Me ha enseñado que la paciencia se trabaja, que una madre tiene amor para todos los hijos. Yo que tenía miedo de si querría igual a la segunda que a la primera y en el mismo momento que la tuve en brazos me di cuenta que sí, que el amor es incondicional, que no tiene fondo y que se quiere de mil maneras distintas.
Espero seguir aprendiendo de mis hijas, espero que siempre disfruten de lo que son "niños" y que nunca pierdan la felicidad.
TE QUIERO MI NIÑA.