- Dom, 05 Dic 2010, 10:33
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Pero es que lo complicamos todo nosotras mismas. Luchamos contra lo que nuestros hijos necesitan. El sueño es un proceso evolutivo, se va adaptando a cada etapa de la vida del bebé, madura a la vez que lo hace él. Y no la lactancia materna no es agotadora, lo es si luchas contra corriente, si controlas las tomas que haces, si pruebas distintas cosas porque a nosotros no nos vale. El problema está que debido a las cargas que los adultos llevamos encima no podemos seguir el ritmo de sueño que tienen los bebés y ahí es cuando empieza todo.
Los bebés se despiertan y eso es así, lo que ocurre que hay bebés más conformados que se vuelven a dormir sin necesitar nada y otros, que son la mayoría, necesitan que les ayudemos para volver a conciliar el sueño. La lactancia cuando se ofrece sin controlar las tomas y el tiempo en el que están, funciona.
Pero empezamos a probar una cosa y otra, y ahí es cuando el sueño se trastoca. El bebé se inquieta porque no le damos lo que necesita y nos está pidiendo, nosotros nos ponemos nerviosas porque se empieza a despertar más veces, ¿por qué ? Pues porque se despertará más veces para comprobar que seguimos atendiéndole porque no sabe si estaremos o no. Un bebé no entiende de tiempo ni de control. Es muy simple, tengo hambre, tengo sed, tengo sueño y lo necesito ahora.
¿Que es cansado? Bueno pues como siempre, pero claro nos empiezan a decir que si a los 6 meses tienen que comer tantos gramos de papilla, tanta leche, tienen que hacer esto, tienen que dormir tantas horas y no no es así. Pero a nosotras nos surgen las dudas y en lugar de escuchar a nuestros hijos, escuchamos a la vecina bien intencionada que nos dice "es que tu leche no alimenta, dale papillas que dormirá mejor" o "tiene que dormir solo porque sino se acostumbra a tí".
Con la mayor me pasó, me encontré que mi hija se despertaba cada poco, hasta que no la metí en mi cama no descansé. Muchas noches no dormía intentando probar muchas cosas, que si retirada de pezón, que si te duermo y te dejo en la cuna, que si ahora va el papá, que si papilla de cereales para que duerma más, y lo único que me funcionó fue comprender que a ella no le pasaba nada que era yo la que estaba preocupándome. Dejé de probar cosas y seguí el ritmo de mi hija. La pasé a mi cama y le ofrecí el pecho sin controlarlo, no me preocupé si hacía succión nutritiva o de consuelo, si se soltaba o no, me buscaba una posición cómoda y a dormir. Y ya lo creo que dormí, menuda diferencia.
Me dijeron que cuando se destetara dormiría y cuando lo hizo no fue así, mi hija no durmió de tirón hasta que no le salieron los dientes y pudo verbalizar lo que sentía. Ahí empezamos a dormir.
Y con la peque ya ni me lo planteé. Tal como me la pusieron al nacer, me la puse en la cama y todavía sigue durmiendo a mi lado. Me hice con una bandolera, un meitai y con la patapum y aunque tenía otra niña de dos años pude estar con las dos.
Me importa un comino lo que piensen los demás, yo hago lo que mis hijas necesitan y no dejo que se metan en la manera de alimentarles o dormir con ellos. Siempre que me han preguntado les he dicho la verdad, mis hijas duermen bien como tienen que dormir a su edad. Ni más ni menos.
Y respecto a las fiestas, pues bueno ya se sabe que los bebés necesitan tranquilidad, si hay más gente de lo habitual, si hay más ruido pues está claro que estarán más raritos. Aunque igual os pasa como a mis hijas que contra más cachondeo había mejor dormían, jaja. Si un niño de 4 años se altera en las fiestas, por no hablar de los adultos, pues cómo no lo va a hacer un bebé pequeño.