Estaba viendo Calliou hace unos meses. No se si la pasan en España, es una caricatura canadiense de un niño de cuatro años con una hermanita de dos. El caso es que hubo un episodio en el que los papás hacían una fiesta para adultos y mandaban a los niños a la cama. Los niños no se querían ir a dormir y a cada rato bajaban a la fiesta y los papás les subían nuevamente a dormir. La moraleja era que al día siguiente los niños estaban muy cansados por no haber dormido bien y que tenían que acostarte a su hora sin rechistar
Almudena se quedó muy frustada. Era incapaz de enteder que sus papás no le nvitaran a la fiesta y durante más de un mes nos preguntaba sobre el tema, sobre todo cuando ibamos a invitar a alguien a comer o teníamos vista. ¿Me van a invitar? Decía con mucha angustia, por cierto.
Cuento todo este rollo para explicar la diferencia entre incluir a los niños y excluirlos. A nosotros, mi familia, nunca se nos ocurriría hacer una fiesta que no contara con los niños. Si quieren estar, están y si se cansan se van a dormir pero no les mando a la cama porque hay cosas de mayores. Ya sea Navidad, Año Nuevo, el día de la Independencia, Muertos, las Posadas o lo que toque normalmente en México siempre están incluidos los niños en las actividades.
Del mismo modo están incluidos cuando vamos a comer fuera o cuando vamos de compras al súper (siempre hay un rato para el parque y los juegos)o cuando salimos de viaje de fin de semana o cuando vemos la tele (solo tenemos una y solo queremos tener una).
Hay cosas que a lo mejor no es apropiado hacer con los niños que cada cual sabe y hay cosas que a lo mejor no nos dejan hacer con niños como ir al trabajo. Pero creo que es importante incluir a los niños en nuestra vida: en nuestro ocio, en nuestro sueño (¿rtealemnte es tan "grave" contarles un cuento antes de dormir y esperar a que se duerman antes de salir del cuarto?), en las comidas (les obligamos a veces a comer alta cocina o pescado con espinas), en los paseos (¡qué cosa tan aburrida para los niños cuando vamos de compras y no hacemos nada para ellos!). Los niños son extraordinariamente generosos y nos regalan muchas horas al día para nosotros: las del trabajo, las de hacer la comida, las de limpiar la casa, las de ver nuestra serie de TV, las de ir al Súper, las de trasladarnos, las de bañarnos, las de comer,... A cambio nos piden sólo que contemos con ellos (parafraseando a Benedetti): "Hijo, usted sabe que puede contar conmigo, no una ni dos, ... sino que puede contar conmigo"
¿Por qué nos cuesta tanto contar con ellos? ¿Por qué tan seguido queremos que sean invisibles y no molesten? ¿Por qué queremos escuchar las noticias en el coche y no a Cri.Cri? ¿Por qué queremos platicar siempre de tonteras con la pareja y no de tonteras con nuestros hijos? ¿Por qué queremos discutir sobre el sexo de los ángeles en vez de tirarnos al suelo a jugar con nuestros ángeles?
Estar con ellos, ESTAR con mayúsculas es SOSTENERLOS, es S.O.S -TENERLOS. Es amarlos incondiconalmente, como nos aman ellos a nosotros.