Almudena con sus dos años y media se pasa la noche hablando dormida. Y claro, se despierta con su voz y se asusta y llora. Y si no, se pelea en sueños o se pone a jugar y a dar manotazos y claro, se golpea y llora. Total, un panorama porque se despierta unas siete veces por noche.
Antelmo con sus nueve meses lleva una semana que se despierta cada veinte minutos llorando como un poseso. Se pega a la teta y en cuanto se suelta, comienza a llorar.
Como imaginaréis mi estado de agotamiento empieza a ser preocupante porque de puro sueño empiezo a tener accidentes domésticos, sobre todo con el enano que se cree fitipaldi y quiere caminar y se cae y se rompe la crisma o se me escapa a las escaleras y si le pongo la puerta la quiere brincar y sale peor.
El caso es que ando sin muchos ánimos para dar consejos porque de verdad que últimamente ninguno de los que doy me funciona con mis hijos. ¿Será eso de que en casa de herrero cuchillo de palo?