Mi peque tiene ahora 28 meses y aunque es un niño estupendo y generalmente no tenemos problemas porque combinamos paciencia con el hecho de que es un niño de buen conformar, a veces se nos rebota y no sé cómo afrontarlo. Os explico dos situaciones:
- Se despierta por la mañana, contento y feliz, y no quiere vestirse, sólo quiere jugar en la cama: se tumba boca abajo, encoje las piernas... me niego a vestirlo a la fuerza, porque me parece que no es manera y termino agotada, física y psicológicamente, pero no responde a explicaciones, juegos, peticiones de que me deje ver cómo lo hace él. Hoy he optado por decirle que podía jugar un rato y que me avisara cuando estuviera listo para vestirse. Cuando me ha llamado, resulta que seguía igual, y he terminado hecha una furia hablándole, no a gritos, pero sí en plan ogro y enviándolo a un rincón hasta que se quisiera vestir. Al cabo de dos minutos ha venido y le he vestido. Normalmente le doy margen para que cambie de opinión o jugamos a algo y se va distrayendo, pero las mañanas no nos dan mucho juego.
- Ayer, mientras jugaba, tiró la pila de la ropa que yo estaba plegando: explicación de que tenga cuidado, que ahora tengo que hacer doble trabajo, que juegue más lejos... siguiente paso: tira la ropa a propósito. Aquí ya subo el tono: explicación en plan bronca. Pero el caso es que él ni reacciona: o no me mira, o sigue sonriendo. No sé si es una reacción a mi enfado, que no sabe cómo encajar y se dedica a ignorarlo o bien que no es capaz de detectar lo que es el enfado.
Siento el rollo, chicas, pero no sé resumirlo más. ¿Qué puedo hacer? Sé que necesito más paciencia , pero hay días en los que la tengo bajo mínimos.
Gracias y un beso,
loula