- Lun, 15 Nov 2010, 11:24
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Este texto está sacado del libro ” No llores más” de Sheila Kitzinger.
“Las reglas estrictas y la disciplina rigurosa fueron introducidas por el sistema Truby King de crianza infantil. Yo me inicié en la vida como un bebé Truby King. Me pusieron en una habitación toda blanca lejos de mi madre, me daban de comer basándose en una fórmula científica especial con horarios estrictos, me pesaban antes y después de las comidas y no me mecían ni me cogían en brazos para darme palmaditas si estaba sobreestimulada. El Dr. Truby King, nun neozelandés cuyo sistema de alimentacion infantil se basaba en un programa de crianza que él mismo había desarrollado para terneros, denunciaba que una manipulación innecesaria le producía al bebé indigestión y transtornos nerviosos en su vida furuta. Me quedaba sola en la cuna y le gritaba con todas mis fuerzas, al parecer durante horas, a mi desesperada madre. Al cabo de unas semanas se dio por vencida, se dejó guiar por sus sentimientos, y yo renací.
Frederick Truby King hacía giras para dar conferencias por todo el mundo occidental en la década de los años veitne. Enseñaba que no se debía confiar en las madres. Que eran blandas y tontas. Les ordenaba reprimir sus emociones y ser autodisciplinadas para criar a sus hijos. No se podía coger al bebe para abrazarlo ni mecerlo, y se debia establecer una rutina rígida para darle de comer, para ponerlo a dormir y a hacer ejercicio. Advertía que si no se seguían sus principios, los niños crecerían para convertirse en criminales o psicópatas.
Truby King les decía a las mujeres que lo que habían hecho durante siglos – dar de comer al bebé cuantas veces quisiera, consolarlo cuando lloraba y mimarlo por la noche en la cama- era terriblemente dañino. Advertía que despertar al bebé para darle de comer a cualquier hora entre la media noche y el amanecer era antinatural. Decía que cualquier bebé puede malcriarse con facilidad y convertirse en un pequeño tirano malhumorado e irritable. Una parte importante de su doctrina consistía en creer que darle al bebé cualquier cosa que él quisiera era establecer las bases para un carácter criminal.
Un tipo de comportamiento maternal que denunciaba con firmeza en su libro The Natural Feeding of Infants (1912) era la excesiva manipulación o estimulación de los bebés. “Muchas mujeres, inconscientemente o casi de forma mecánica, palmean al bebé para aliviarlo cada vez que se siente incómodo o irritale y de esta manera pueden provocar sibrepticiamente una grave indigestión (¿?¿) acompañada de incapacidad para retener una cantidad suficiente de comida (?¿??)” Las madres podrían hacer que sus bebés sintieran hambre sin darse cuenta o incluso matar a sus bebés con su amor incontrolado.
Se basaba en la suposición de que, si se quería evitar hacer un daño irreparable a los hijos, las madres requerían de psicólogos, doctores, enfermeras, especialistas en lactancia y expertos como él para decirles lo que debían hacer exactamente.
Muchos de los consejos que aún hoy en día reciben las madres primerizas con frecuencia – cría cuervos…, demuestrale al bebé quién es el que manda, déjalo llorar hasta que se canse, es por su propio bien, sólo llora para llamar la atención- han surgido de la convicción de este médico de que los bebés humanos deben ser tratados como si fueran terneros.
Las mujeres nunca lo podían hacer bien. Era imposible seguir las reglas al pie de la letra. Estaban destinadas a sentirse culpables de ser malas madres. La enseñanza conductista y los métodos de Truby King hacían de la maternidad un sufrimiento.
A principios de la década de los cuarenta, un aluvión de libros con consejos para bebés indundó el mercado. Afirmaban que se podía criar a un niño superior si se seguian las instrucciones del autor. “El bebé debe ser educado para domrir y se le debe enseñar a nollorar. Al nacer en una organización social donde el sueño nocturno es universal, debe ser entrenado para poder dormir toda la noche sin interrupciones”
Todo bebé debía dormir unas 19 horas por día, en la cuna solo, inmediatamente después de haberlo alimentado a las seis. “Si se despierta se le debe dejar llorar hasta que se canse, siempre que se encuentre bien”. Otro experto en bebés que aconsejaba que había que darles de comer con horarios, decía que un bebé de menos de tres años debe dormir todo el tiempo salvo cuando se le alimenta y se le atiende. Cada hora de vigilia es a expensas del delicado sistema nervioso.
Los autores diseñaban tablas con la cantidad de horas que un bebé debía dormir.
No obstante, había cierto desacuerdo entre los expertos. Mientras que la señora Frankenburg enseñaba a las madres que los pulmones de los bebés no podían desarrollarse a menos que lloraban todos los días y que corrían el riesgo de que el bebé muriera de neumonía si no lloraba. Marie Stopes se escandalizaa al enterarse de que una enfermera despertaba al bebé con regularidad y lo atormentaba media hora por día para hacerlo llorar, porque “llorar era bueno para él”.
En la década de los 50 una experta estableció que los recién nacidos debían dormir 24 horas del día. Seguramente se habrán daddo cuenta de que esto no tiene sentido. ”
Chicas, estos dicen más tonterias aún que
Estivill, increible.