Y es que a mí me parece un papel muy difícil. Ver a mi marido olvidar esas pequeñas cosinas que a buen seguro le duelen, y volver incansable una y otra vez, sin abandonarse ni un segundo al abatimiento o la tristeza, me hacen sentir una mezcla de orgullo, compasión y admiración. Si durante 14 meses yo hubiera intentado ir a consolar a mi hijo en algún despertar, e invariablemente se hubiera puesto a llorar como si le estuviese matando, como poco alguna vez hubiera sentido ganas de rendirme.
Pero ellos no. Ahí siguen, pacientes, esperando sin prisa que llegue su momento, sabiendo que llegará. Ser la mamá algunas veces es agotador, que tu bebé te demande tanto, a mí al menos, me produce una mezcla de alegría, miedo, orgullo... y también cansancio. Pero muchos, muchos días, miro al papá y me admiro de lo bien que lleva ese papel en la sombra. Yo no podría.
Confieso que algunas veces me pregunto si esta especie de desapego con el padre los primeros meses se produce sólo en los bebés que son criados con apego y respeto, o en todos, y también si este apego con la madre produce el "desapego" con el padre... ¿Me explico???
El caso es que desde aquí quería darles mi aplauso. Señores papás: me quito el sombrero.