¿Por qué educar así?
Ultimamente estoy reflexionando mucho. Será que duermo más. A raiz de los ultimos articulos que hemos colgado en el foro de educación y algunas conversaciones que he tenido me surge la idea de hablar del tipo de educación que hemos elegido la mayoría de las personas que formamos este foro.
Hace un par de semanas, paseando con mi padre y los niños se planteó esta cuestión. Mi padre es un educador de la escuela antigua: “hay que hacer lo que yo digo, por que sí”. y la verdad, es que con nosotras ha funcionado, si no tenemos en cuenta el resentimiento que dejan algunas decisiones injustas, y algunos periodos sin hablar con el ya de mayores, cuando en virtud de nuestro propio crecimiento, cuestionamos su…¿ autoridad.? . Y el, que ya he contado otras veces, es profesor, me explicaba que, con mi actitud de razonar todo con la niña, haria que la niña pudiera cuestionarme. Eso, le dije yo, es lo que pretendo: que me cuestione, y que cuestione a cualquiera que le quiera dar gato por liebre. La verdad es que la conversación se mantuvo dentro de unos términos inusualmente respetuosos (normalmente mi padre y yo siempre terminamos discutiendo) lo que me permitió profundizar en el tema sin encenderme. El me dijo finalmente que siempre había hecho lo que creía mejor para nosotras. Y yo le respondí que esperaba que al menos se me concediera que eso mismo pretendía yo con mis hijos.
Se que algunas de vosotras habeis tenido esta misma conversación con otras personas. Tal vez, el refrito de citas y reflexiones que voy a hacer os sirva como argumentación.
¿Por qué se cuestiona si esta forma de educar es la mejor? incluso yo teniendolo carísimo, me encuentro a veces en situaciones que momentáneamente me hacen cuestionarme si estaré equivocada (fruto de un enfado pasajero o una prisa). La realidad es que los problemas que plantea educar de este modo son mucho más evidentes a primera vista que las posibles ventajas:
-lleva mucho más tiempo razonar una petición que dar una orden “porque si” y además exige una elaboración previa por parte de los padres: hay que dar argumentos y ademas han de ser validos y verdaderos. Y comprensibles para un bebé.
-el niño nos hará preguntas al respecto para validar nuestra argumentación, lo cual exige más argumentos y más tiempo.
-al niño finalmente, le lleva tiempo tomar su decisión. Tiempo del que no disponemos habitualmente.
-creemos que por ser adultos y saber más que ellos tendrian que aceptar nuestras ordenes sin más. Creo que de algún modo todos tenemos eso metido en la cabeza. Y es un pasado educativo contra el que tenemos que luchar. Quienes optamos por esta via sabemos que la autoridad y el autoritarismo no son equivalentes. y que la autoridad sobre un niño es algo que un padre (madre, abuelo, maestro…) ha de ganarse con el tiempo.
“No ha de confundirse autoridad con autoritarismo. La dictadura familiar requiere poco talento, pero es mala estrategia. Ser autoritario no otorga autoridad. Hay quien piensa que el éxito está en que jamás le rechisten una orden. Pero eso es confundir la sumisión absoluta de los hijos con lo que es verdadera autoridad, no saber distinguir entre poder y autoridad.
El poder se recibe,
la autoridad hay que ganarla
en buena lid:
se conquista mereciéndola.
Mandar es fácil. Conseguir ser obedecido, ya no tanto. Y lo que exige un auténtico arte es conseguir que los hijos obedezcan en un clima de libertad. “http://www.interrogantes.net/includes/documento.php?IdDoc=1263&IdSec=154
Pero ¿se revelan más nuestros hijos que otros de la misma edad? observad a vuestro alrededor. La realidad es que no. más bien se revelan mucho menos, y normalmente en un tono más sosegado (no siempre, son bebés) .Solo se revelan más ante las imposiciones, porque no tienen costumbre de recibirlas, y las perciben como injustas y poco razonables.
“Ayuda el saber que ésas son cosas que les suceden a todos los padres y ser conscientes de que no están causadas por delitos específicos de los niños, sino por una irritación general con su naturaleza infantil. Y ayuda a sus hijos porque si no pueden ser infantiles a los dos o a los cuatro años,
- ¿cuándo podrán serlo? La ayuda a usted al impedirle llegar a la conclusión de que sus hijos son especialmente desobedientes, indisciplinados y malcriados, echándose por tanto sobre sí la culpa por considerarse una mala madre o un mal padre, que es la mayor trampa de la culpabilidad. Y recuerda a todo aquel que entre en contacto con su hijo que no le aplique una etiqueta como niño problemático, que tan facilmente se convierte en una profecía que se cumple a sí misma. Dígale a un niño que es sucio y malhablado y él procurará ponerse a la altura de esa imagen, porque probablemente la compartirá y hará que también la compartan sus maestras en la escuela. Pero aténgase a la verdad de los hechos: que es muy pequeño, que la vida en familia resulta a veces dificil, que no es usted una persona perfecta y que no debería esperar sedo, y las cosas irán mejorando. Puede "estar segura porque lo único seguro es que, a medida que pase el tiempo, su hijo
se hara mayor.” (Penélope leach)
Pero de ver nuestras dificultades ya se encargan los demás. Asi que incidiré más en las ventajas de este metodo:
1-. Con el nos ganamos una autoridad que hará que nuestros hijos respeten nuestras opiniones. Lo cual será muy util en edades más dificiles que estas.
“AYUDE AL NIÑO A RESPETAR LA AUTORIDAD,
Hágase cargo de a sus niños. Eso es básico en la educación. Pero ser una autoridad de confianza del niño no viene automáticamente con el trabajo de ser un padre. El niño que al que se le dice que debe obedecer "si no," puede comportarse bien, pero hace así por temor, no respeto. "Honra a tu padre y tu a madre" es una enseñanza sabia y comprobada con el tiempo; no los tema. El honor implica tanto la obediencia como el respeto.
¿Cómo obtiene usted respeto de sus niños? Una figura de la autoridad necesita ser a la vez tibio y sabio. Primero, conéctese a su hijo. Empiece como un confortador del bebé. A hacer esto, usted conoce a su bebé y su bebé confía en usted. El respeto a la autoridad se basa en la confianza. Una vez su niño confía en encontrarle cuando lo necesita, el confiará en usted para poner límites. Un día yo pregunté a una madre por qué ella sentía tan segura como una figura de autoridad. Ella dijo, "mucha de mi seguridad viene de conocer a mis niños." Porque ella entendía a sus niños, ella era capaz de indicarles sabiamente y saber que ellos seguirían. Muchos padres confunden está encargado con está en el control. En vez de controlando directamente a niños, las figuras sabias de la autoridad controlan la situación para hacer más fácil a los niños aprender a controlarse a sí mismos. Los niños responden con la confianza y el respeto genuinos antes que al temor y la rebelión. “ (William sears)
2-.Con esta forma de educar enseñamos a nuestros hijos a respetar a los demás (o sea, a nosotros mismos). Con esta forma de educar conseguiremos que nuestros hijos nos respondan con argumentos, no con gritos (en el futuro)
3-. Esta forma de hacer las cosas nos obliga a plantearnos a cada instante la conveniencia de nuestras normas: ¿es realmente necesario obligar a un niño a ponerse determinada ropa? ¿impedirle saltar en la cama?. Muchas veces se prohiben cosas sin pensar que en realidad no tienen ninguna relevancia, con lo cual desgastamos nuestra autoridad para las que son verdaderamente relevantes.
“En muchos casos, el éxito de la autoridad ante el chico de esta edad está más en cómo se manda que en lo que se manda. El modo de mandar es lo que hace que valore esa autoridad de los padres, más que la importancia de lo que dicen.
—A ver, pon ejemplos.
Al proponerle que haga algo, no puede darse la sensación de mandar por comodidad personal y, mucho menos, con aire de señor feudal sobre sus siervos. Es bueno que vea que nos molestamos nosotros primero. Y como el ejemplo arrastra, aceptarán así mejor el mandato. Si ven que papá ayuda a mamá en las tareas domésticas, él entenderá que debe hacer lo mismo sin necesidad de que nadie se lo explique.
Lo que mandemos ha de ser razonable. Y si es posible, que también lo parezca. A esta edad suelen ser muy razonables y un esfuerzo, un sacrificio incluso, será aceptado de buen grado si desde el principio se considera como una condición precisa para la buena marcha de algo (de la vida familiar, por ejemplo).
Otra regla básica del ejercicio de la autoridad es no multiplicar las órdenes o prohibiciones. Y más aún si se tratara de exigencias casi imposibles de cumplir. No se puede, por ejemplo, pedirle a esta edad que esté callado y quietecito un rato largo, o que no juegue cuando con ello no molesta a nadie, o que esté estudiando sin levantar la vista durante tres horas seguidas. En estos años, el niño es todo movilidad, y necesita expansionarse, debemos comprender su exuberancia vital.
Hay que mandar
lo que razonablemente
se pueda exigir.
Y en esto debemos ser realistas, pues las personas necesitan de cierto entrenamiento, necesitan aprender, y eso requiere tiempo.
Piensa también que
no debe hacerse promesa
que no se piense cumplir,
ni amenaza
que no se quiera luego ejecutar.
Al tener el chico, como ya hemos dicho, un profundo y vivísimo sentido de la justicia, sufre mucho cuando piensa que sus padres actúan injustamente. Por ejemplo, si dan señales de preferencia entre hermanos, o toman partido por éste o por aquél. El chico juzga conforme a lo que ve, y a veces le faltan datos.
Por eso no basta
con ser justo,
también es preciso parecerlo.
"Nadie engaña impunemente a un niño", dice Courtois. Los padres que emplean la mentira se desautorizan.
La mentira,
además de inmoral,
es mala aliada
e indica pobreza de recursos.
Si actuamos con rectitud, no será preciso mentir. Todo tendrá su explicación natural.
No sería nada formativo, por ejemplo, –aunque sea en cosas de poca importancia– que vieran a su padre decir que no está cuando recibe una llamada telefónica inoportuna. O que no advierte al dependiente que le ha devuelto dinero de más. O que comenta cómo ha engañado con una tontería al hermano pequeño que no quería tomarse el biberón. O muchas otras actuaciones semejantes.”
http://www.interrogantes.net/includes/d ... &IdSec=154
4-. Con esta forma de educar conseguiremos que piensen y decidan por si mismos: esto en el futuro será muy importante para su seguridad:
LAS RELACIONES DE PODER COMO SEMILLA PARA EL ABUSO SEXUAL
“Las relaciones adultos-niñ@os están basadas en un modelo autocrítico, vertical, en el cual los adultos tienen más poder, que niños y niñas, en este modelo los adultos ejercen poder basados en estrategias coercitivas, que implican uso se la fuerza, la agresión, la amenaza, la imposición, la intimidación, etc...
No cabe duda que estas son formas de abuso contra la niñez, sólo que están avalados, aprobados e institucionalizados socialmente, son pocos cuestionados y se repiten como forma aceptable tanto en la escuela como la familia.
Este modelo de relaciones de poder siembra la semilla que facilita que germine el abuso sexual. Este modelo predispone a que la niñez tolere y estructure aprendizajes de indefensión frente al abuso, en este caso el abuso no sexual y de los adultos. Desde este modelo practicando en la escuela y la familia niños y niñas aprenden que otros tienen más poder (los adultos), adquieren patrones de indefensión frente al maltrato y al abuso, aprenden a obedecer sumisamente incluso ante el maltrato y el abuso y estructuran una ciega obediencia que no puede cuestionar la autoridad.”
http://www.psicopedagogia.com/articulos/?articulo=364
“Puede insistirse en la obediencia instantánea y en las buenas maneras formales, comprobar que su hijo se comporta como se le ha dicho y que teme disgustados. Pero nada de todo eso ayudará a que se comporte bien, se mantenga a salvo o sea honesto cuando no esté usted presente para decide lo que tiene que hacer. N o va a estar siempre a su lado. Los buenos padres son los que se van apartando lentamente de esa tarea.
Aunque todos los padres experimentan momentos en los que desearían que sus hijos les «obedecieran al instante», de tal modo que decides: «Siéntate y estáte quieto» produjera unos niños quietos y silenciosos, la única clase de disciplina que realmente merece la pena es la auto disciplina que algún día le permitirá hacer y comportarse como debe cuando no haya nadie para decide lo que ha de hacer o incluso observar si no lo hace. Aparte de la necesidad inmediata de mantenerlo a salvo, decide a un niño lo que debe y no debe hacer sólo es un medio para alcanzar ese fin. Sus continuas exhortaciones e instrucciones sólo son las materias primas, que sólo adquieren valor añadido una vez que él las asume y las convierte en sus propias instrucciones, en parte de su conciencia.
Aprender los rudimentos de la auto disciplina exige mucho más tiempo que los años de la primera infancia. Algunos niños no la adquieren a tiempo para mantenerse firmes a través de los trastornos de la adolescencia. El autocontrol de algunos individuos sigue siendo rudimentario, de tal modo que incluso como adultos nunca pueden confiar del todo en sus propios juicios de valor o control de sus impulsos” (Penélope leach)
Un ejemplo:
“Probablemente la obediencia instantánea e incuestionable permitió a los padres victorianos de las familias numerosas llevar una vida pacífica, pero no puede producir niños capaces de pensar por sí mismos y, en consecuencia, de cuidar de sí mismos desde una temprana edad. La diferencia quedó nítidamente ilustrada cuando tres niñas pequeñas fueron secuestradas en un coche frente a su escuela. Una cuarta niña corrió a su casa y dio la voz de alarma tan rápidamente que el coche fue localizado y detenido y las niñas volvieron a estar en sus casas antes de una hora. Uno de los turbados padres preguntó: «Cariño, ¿por qué te fuiste con ese hombre en el coche? Siempre te hemos dicho que no vayas con personas extrañas». Con los ojos muy abiertos y una mirada de reproche, su hija le contestó: «Pero es que ese hombre me dijo: "Tu padre me ha dicho que vengas conmigo en seguida. Me ha enviado para recogerte". Así que me fui con él porque siempre me has dicho que debo hacer lo que tú digas». La niña que dio la voz de alarma fue interrogada por la policía: «¿Qué te hizo correr a casa en lugar de irte en el coche con tus compañeras?», a lo que la pequeña contestó: «Mi papá y mi mamá siempre me han dicho: "¡Piensa!". Así que pensé que si papá hubiera querido que fuéramos con él, habría venido a buscamos y que aquel hombre dijo que un papá le había enviado a buscamos, pero cada una de nosotras tenemos papás diferentes. Entonces pensé que sería mejor preguntárselo a mi mamá y eché a correr».” (Penélope leach)
Y uno más. Muchas veces nos hemos preguntado que fue lo que permitió que un regimen como el naci triunfara en álemania, con toda su locura asociada. Los socilolgos estudiosos del tema achacan al sistema educativo alemán, basado en un rigido sistema autoritario de “escalafón”, el hecho de que nadie se palnteara cuestionar la autridad de los ideologos del regimen.
Por todo ello, y termino, que va siendo hora, creo firmemente que no estamos equivocados. Que nuestros hijos educados de esta forma harán una sociedad más libre, más justa, y si esto no es posible, al menos serán mejores personas y se dejarán embaucar con más dificultad.