Acabo de pasar, con mi hijo menor, Carlos, la primera crisis de angustia de separación. A pesar de ser madre de otra niña, Sandra, esto me ha pillado desprevenida, ya que, no recuerdo una etapa similar con ella a esta edad. sin embargo, a medida que la angustia de Carlos se hacía evidente, fui observando en Sandra, lo que se llamaría corrientemente un aumento de los mimos, mucho mayor que en el momento del nacimiento del pequeño. Y un día, al observarla me di cuenta: ¡ella también está pasando por una crisis de angustia de separación!.
Eso me animó a estudiar el tema y el fruto de esas “investigaciones” es este artículo que espero que os guste.
Los expertos diferencian los términos vinculación y apego. El primero, se utiliza para la relación que se establece en los primeros días-semanas de vida, entre la madre y el recién nacido, y tiene como principal protagonista a la madre y la alimentación. El segundo, el apego, es una relación de orden más psicológico, y en el establecimiento de esta relación participan la madre y el niño. Para que el apego se produzca con la madre o cuidador o cuidadores especiales (siempre un número reducido de una o dos personas, que posteriormente se amplia) es necesario que el niño emita unas señales y la madre (extensivo a los cuidadores) responda a esas señales de determinada manera.
¿Qué señales emite el niño? llorar, llamar, balbucear, sonreir, succionar (sin fines alimenticios), “colgarse”, y comportamientos motores: aproximación, seguimiento y búsqueda.
¿Qué respuestas espera de su madre-cuidador?
-atención: la madre cuida y protege cuando el bebé emite sus señales preverbales.
-anticipación: la madre adivina y predice adecuadamente las necesidades del bebé.
-interpretación: la madre dice en voz alta que cree que está pasando a su bebé (así el bebé va poniendo etiqueta a sus propias sensaciones: en un principio la sensación de angustia es única para todos sus problemas y es la mamá la encargada de ayudarle a interpretar: ¡ah! lloras porque ya tienes hambre ¿verdad?)
-mediación: la madre describe en voz alta lo que está pasando en la realidad externa.
-responsividad: la intervención verbal y en acción de la madre es oportuna, pertinente, flexible, lúdica y efectiva, ya que tranquiliza al bebé. Es decir: no es suficiente con acudir a atender al bebé rápido, entender lo que le ocurre y decirlo en voz alta, si se hace con disgusto, transmitiendo sensación de fastidio: eso produce desconcierto en el pequeño.
-comunicación: hay un continuo dialogo entre la madre y el bebé: uno lo inicia, el otro lo sigue …
-contacto visual y físico.
Una relación de apego seguro-consistente tiene mucha relevancia en varios aspectos de la vida de adulto. Un niño que ha establecido una relación correcta de apego con los cuidadores de la infancia hace al niño más fácilmente socializable. La figura de apego es clave. En los primeros años de vida, el niño debe formarse una idea de si mismo y de su relación con los demás. Este fenómeno da lugar al modelo interno de trabajo en las relaciones sociales. En general, cuando un niño tiene un modelo de si mismo como alguien valioso, entendido, y un modelo de sus personas claves como personas que le validan, son responsivas y predecibles, tendrá un mayor sentido de seguridad, estrategias más eficaces para solicitar ayuda si la precisa, un sentido más optimista de las relaciones sociales, todo ello acompañado de mayores niveles de autoestima y autoconfianza.
Este niño será más fácil de educar porque su motivación para obedecer y adaptarse a las normas de la sociedad no será el miedo al castigo o a perder el afecto de otros, sino el saber que hacer las cosas de forma socialmente aceptable será del agrado de sus padres-cuidadores.
En sus relaciones afectivas con otros adultos a partir de la adolescencia, los niños apegados a sus padres con seguridad tienden a repetir el modelo, estableciendo con sus parejas relaciones en las que priman la confianza en ser amado, apreciado, valorado y apoyado en caso de necesidad. y a su vez son personas con capacidad de amar, entregarse en las relaciones y ayudar a su pareja en caso de que esta lo necesite.
¿Cuándo se establece esta relación de apego?
Se inicia el establecimiento ya en los primeros meses de vida. Más que un plazo fijo, hay un periodo “sensible” para el establecimiento de una figura de apego, de modo que incluso niños adoptados que no han tenido ocasión de hacerlo en un principio, pueden establecer esta relación más tarde. Este periodo sensible dura más o menos hasta los 3 años.
¿Qué son las crisis de angustia de separación?
Una vez que el establecimiento de las relaciones de apego se ha consolidado, hacia los tres años, el niño es capaz de separarse de sus figuras de apego, manteniendo la confianza de que en la distancia también puede contar con ellas como base segura. Al final de esos tres años, estas figuras se habrán ampliado y ya no será solo la madre y/o cuidador habitual, sino también el padre, abuelos…es decir, el círculo más cercano al niño.
Hasta ese momento, cualquier suceso que ponga en peligro la relación, según la visión del niño, hará que se disparen las señales que producen para tratar de restablecer la proximidad del objeto de apego: repasemos: llorar, llamar, balbucear, sonreir, “colgarse”, succión no nutritiva, y comportamientos motores como aproximación, seguimiento y búsqueda. Cualquier cosa que le proporciones el acercamiento de su madre, y de distinta forma según la edad del niño: un bebé de 8 meses llorará si le dejan en el parque, porque no puede seguir a su madre, uno de 16 meses la perseguirá como una sombra por la casa, o pedirá el pecho casi en cualquier circunstancia.
No solo el alejamiento físico dispara estas señales: también cualquier situación de estrés, disgusto o molestia lo hará. Es frecuente que los niños que mamás pasado el año, pidan pecho en circunstancias en las que no se sienten seguros, y no solo para comer.
Es importante entender que para el bebé el establecimiento de esta relación es vital. Forma parte de su conducta instintiva. De hecho hay estudios que relacionan la aparición de conductas de apego con el desarrollo de las áreas cerebrales que se relacionan con la comprensión social y emocional y en esos estudios se ha observado que la ausencia de estas experiencias produce déficits a lo largo de toda la vida.
¿Qué ocurre si desantendemos o despreciamos esos intentos de acercamiento?
Puesto que para el bebé esa relación es vital, tenderá a aumentar las señales, con el fin de tratar de asegurar que será atendido de forma correcta: llorará más, pedirá mas brazos, puesto que la angustia será cada vez mayor.
BIBLIOGRAFIA:
EL APEGO MADRE-INFANTE COMO UA RELACIÓN INTERSUBJETIVA DRA MARIA CLOTILDE JUAREZ-HERNANDEZ.
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Hasta aquí, el fruto de mis estudios. A partir de aquí, comento mis observaciones, y mi experiencia personal.
¿Por qué en crisis? ¿Porque a edades determinadas?
En estos meses de hacer y responder preguntas en el foro, me lo he preguntado muchas veces.¿que hace que los niños estén sincronizados hasta ese punto, en general?. Y he llegado a una conclusión: las fases “fijas” de angustia (6-8, 12, 16-18, 22-24…) se acompañan en general de hitos en el desarrollo:
- a los 8 meses, aparece la conciencia de la madre como ser a parte y la permanencia de objeto (saben que mamá existe aunque no la puedan ver). Pero además muchos bebés a esa edad comienzan a poder separarse de su madre mediante el gateo.
- a los 12 el inicio de la marcha
- a los 16-18 se inicia el periodo de auto afirmación y en general empiezan los berrinches y broncas, con el consiguiente deterioro de las relaciones con la madre (broncas a diario, que le producen inseguridad)
Y así sucesivamente. a estos periodos fijos de angustia tenemos que añadir otros, variables, que se producen en relación a cuestiones personales de cada familia: inicio de la actividad laboral de la madre, cambio de cuidadores, periodos de menor atención materna por otras razones. Dentro de este último epígrafe incluyo, por ejemplo, el nacimiento de un hermano, o la crisis de un hermano, o una enfermedad de un hermano.
¿Y esos periodos de papitis o mamitis?
a partir de los 18 meses, el círculo de apego se amplia, y, es posible que dichos comportamientos tengan como finalidad incluir al padre entre las figuras de apego.
¿Y porque Sandra no pasó esta crisis a los 8 meses, y ahora está colgada de mi como nunca?
Pues para eso he elaborado una teoría particular: Sandra tuvo todos los brazos que un bebé pueda necesitar sin a penas esforzarse, por ello no pasó angustia en ese momento. Carlos ha tenido que disputar su atención, ya que ahora son dos niños. Y a medida que el ha ido haciendo valer sus derechos, Sandra ha sentido que esto pone en peligro sus propia relación conmigo. Probablemente si el segundo hijo es un bebé de altas demandas (más llorón o con problemas, para entendernos) esto produce una crisis en el mayor en relación al nacimiento. en nuestro caso no ha sido así, Carlos ha sido muy tranquilo y dormilón, así que le dio 8 meses de tregua a Sandra.