Ultimamente su padres se encarga casi todo el día de él y su paciencia se estaba evaporando por momentos. La semana pasada ya estaba muy harto y por un motivo bastante tonto descargó todo su estrés y le dio dos azotes. Me dolieron en el alma y le recriminé delante de los niños. No estaba dispuesta a seguir por ese camino, había que cambiar el chip y retomar la educación de nuestro hijo mayor por otros derroteros. Yo tengo más peciencia que él, pero aún así ya estaba resultando insoportable para los dos esa dinámica de gritos, amenazas y en ese caso concreto, azotes. Cuando se entra en ese círculo es muy dicífil discriminar lo que es importante de lo que no lo es tanto y cualquier trastada intrascendente ya se convierte en motivo de enfado para los padres. Así que decidimos hacer un ejercicio de reflexión y nos propusimos encarar la situación con otros métodos. Desde entonces nos va mucho mejor y la convivencia familiar parece otra.
Lo que nos ayudó (por lo menos a mí) fue buscar en nuestro hijo las virtudes que durante este año habían estado ocultas tras esa máscara de rebeldía, desobedicencia y mal humor. Como ya dije antes siempre ha sido enfadica y cascarrabias (eso viene de fábrica) pero también es divertido, ingenioso, inteligente, empático (tras esa coraza de dureza), creativo, maduro, se expresa como un adulto, sus amigos le adoran...En este último año ha dado un cambio radical en cuento a autonomía e independencia, su profe en la reunión de fin de curso se deshizo en halagos (tanto que a su padre ya le estaba dando vergüenza y se ruborizó), y estos últimos días ha perdido su eterno miedo al agua y ya casi sabe nadar...En fin, son tantas coasas...
Al analizar la situación me di cuenta de que los árboles no me dejaba ver el bosque y por estar obcecados en su mal comportamientos no hemos podido disfrutar de la evolución y las muchímimas cualidades de mi niño. Ójala pudieramos volver atrás, pero como eso es imposible sólo nos queda centrarnos en el presente y adoptar una actidud diferente que nos permita asumir y gestionar los conflictos desde otra perspectiva.
Siento que el relato haya salido tan largo, pero me veía en la obligación de escribirlo, era una deuda que tenía con Adrián y creo que es justo reconocer mi culpa de esta manera. También lo hago por si esta experiencia sirve de reflexión a otra mamá que esté pasando por una situación parecida.
Gracias por aguantar el desahogo.
Un beso a todas