Mi hijo siempre ha sido de los de érase un bebé a una teta pegado, incluso ya bien pasado el añito y medio. Estoy casi segura de que el embarazo ha cambiado la historia de esta lactancia, que no tengo ni idea de cómo habría seguido en caso de que las cosas hubieran sido distintas. En cualquier caso, hace un par de meses empezó a cambiar todo, primero en mí, y luego en él.
Yo empecé a rozar la famosa agitación del amamantamiento allá por septiembre, por suerte sólo por la noche, cuando le dormía. Se me hacía interminable la toma, me molestaba muchisimo el roce y me cogía unos cabreos tremendos. Él tenía la costumbre de dormirse con la teta en la boca, y me costaba un mundo sacarla y que se quedase dormido, así que poco a poco le empecé a explicar que cuando se dormía la teta también quería dormir, y que la tenía que soltar, que mamá se quedaba con él, pero que por favor soltara la teta. La agitación es horrible, lo equiparaba con la sensación de que un viejo baboso te estuviera intentando excitar sexualmente tocandote las tetas mientras tú tienes cero ganas (perdón por ser tan explícita, pero lo describe a la perfección). Con el tiempo y paciencia (y mucho morderme los labios, los dedos, tirarme incluso de los pelos (literal), e intentar evadirme mentalmente del vejete acosador como podía) empezaron a ser tomas más cortas, y cuando cerraba los ojitos le sacaba la teta y se quedaba tranquilo.
Él por su parte también empezó a hacer menos tomas. Curiosamente la primera que quitó fue la que yo más adoraba, que era cuando le recogía de la guarde. Se pegaba a mí como una lapa y nos tirabamos un buen rato mirándonos a los ojos, sin apartar la mirada el uno del otro, mientras yo le decía cuánto le había echado de menos y cuánto le quería, le cantaba canciones de amor y le acariciaba la carita... Me miraba tan serio y tan tierno que se me cae la baba sólo de recordarlo. Un buen día, dejó de pedir teta nada más entrar por la puerta
Poco a poco, muy despacio, ha ido dejando de pedir teta a todas horas, hasta el punto que sólo tetea para dormir, y cuando me baño con él o le saco de la bañera.
De una semana a esta parte en vez de dormir con la teta en la boca se duerme sólo , conmigo a su lado, casi siempre abrazándome, algunos días pide un poco de teta y agua pero él solito se suelta y sigue dando vueltas en la cama. Como contrapartida, en lugar de dormirse en 5 minutos en la teta, tarda en dormirse entre media hora y una hora
Ayer por primera vez, un día antes de hacer los 23 meses, se quiso dormir en su habitación, en su cama de mayor y en todo el rato que estuvimos allí tumbados no pidió teta ni una sola vez , claro que estuvimos allí dando vueltas una hora enterita.
Veo que poco a poco va tomando sus propias decisiones, y por mi parte tengo un montón de sensaciones contradictorias. Por un lado me llena de orgullo haber llegado hasta aquí, aunque también es verdad que en mis planes iniciales me hubiera gustado llegar más lejos. Por un lado me apena mucho perder esos momentos de compartir con él miradas, caricias, juegos... aunque sé que cambian por otra manera de relacionarse, pero en mi interior sé que no son igual... ni mejor ni peor, ya lo sé, pero... Curiosamente también me alivia que lo deje, el embarazo me deja las tetis muy sensibles y no es físicamente agradable, y eso que la fase de agitación ya quedó olvidada. Por otro lado, no puedo evitar preguntarme cómo habría sido todo esto sin un embarazo de por medio, y a continuación me siento culpable respecto al bebé que llevo dentro por tener esa clase de pensamientos... En fin, todo un carrusel de emociones.
Por supuesto que todo esto no quiere decir nada, y puede ser que el día menos pensado se enganche otra vez como loco y me tenga que tragar el post pero conociéndole y viendo cómo se está desarrollando todo... creo que esta aventura llega a su fin. Al hilo del famoso libro de C. González "Un regalo para toda la vida" siempre me preguntaré quién ha hecho el regalo a quien... Bueno, no es cierto, él ha sido quien me ha hecho el mejor regalo. Gracias mi amor.