El palo fue tremendo, salí de allí llorando, me abrazé a mi marido y no había forma de calmarnos, no me dieron ninún tipo de esperanzas, sólo que había que esperar una semana y repetir la eco, si había evolucionado es que todo estaba bien, si no, me harían un legrado.
El día siguiente manché más, volví al hospital, me hicieron otra eco, y lo mismo. Y el tercer día estuve todo el día con dolores, como pequeñas contracciones. Al final una hemorragia tremenda: aborto. Nos fuimos al hospital de inmediato, y con una eco vieron que el embrión ya estaba en el cuello del útero, así que lo sacaron con unas pinzas. No hizo falta legrado. Luego con medicación acabé de expulsar todo.
Físicamente casi estoy recuperada, pero anímicamente aún me queda un largo camino. Me había hecho mis ilusiones, mis planes, ya eramos cuatro en casa. Y de pronto nada. Un día estás embarazada y el siguiente no, te sientes vacía, la gente viene a verte y no hay bebé. Es una sensación muy rara y muy mala. Estoy destrozada. Quizás el miedo que tuve al principio ha hecho que no llegara mi bebé, y he sido yo la culpable de todo. Ahora me pregunto ¿dónde estará? y por supuesto no hay respuesta. Aunque en mi corazón estará toda la vida. La gente me dice que aún era muy pequeño, que no le conocía, que puedo tenter otro... un montón de cosas para intentar consolarme, pero no hay consuelo.
En fin, no quiero ponerme pesada. Gracias a que tengo a mi niña que me anima cada día sin ella saberlo. Lo más duro fue cuando el otro día me acarició la tripa diendo que estaba el bebé de mamá, la dije que ya no había bebé.
Gracias por leerme. Os lo he contado porque también os conté que iba a tener un bebé, y creo que era necesario contarlos la segunda parte. Siempre me ayudáis con mis dudas como madre y ya os considero mis amigas.
Besos a todas.