó la parte grabada en vídeo de los estudios polisomnográficos recogidos durante toda la noche.
En cada pareja madre-hijo, después de una noche de adaptación siguió otra en que durmieron juntos y otra más por separado.
El hallazgo más importante es que en las condiciones nocturnas habituales de cada pareja madre-hijo, los niños que dormían habitualmente con la madre se alimentaban por la noche durante un período de tiempo tres veces superior al de los niños que dormían habitualmente por separado lo cual dio lugar a un número doble de tomas de alimento por parte de los primeros y a una duración de dichas tomas de alimento un 39% más prolongada. La alimentación al pecho se favoreció también en la noche compartida, en comparación con la noche solitaria, en el grupo que habitualmente dormía con la madre; en efecto, tanto el número como la duración total de las tomas de alimento fueron significativamente mayores durante la noche compartida.
Se sugiere que el hecho de compartir la cama con la madre, al aumentar la lactancia materna, podría proteger frente al SMSL, por lo menos en algunos ambientes. Además, también puede actuar sobre la fisiología reproductora materna ya que la frecuencia de las tetadas tiene influencia sobre la ovulación.
El presente estudio es el primero en el que se ha determinado directamente la conducta de la alimentación al pecho en un grupo cultural.
En sus estudios sobre el sueño infantil, ha comprobado que las líneas que marca el polígrafo en respuesta a la actividad cerebral, ritmo cardíaco y movimientos respiratorio y muscular, son similares entre madre e hijo; habla de una identificación entre la madre y el hijo mientras duermen juntos, tan entrelazada que se puede hablar de fisiología con retroalimentación biológica entre los dos; así, el movimiento y los patrones de uno influyen sobre el otro.
Durante el sueño, los bebés aprenden a dormir sin peligro, al estar juntos, madre y bebé están sincronizados. Se ha descubierto que las madres que duermen con sus hijos pasan la noche frente a frente (6). Las mujeres adultas expelen gran cantidad de CO2 a corta distancia, sobre todo si la manta forma un hueco frente a la cara del adulto. Pero una atmósfera de CO2 en la cara también puede beneficiar a los bebés, pues cambia el medio interno y activa el cerebro para que ellos respiren (7). Según estudios de Anderson, 1991 y de Ludington-Hoe et al., 1991 en prematuros, el contacto directo aumenta la temperatura de la piel del bebé, este contacto también estabiliza el ritmo cardíaco del bebé y reduce el llanto y las apneas durante el sueño.
Los estudios de Mckenna incluían grabaciones en video durante la noche y se comprobó que con el sueño en compañía hay una mayor atención de la madre al hijo, lo besaba, lo tocaba, lo cambiaba de posición, colocaba y recolocaba las mantas y, a veces, ni siquiera estaba consciente, según los datos del polígrafo.
Bibliografia:
1(Anderson GC.Current knowledge about skin to skin (Kangaroo) care for preterm infants. J Perinatol 1991; 11: 216-26) y (Ludingt. -Hoe. Physiological responses to skin-to-skin contact in hospitalised premature infants J Perinatol 1991;1119-24).
2 (MacKenna J.J. et al. Bedsharing Promotes Breastfeeding. Pediatrics 1997;100: 214-219)
3 (Mitchell E.A. Four modificable and other major risks factors for cot death:The New Zealand Study . J Paediatr Child Health 1992; 28 (Suppl.1):S3-S8. )
4 (Fredrickson DD, Sorenson JR, Biddle AK, Kotelchack M. Relationship of sudden infant death syndrome of breast- feeding duration and intensity. Am J DisChild 1993; 147:460. Abstract n 191)
5 (Gilbert et al. Bottle feeding and the sudden infant death syndrome.BMJ1995; 310:88-90 )
6 (Richard et al 1997)
7 (Mosko et al., 1997)
Últimos mensajes en nuestro foro:
Te recomendamos:
[price_table id=»775″ ]
¿Te ha ayudado? Compártelo: