- Mié, 07 Nov 2012, 16:25
#413318
Yo creo que estamos enmarañando un poco las cosas porque hay varios frentes abiertos.
Me parece que no se puede hacer una regla que valga para todo el mundo, porque influye mucho la edad y el temperamento del niño, el de la madre, la importancia que demos, tanto nosotras como ellos, a según qué cosas.
De todos modos, en líneas generales, yo diría lo siguiente (pido perdón por adelantado por el tocho
).
Un niño caprichoso y consentido no lo es porque se le haya hecho mucho caso, ni porque su madre haya dejado de fregar los platos para cogerle. Lógicamente, no se puede generalizar, pero los que yo conozco son más bien niños que en algún momento han sido acostumbrados a un exceso de pertenencias materiales, muchas veces para paliar la falta de tiempo o dedicación de los padres. Si tú necesitas cariño y a cambio recibes un juguete, es probable que con el tiempo acabes pidiendo más y más, porque no llegas a llenar ese vacío; por consiguiente, no aprendes a valorar las cosas, el esfuerzo que hay detrás de muchas de ellas, y te embarcas sin saberlo en la búsqueda de algo que no sabes bien qué es.
La edad del niño es determinante a la hora de actuar de una manera u otra, no es igual con 18 meses que con 4 años que con 8, no es lo mismo un bebé de 10 meses que da un manotazo porque no ha aprendido todavía a medir su fuerza que un niño de 3 años que lo hace durante una rabieta que uno de 7 a sabiendas de que eso es inaceptable. Las motivaciones son diferentes en cada caso, y por tanto las actuaciones y las consecuencias también difieren.
A mi modo de ver, un niño pequeño, digamos de menos de 2 años, tiene necesidades como se ha dicho. Dejemos de lado, de aquí en adelante, las causas de fuerza mayor y los peligros, porque en eso estamos todas de acuerdo, e intentemos delimitar la "zona gris". Yo creo que las necesidades de un niño se tienen que atender siempre que sea posible, no vale hacerle esperar para que aprenda, dejarle llorar para que se fortalezca ni estupideces del estilo. Dicho eso, tampoco se trata de hacer exactamente todo lo que el niño quiere en cada momento; cada uno sabrá dónde poner el límite y me parece presuntuoso por mi parte decir dónde creo que se debería de poner. Personalmente, creo que si se le puede evitar un sufrimiento se debe hacer; pero si evitárselo nos complica mucho la vida, igual hay que buscar el camino del medio.
No se trata de ser estrictos ni intolerantes ni inflexibles, solo de llevar la voz cantante en algunos aspectos. A mi entender, un niño pequeño todavía no está preparado para negociar, porque todavía no posee la capacidad verbal necesaria para proponer o aceptar un pacto, ni para sopesar pros y contras o para hacerse cargo de las posibles consecuencias en caso de incumplirlo. A esa edad sin embargo pueden entender explicaciones, si hay que decir que no o no ceder a una petición es recomendable explicarle por qué no es posible, para que vaya entendiendo que hay un motivo válido detrás, y para prepararle, el día de mañana, a argumentar y verbalizar también sus deseos y propuestas.
Con un niño algo más mayor, 3-4-5 años, se puede empezar a negociar. Sin embargo, creo que se debe recurrir a eso si realmente nos parece bien cualquier opción, no podemos darle a elegir entre merendar manzana o bollycao y presionarle para que elija manzana. En el momento en que proponemos algo, nos abrimos a la posibilidad de que no elija la opción que consideramos mejor.
Si un día no quiere bañarse, no pasa nada, pero si no quiere nunca, no podemos negociar el baño, podremos negociar el tiempo, la forma o los juguetes que llevará a la bañera, podremos inventar todo tipo de tácticas para que el baño le resulte agradable, pero la cuestión de fondo, el que hay que bañarse con cierta regularidad, la establecemos nosotras, no sé si me explico.
De más mayores todavía, pueden entender más cosas y por ejemplo decidir si quiere ir al parque o quedarse en casa pintando, porque ya tiene otro concepto del tiempo y sabe que si elige una cosa luego no podrá pedir la otra. Sin embargo, hay decisiones que todavía no están capacitados para tomar (p.ej. no le voy a preguntar a mi hijo si quiere dar religión en el colegio o no, porque considero que le faltan datos para tomar esa decisión).
Finalmente, no me gusta el planteamiento de Jean Liedoff (espero haberlo escrito bien
), me parece muy rígida en su postura y bastante utópica, el continuum me parece excelente a nivel teórico pero bastante irrealizable en la práctica, por lo menos en el mundo occidental y moderno. No me gusta la idea de que el niño sea un simple pasajero; mi coche lo conduzco yo y por tanto decido a qué velocidad vamos, pero todos tienen derecho a opinar sobre la temperatura o la música que quieren escuchar o a recomendarme la ruta que consideran más conveniente.
P.D.: Jo
Mon, qué morriña!! En ese post sale un montón de gente que hace mucho que no participa y a la que recuerdo con cariño
... y qué pedante era yo ya por aquel entonces
♥ Mamá de dos polluelos que dieron forma a mis sueños y los hicieron realidad ♥
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más... Mi blog: El mundo de Kim