MERCÈ ANGLADA, 42 AÑOS COMO COMADRONA: MÁS DE 10.000 PARTOS
"Hoy en día hasta disfrutan del parto"
LLUÍS AMIGUET - 17/03/2006
Tengo 65 años: ¡me acabo de jubilar! Voy a ser arqueóloga. Mi primer parto fue en 1962: he asistido más de 10.000 nacimientos, sin contar mellizos. Soltera: no sabe usted cuántas guardias he hecho. Creyente: he bautizado y bautizo a todos los niños que no han logrado nacer. He trabajado en la clínica con tres generaciones de los doctores Dexeus
- Era mi primer parto. Le pusimos una lavativa a la paciente. La llevamos al lavabo y la dejamos sola. Entonces oímos un "¡ahhhhh!". De repente se puso a parir y, como no teníamos ni idea, quisimos hacer caminar a la señora de vuelta hasta la cama...
- ¡Pobre señora!
- Se retorcía de dolor. Al oírnos, vino corriendo la señora de la limpieza, que llevaba más tiempo que nosotras allí, y sólo por eso ya sabía más que nosotras...
- La veteranía es un grado.
-... Y nos gritó que no moviéramos a la parturienta: "¡Al suelo, al suelo!".
- ¿Es lo que hay que hacer?
- Es lo que hay que hacer. Y así la señora parió felizmente en el suelo del lavabo.
- ¿Han cambiado mucho las cosas desde que hacía usted prácticas?
- Entonces no había anestesia. Las madres parían entre alaridos: te mordían, te agarraban, te arañaban. En cambio, hoy, fíjese qué calma reina aquí: hasta disfrutan del parto.
- Con el tiempo, se acostumbraría usted.
- Pronto aprendí que cuando la madre chillaba "¡Me muero! ¡Me muero!", entonces era cuando nacía su hijo.
- Tiene todo el sentido de la existencia.
- Y hoy vienen ya muy prevenidas, lo cual es bueno, pero ha desaparecido el misterio.
- ¿?
- Antes lo primero que preguntaban era: "¿Es niño o niña?", y ahora ya lo saben, y también saben si van a ser gemelos.
- Para eso, es casi mejor ir preparado.
- En los sesenta, había que verles la cara cuando les anunciabas: "¡Que llega otro!"...
- ¡Cuántas alegrías!
- Decían: "¿¿¿Otro???". E incluso algún: "¿¿¿Otro??? ¡¡¡Otro no, por favor!!!". Pero luego se iban encantados a casa.
- ¿Su peor parto?
- Un cantante famoso... No sé si decirlo...
- Descuide: guardemos su anonimato.
-... Que estaba en plena temporada de galas de verano, nos trajo a su señora casi a punto. La dejó y se fue el pobre a cumplir con sus contratos.
- A luchar por la familia.
- Todo iba bien, pero tuvimos que administrarle un antibiótico a la paciente y de repente tuvo un choque anafiláctico.
- ¡Qué horror!
- Fue una tragedia. Murieron ella y la criatura mientras su marido seguía cantando.
- ¿Cómo se lo explicaron?
- Pasé los peores momentos de mi vida esperándole y pensando lo que le diríamos.
-...
- Hoy le hubiéramos preguntado si era alérgica, hubiéramos tenido muchísimo cuidado, hubiéramos... Pero entonces apenas nadie sabía nada de las alergias.
- Tras cuarenta años, hoy debe usted de calar a la parturienta sólo con verla llegar.
- He desarrollado un cierto instinto.
- Por ejemplo.
- Al primer vistazo, ya sé cuánto va a tardar el parto. Y si tiene caderas estrechas, es delgadita y una barriga redondita, entonces me digo: "Ésta será una buena paridora".
- ¿Y cómo son las que lo parecen menos?
- Si ha engordado 20 kilos en el embarazo, dices: "Mal". Las que engañan son las orientales: apenas se quejan. Recuerdo una japonesa que tuvimos que llevar a la carrera de la sala de visitas a la de partos, porque no decía ni mu y ya tenía contracciones. Y también he visto cada comedia...
- Cuente, cuente.
- Tuvimos una que cada vez que entraba el marido, chillaba y chillaba. Cuando se quedaba sola, se relajaba. Al final la cogí por banda en confianza y le pregunté por qué hacía eso: "Me estoy trabajando - me dijo- unos pendientes de brillantes".
- ¿Y los bebés?
- Dan agradables sorpresas. En una ocasión dimos uno por inviable. Estábamos convencidos de que no sobreviviría. Apenas pesaba 800 gramos. Entonces no había incubadoras, así que la bauticé y la envolví en una toalla en un rinconcito. La dejé tapadita y fuimos a comer, dándola por perdida.
- ¿. ..?
- Seguimos trabajando por la tarde cuando oí un ruidito. Corrí a mirar aquel paquetito que estaba llorando y llamé al doctor. La intubamos y salió adelante.
- ¡Bien!
- Era una niña. Ante las mismas dificultades, las niñas siempre salen adelante.
- Ése fue un susto milagroso.
- Tuve otro que también fue mucho susto. Estaba haciendo un tacto rutinario a una embarazada, cuando el feto, que venía con la mano encima de la cabeza, sacó la mano y me agarró el dedo.
- ¿Cómo?
- Sacó su mano y tocó la mía. Yo pegué un grito... ¡Qué susto! Pero fue muy bonito.
- ¿Les piden muchas el parto natural?
- Las escandinavas suelen pedirlo y la verdad es que son consecuentes, pero aquí hay muchas primerizas que vienen muy convencidas de que rechazan la anestesia..., hasta la primera contracción. Entonces son las que la piden con gritos más fuertes.
- ¿Qué le parece lo de guardar los cordones umbilicales?
- Me parece muy bien si salva vidas, pero los cordones deberían estar al alcance de todos para que también pudieran salvar las vidas de todos.
- ¿Qué le pregunta primero la familia?
- El peso del bebé. Hoy es la única noticia. Pero lo que me hace pensar es que casi nadie pregunta por la madre. Excepto la madre de la madre, que siempre pregunta por su hija primero.