perdonad pero me vais a servir de desahogo. Es que el domingo pasado me reuní con unas amigas y me quisieron discutir todo lo relacionado con mi niña, desde la decisión de tener un parto natural (aunque al final falló, fue inducido, no soporté el dolor...) hasta el colecho, mis reticencias por llevarla a la guardería (si por mí fuera, no iría antes de los 2 años, pero por motivos laborales la tuve que dejar ya a los 5 meses), y, por supuesto, y por encima de todo, el hecho de que “todavía” le dé el pecho.
Cuando un tema me implica tanto como la maternidad, soy muy pesada buscando información, leo todo lo que pillo, intento aprender y luego me afecta muchísimo todo aquel que cuestiona unas convicciones que considero bien fundadas. No lo puedo evitar. Así que me dolió la conversación del domingo con dos personas que creía amigas pero que no hacían más que atacar lo que ahora mismo es lo más importante para mí. Y eso sin ni siquiera ser madres.
Bueno, la cosa empezó más o menos como tantas otras veces con mucha gente y no le di importancia. Que si Laia duerme con nosotros... pues lo típico, “eso es que está malacostumbrada” . Que si se despierta cada 2 horas, pues “claro, como sabe que hay la teta...” . Yo ni les había pedido consejo ni me estaba quejando. Solo les estaba explicando cómo llevo la maternidad. Si voy cansada, es mi problema,y no les estaba pidiendo consejo ni soluciones. Además, a estas alturas, podría decir que me he acostumbrado a dormir a intérvalos. Y dormir con mi niña, despertarme con su sonrisa, es una de las mejores experiencias que me ha dado la maternidad . Bueno, las dejé por imposible y cambiamos de tema.
Al rato comprobé que, definitivamente, la confianza da asco . Éramos 4 amigas (digo éramos porque me parece que dos de ellas me van a perder de vista en una buena temporada). Una de ellas tiene un bebé de 7 semanas, guapísimo, toma teta y está estupendo . A esta chica le recomendé discretamente que antes de parir se informara bien del tema de la lactancia (creo que es absolutamente necesario. Luego se te viene todo encima y ya sabéis que es muy fácil tomar decisiones desesperadas y equivocadas cuando acabas de parir y eres novata. ¡Ojalá alguien me hubiera avisado a mí!). Ella agradeció el consejo y le va fenomenal . Como la vi implicada, y como todavía no le había hecho ningún regalo por el nacimiento, en el encuentro del domingo decidí llevarle, cómo no, el manual de lactancia de Carlos González.
El libro sobre la mesa, al lado de los cacaolats y las lionesas, desató el debate.
El niño de Ángels había pasado unos días sin hacer caca. El pediatra le dijo que le pusiera supositorios. Yo le había comentado, muy modestamente porque no soy médico, que esto es normal en bebés de pecho y que no se considera estreñimiento. Que es mejor no intervenir. Ángels confió en mí y al día siguiente Arnau hizo su caca por sí solo y recuperó la regularidad . Cuando le contó al pediatra que había desoído su prescripción, se ve que respondió, un tanto azorado, que los supositorios eran más que nada porque la veía preocupada a ella... (ya sabeis, la manía por prescribir cosas “porque hay gente que si se va sin recetas, es como si no se hubiese visitado”).
Bueno, pues aunque el problema se había solucionado con mi humilde consejo, basado en CG, las otras se rieron un buen rato . Salieron con que podía haber probado lo de la ramita de perejil (esto, que he oído contar muchas veces en boca de mi madre, me provoca pavor. Porque fui alimentada 100% al biberón y tuve fuertes episodios de estreñimiento agudo . Pasé mi época de bebé llorando de dolor). Entonces aproveché que teníamos el manual a mano (perdón por la redundancia) para buscar el capítulo que trata del tema y así hacerlas callar.
Fue peor.
“De verdad crees que aquí está la verdad absoluta?” “Hay que ser crítica” “Lo importante es lo que diga el pediatra de confianza” Y todo esto con el ja, já, je, jé de “a esta tía le comen el coco y se lo cree todo”.
Esto me dolió, porque para mí, puesto que NINGÚN OTRO MÉDICO, ni pediatra, ni enfermera, ni médico de cabecera me han ayudado en absoluto con la LM, CG es mi pediatra “virtual” de confianza. Y a parte de todo lo que publicamos en este foro, aportaciones de mamás y documentos... habré leído y consultado una docena de manuales de pediatría, tanto “buenos” como “malos”, novedosos o de la biblioteca de la abuela. Así que considero que tengo criterio para decidir que el manual de CG es lo mejor que hay para entender al niño lactante.
Luego vino todo lo demás . Una de mis “amigas” dijo que tenía clarísimo que, a sus hijos los parirá con todas las anestesias posibles, y que no les piensa dar el pecho. La otra la apoyó en todo: que si a Fulanita le fue tan bien la cesárea, que si Menganita tiene dos críos de biberón tan hermosos... Cuando por fin llegó mi turno –y costó lo suyo que me dejaran hablar-, les dije (y eso con Arnau enganchado a su teta) que allá ella, que es su opción. Pero que yo creo que se perderá una parte muy importante de la maternidad y que, sobre todo, privará a su niño del derecho de alimentarse con una leche específica para él.
Creo que en este punto, lo hice mal; ya me lo diréis vosotras. Porque salió de mí MONTSE, LA RADICAL DE LA TETA. Porque en este momento Laia pidió de mamar y parece que les pilló a todas desprevenidas. Habían supuesto que Laia ya estaba más que destetada. Y no pude soportar la cara de asco de la anti-teta, que provocó que me radicalizara aún más. Quise dejarle bien claro que la lactancia materna es lo mejor que hay, indispensable para favorecer el sistema inmunológico... Creo que sonó un tanto aleccionador y aquí se ofendieron ellas. Llovieron en la conversación mil casos más, “mi prima no le dio al segundo para atender mejor al primero, y bien majo que está”, “la vecina no le dio nada y eso que su marido es cirujano” (con tono de “y sabrá más que tu”), “mi hermana empezó a darle y le dijeron que el bebé se estaba desnutriendo”” si tu niña no se pone enferma es porque el curso pasado apenas iba 3 horas a la guardería”. Eran dos contra mí. No pude con ellas. Ángels hizo bien de ir a la suya enfrascada con su niño (que lloraba: “a ver si se queda con hambre... a Menganita hubo que darle una ayudita”!!! ).
Os juro que intenté tomar aire y suavizar la velada. Les pregunté qué le veían de malo a la LM. En este foro he aprendido todas las respuestas a los tópicos. “Le das biberón y así eres más independiente, y el papá se puede implicar en la crianza” “Si no tienes leche la gente como tu te hace sentir fatal”. Pero ya no me dejaban hablar. Y es por eso, porque no me dejaron replicar, o no supe hacerlo, que me siento fatal y ahora sois vosotras las que me aguantais el rollo. Perdonadme, pero necesitaba explicarlo y sé que vosotras sí me escuchais.
Un beso