- Dom, 08 Ago 2010, 23:41
#373703
En respuesta a tu pregunta, pienso que SI, se crean los límites de tolerancia. En niños o adultos, las expectativas crecen o disminuyen en función de las probabilidades que tengamos de ver satisfechas nuestras necesidades.
Como experiencia personal, mi niño tiene 4 años, desde que nació le he cogido en brazos todo lo que ha querido y más, desoyendo los famosos consejos repetidos hasta la saciedad ("se va a malacostumbrar", "vas a volverle consentido", "no pasa nada aunque llore un poco" etc.). Si cogerle en brazos de recién nacido se consideraba normal y hasta deseable, con 6 meses ya era debilidad por mi parte porque me estaba "toreando", con 1 año me tenía "dominada", con 3 ya no había posibilidad de redención
.
Desde que estoy embarazada ha dejado de pedirme brazos, creo que ha entendido que me canso con más facilidad que antes. De hecho, hace unos días me ha preguntado si cuando nazca la hermanita podré llevarle en brazos alguna vez.
En este caso concreto, supongo que el atenderle de inmediato le habrá hecho "intolerante" pero también ha fomentado su empatía, porque no me parece nada corriente que un niño de 4 años renuncie
voluntariamente a pedir algo que desea pero que a mí me supone un esfuerzo (me consta que nadie ha hablado con él del tema, con lo cual deduzco que ha sido una conclusión/decisión suya).
De todas formas, creo que nunca entenderé la obsesión que tienen algunos con hacer esperar a los niños porque sí. Yo creo que cualquier niño puede comprender que su deseo no se puede satisfacer en el mismo instante en que lo formula si hay una razón lógica, si por ejemplo mi niño me pide brazos, o que juegue con él, y en ese momento tengo la cena en el fuego, pues tendrá que esperar a que la aparte un momento o termine de hacerla. Ahora lo entiende, cuando era más pequeño igual le costaba más, pero al haber una razón (aunque a él le pudiera parecer una razón estúpida) le hacía entender que había un razonamiento detrás.
Lo que no entiendo, y me temo que nunca entenderé, es hacerles esperar por esperar, en nombre de alguna soberana tontería como "enseñarles tolerancia a la frustración", "para que aprendan que no se puede tener todo lo que se quiere", "para que vean quien manda" o "para no malacostumbrarles". Creo que en la vida habrá ocasiones suficientes para que aprendan todo eso y más, sin necesidad de añadir otros disgustos. Además, me gustaría saber por qué tanta gente se empecina en que los niños son demasiado pequeños para razonar con ellos, pero no lo son para aceptar una imposición no razonada
.
Para terminar, os dejo un párrafo de Carlos González (
Bésame mucho), que me encanta:
"Si un niño grita ¡papá!, y papá viene, es independiente. Si papá no viene porque no le da la gana, el niño depende de que le dé la gana o no. Cuando usted hace caso a su hijo, le está enseñando a ser independiente. Tras una separación (una enfermedad, el trabajo de la madre, el comienzo de la guardería), el niño se hace más dependiente, necesita más mimos, más contacto, no quiere separarse ni un momento. Si le da ese contacto que necesita, acabará superando su inseguridad; si se lo niega, cada vez el problema será mayor.
No es lo mismo un niño que deja de llamar a su madre porque ya no la necesita que otro que deja de llamarla porque sabe que, por mucho que la llame, nunca le hará caso."
♥ Mamá de dos polluelos que dieron forma a mis sueños y los hicieron realidad ♥
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más... Mi blog: El mundo de Kim