bittmaijo escribió:Yo a mi hija le enseño a no pegar, y no le he pegado nunca. También es la protagonista de una anécdota publicada en este foro que se llama "no se pega a los niños". Hasta ahí todo claro.
Pues resulta que hace unos días leía con mi madre el cuento de los cabritillos y el lobo, que le encanta. Mi madre le empezó a decir que el lobo era muy malo y mi hija le preguntó si se le podía pegar. Mi madre le dijo que por supuesto y ambas se pusieron a dar al lobo la paliza de su vida entre grandes risas. Desde entonces éste es su deporte favorito, está el cuento para tirarlo. Yo la miro con cara de póker, porque por un lado no me gusta mucho la escena pero por otro algo me dice que es importante para ella, y que quizá el lobo de los cuentos está precisamente para eso, para canalizar hacia él toda tu furia.
Hasta estoy por comprarle uno de peluche para que le zurre. Por cierto, lo del lobo lo hemos hecho extensivo a las brujas y los ogros. Desde que he empezado a pensar en el tema he llegado a la conclusión de que la violencia no es buena de entrada, pero que si alguien te quiere comer, o sea comer-comer, a ese sí hay que zurrarle, ¿o no?
¿Que opináis?
Como me enrollo más que las persianas perdí de vista ya la cuestión inicial, aunque creo que mi punto de vista está más o menos claro: mientras tú detectes que es sólo un juego... porque el lobo de los cuentos sí está ahí precisamente para eso: ese, el ogro y la bruja son malos sin fisuras, sin dudas ni medias tintas. Además NO EXISTEN FUERA DEL CUENTO. Así que vienen genial para ese desfogue. Luego vendrá aquello de echarle la culpa al lobo, que para eso está también.
La pena es que malos sin fisuras ni dudas como el lobo, que te quieran comer-comer... pues no hay, salvo en los tratados de filosofía: hay enfermos mentales, hay personas que fueron maltratadas en su infancia, hay psicópatas, pero malos-malos en estado tan puro como en el cuento a los que podamos pegar, no los hay: fíjate que hasta mi jefe tiene familia!!
Ah, y buenos-buenos... pues tampoco. Menos ellos. Me refiero a nuestros hijos.
(fijo que dentro de un par de horas cuando me toque la primera diana de la noche entraré a editar y borrar esta última frase )