Pero Ay. Mi marido tuvo vacaciones y estuvo en casa 2 semanas. Claro que sus quejas se incrementaron. Y para colmo, vienen más de 2 dientes en cada boquita y por si fuera poco, empezaron a caminar.
¡Horror! de despertar y volverse a dormir al mudarlas de la cuna a nuestra cama pasaron a despertar y quedarse despiertas, jugando, balbucendo, o llorando por no ser autorizadas a bajar a jugar. Luego de 4 noches de pesadilla mi marido dijo que iba a buscar cómo ir a dormir a otro lado porque ya no podía más (el muy traidor) Y claro, yo con la culpa que me cargo (culpa de todo, aclaro, pero que es sólo mía, nadie me la está adjudicando) le ofrecí que intentáramos lo del susdicho libro. Creo que en realidad no lo leyó, porque cuando le expliqué cómo funcionaba el asunto, ya no le pareció tan buena idea, y mucho menos cuando le preguntó a su mamá si ella sabía de alguien que hubiera aplicado el "dejarlos llorar" con éxito. Ay mi suegrita!! lo regañó como nunca, le dijo que una de las particularidades de la paternidad era la vida con culpa y que además ella, con 4 hijos nunca los había dejado llorar. Que ella aún sentía la culpa de que mi marido, cuando niño, se quedara llorando en su primer día de clases. Luego, y cito: "vas a disciplinar a alguien que no conoce la diferencia entre disciplina y abandono" y por último, "sea usted hombrecito, aguántese como los machos y no diga tonterías"
En resumen, mi culpa por que mis hijas no lo dejan dormir se desvaneció y reiteramos y confirmamos nuestro rechazo a dejar a nuestras ranitas llorar. Nos cuesta mucho evitar que lloren como para hacerlo a propósito con un supuesto método que no garantiza resultados.
Seguimos desvelados y rezando por que los dientes que vienen terminen de salir, y por que la angustia de separación recalcitrante que padecen nuestras hijas, sea una etapa pasajera que termine rápido. Y aunque a veces nos desanimamos y perdemos la esperanza, ya cumplieron un año dando guerra, y nosotros con ellas. Ahora que ya caminan comienzan las corretizas. Y de domir de corrido, todavía no vemos la luz al final del tunel.