Lugar donde compartir el día a día de nuestros pequeños.

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por rosalina
#365207 Hola chicas… no sé como empezar, me siento muy mal, desesperada, frustrada, triste, desconcertada, hace ya algunos días que no he estado en el foro como antes, no tengo tiempo y cuando lo tengo, me pongo a llorar, a reflexionar, a leer pensando ¿qué hice mal? ¿Qué estoy haciendo mal?, con respecto a Moisés, mi tesoro.

Tuvimos un parto difícil, dificultades para establecer la lactancia, por lo tanto fue un bebé de alta necesidad, todo el tiempo conmigo, lloraba mucho, casi no dormía, recuerdo esa etapa tan complicada, Moisés casi no podía estar con nadie, solo conmigo, lloraba o estaba pegado al pecho, pero poco a poco fue pasando, logramos una lactancia exitosa de 22 meses, y poco a poco ese bebé llorón, intranquilo, se fue convirtiendo en un bebé feliz, muy sano, muy inquieto y travieso.

Y no es fácil, recibir “recomendaciones” de castigos, muestras de autoridad para que “no te tomen la medida”, etc, etc., pero no me había incomodado tanto, pues en realidad, no “merecíamos” malas recomendaciones, pues Moisés aunque inquieto y travieso, como todo niño, “era” y es un niño tierno, obediente, simpático, sociable; pero tiene unos días que está muy agresivo, grita de todo, contesta de forma amenazante, y que decir de las pataletas, incontrolables.

Tuve un embarazo muy difícil, estuve en cama varias semanas y Moisés resintió esa etapa, pero la pasamos, yo lo mimaba mucho y jugaba con él viendo películas, coloreando, contando cuentos o actividades que me lo permitieran, cuando nació Carolina, traté de involucrarlo en tareas con su hermanita, y se puso muy contento, pero ahora después de 19 meses, aunque juega mucho con su hermana, también la rechaza, la pelea, la avienta, le pega, ainsss, que difícil, le he gritado y un par de veces le he soltado un manazo, víctima de la frustación y la desesperación, cosa que lamento mucho, mucho, me siento muy mal, culpable, termino llorando y pidiéndole disculpas, pero el daño ya está hecho.

En una ocasión, estabamos en la ducha y aventó a Carolina, se cayó y se golpeó; en esa ocasión mi reacción fue abrazar a Carolina y hablar con Moisés, pedirle que no le hiciera daño a ella ni a nadie, le dije que pueden jugar y divertirse y me contestó: “No quiero a mi hermana y ya no quiero que la abraces nunca”…

El lunes, Moisés me dijo que iba al baño, lo acompañé como es común y me aventó me dijo que me saliera del baño que el podía solo, lo entiendo, está en una etapa que quiere sentirse autosuficiente, pero le pedí que me hablara para limpiarlo y lavarle las manos y al querer hacerlo él solo, se subió al lavabo, se cayó y se hizo una herida en la rodilla que ameritó ir al hospital y lo suturaron con 3 puntos.

Ayer, Pepe lo llevó a casa de un primito a jugar y la mayor parte del tiempo se la pasaron peleando, como no regresaban pronto fui por ellos y lo primero que ví fue a su primo con un arañazo en la frente, al despedirnos, los niños se metieron de nuevo a jugar, y de repente su primo empezó a llorar, nuestra sorpresa fue al verlo con la camiseta rota, rasgada…

Le pedí disculpas a mi prima, le pedí a Moisés que lo hiciera y no lo hizo, lo subí a la camioneta enojada, pero no le dije nada, no podía hacerlo, llegamos a casa, Moisés llegó dormido, lo acosté en su cama, le di muchos besos y abrazos, pero yo no podía dejar de llorar, no sé que hacer, pero sobre todo tengo un sentimiento de culpa enorme, que he hecho mal, en qué me he equivocado, he tratado de educarlo desde la base del cariño y el respeto, imponer disciplina con amor, hablar con él, pero siento que NO PUEDO MAS, me rebasa la frustración, la desesperación, muchas veces pierdo el control y eso me duele mucho.

Cuando digo pierdo el control, le grito, le regaño y ha habido un par de veces que le he soltado un manazo, estoy convencida que violencia genera violencia, la mayoría de las veces lo abrazo, me retiro con él (de la situación embarazosa por ejemplo), platico, le cuento alguna historieta con mensaje positivo acorde al caso, pero siento que no es suficiente. En las tardes, lo llevo al parque, o nos quedamos en casa viendo alguna película, hago una selección de alguna película agradable, tierna, pacífica, y si no es posible, nos ponemos a dibujar, a pintar, a hacer manualidades.

Me preocupa su integridad física, la de Carolina y la de otros niños, pues es muy agresivo, y aunque muchas veces no lo hace por pelear u ofender, su actitud es violenta.

No sé que mas hacer.....

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por Malefica
#365209 :117: :117: :117:

Miss Maléfica dixit.
"Gigoló" (vividora) de la maternidad
¡Va por Queli!
Yo de mayor quiero ser.... EMPODERANTE
¡Va por Lolilolo!
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por Tote
#365222 Rosalina mi niña, calma calma calmaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. Ante todo no dudes nunca de que eres la mejor madre que tus hijos podrían tener.

Realmente hay etapas muy duras, sé de qué hablas creeme, Unai ha sido un niño bastante difícil de llevar y ha pasado por épocas (muchas, demasiadas y demasiado largas) en que era muy agresivo y pegaba a los compañeros. Te aseguro que lo que hacemos y nuestra forma de criarles les llega, no sé porque se comportan así la verdad si no lo ven en casa, pero lo hacen. Y tú sabes que la forma de llevar este comportamiento es tal y como lo haces. A fuerza de hablar y hablar, de razonar, de ponerles ejemplos, de hacerles ver lo tristes que nos ponemos cuando se comportan así... de darles alternativas, de ponerle siempre palabra a todo para que ellos terminen también por hacerlo.... en fin, todas esas cosas que tú tan bien sabes. Al final las cosas tienen su efecto y es el deseado.

En ocasiones, cuando leía aquí en el foro algún post sobre los niños que pegaban en el parque o en el cole y las foreras decían que qué era lo que esos niños vivirían en casa, que no serían niños tratados con cariño y respeto... en esas ocasiones dudé aún mas y me preguntaba que sería lo que nosotros hacíamos mal. Pero a la vez esto también me hizo reafirmarme más en mi postura y seguir adelante tal y como lo estaba haciendo porque, como bien has dicho, la violencia genera violencia, con lo cual la única forma de atajarla es haciendo justamente lo contrario. Le estás ofreciendo a tu hijo lo mejor de ti y él sabrá recogerlo, seguro que es así.

No te diré que Unai ahora sea el niño más angelical del mundo ;-) , tiene también sus arrebatos, como todos no?, pero te aseguro que su actitud ha cambiado, pero ha sido a base de mucho tiempo, de mucho trabajo y de mucha paciencia.

Es completamente normal que pierdas los papeles, son situaciones que te llevan al límite, pero lo importante es saber rectificar y hacerle ver que cuando le has "pegado" has errado, que él vea que tú también te equivocas no es malo, lo importante es que ve la actitud adecuada cuando uno se equivoca.

En fin, creo que hoy estoy muy espesa, y no sé si habré sabido explicarme. Date tiempo y dáselo a él, verás como todo mejora.

:117: :117: :117: :117:

Tote y Toño, papás del gran Unai y del pequeño Eric
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por Kim
#365224 También me uno al abrazo :117: .
Sobre todo, no te culpes. Lo importante es que estás allí para él, al 100%, puede que a veces pierdas la paciencia y no respondas de la forma adecuada (a todas nos pasa), pero lo importante es el día a día.
Los "terribles" 2 años son muy conocidos por ser una época de rabietas intensas, pero a los 4 suele presentarse una racha parecida. Quizás la ventaja es que ahora Moisés puede hablar y explicar lo que le ocurre, seguramente lo habrás probado, pero cuando se muestra agresivo, pídele que se exprese con palabras, que diga "estoy enfadado por este motivo", o que te diga lo que quiere, y lo habláis.
También puedes probar a recordarle (en un momento de tranquilidad) que a él no le gusta que le peguen, y a los demás tampoco, que si lo hace la gente no se va a sentir a gusto con él, ofrécele alternativas aceptables para los conflictos.
Lo de pedir disculpas creo que tampoco lo entienden, todavía se centran en lo básico, si por ejemplo tienen una rabieta por un caramelo e intentamos reconducirles, se centran en el caramelo y no en la rabieta, no sé si me explico. Puedes probar, luego con tranquilidad, a analizar la situación y tratar de hacerle comprender cómo se habrá sentido su primo, como se sentiría él en su lugar, a veces ayuda hacerles ver las cosas desde otro punto de vista.
Sobre todo, recuerda que lo que ocurre no es porque hayas hecho, hagas o dejes de hacer algo... serán los 4 años, la primavera, el cole, la búsqueda de la independencia, lo que sea, pero es una racha y pasará.
Besos.

♥ Mamá de dos polluelos que dieron forma a mis sueños y los hicieron realidad ♥
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más... :mrgreen:

Mi blog: El mundo de Kim

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por PILARD
#365239 Rosalina, te envio un fuerte abrazo :117:
Seguro que la etapa pasará porque lo que has sembrado los años que tiene Moisés dará sus frutos.

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por rosalina
#365390 Gracias por sus ánimos chicas, en realidad los aprecio mucho.

Encontré esto en el link que me mandaste Montse:
Muchos niños comienzan a tener celos del hermanito pequeño no cuando éste nace, sino un poco más adelante, cuando el chiquitín comienza a mostrar logros importantes como sentarse o ponerse de pie, cosa que puede ocurrir cuando el mayor tiene ya tres o cuatro años; y también es el primer año de colegio, con todos los esfuerzos de adaptación y nuevos aprendizajes y exigencias que ello conlleva, o el año en el que se afianza el lenguaje y con él el pensamiento lógico y la comprensión del mundo que le rodea (con sus alegrías y ansiedades) y, quizá, el año en el que empiezan a pasar más tiempo lejos de papá y mamá.


Ya me había planteado ésto, y también el que tengo 3 meses trabajando fuera de casa... aunque creo que es poco el tiempo que no estoy "físicamente" con mis hijos, Moisés me ha dicho que ya no quiere que trabaje :oops: :sad:

Lo dejo a las 8:30 en el cole, después dejo a Carolina encasa de mi madre y me voy a trabajar, Carolina desayuna con mi mamá y se duerme a las 12 pm aproximadamente, mi mamá va por Moisés al Cole a la 1pm que es su hora de salida y yo llego entre 2.30 y 3.30 pm.... Moisés me está esperando para comer y Carolina generalmente sigue dormida, despierta cuando yo llego.

Me tomó un par de semanas acostumbrarme al trabajo fuera de casa, pues siempre combiné la maternidad y el trabajo, me llevaba a mis hijos a la oficina o trabajaba en casa, pero me ofrecieron un buen puesto y acepté, pero definitivamente no hay nada mas importante que mis hijos, me he planteado dejar el trabajo, pero también pienso que es una buena oportunidad y espero que solo sea una etapa de Moisés.

Gracias de nuevo.

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por Mariela77
#365412 Hola no nos conosemos pero te mando mucho animo ya que yo estoy pasando una etapa parecida con mi peque , es menor , pero se lo frustrante y doloroso que es no saver que hacer cundo estan asi :117: :117: :117: :117:
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por anuskapl
#365431 :117: :117: :117:
No sé que consejos darte preciosa. Tan sólo decirte que muuuuuuuuuuuuuuuucha paciencia, que no lo estás haciendo mal. Así como nuestros hijos pasan etapas, nosotras también lo hacemos. Es una etapa complicada la que está pasando Moisés: la edad, tu trabajo, el tener que compartirte ... Pero esa etapa pasará y tú estarás a su lado facilitándole las cosas y haciéndole ver el camino correcto. Claro que no es fácil, pero ahí está la clave de una buena mamá: no rendirse pese a las dificultades.
Mucho ánimo!

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por sorocu
#365482 :117: :117: :117: :117:
Linda ... no creo que la solución sea dejar el trabajo ... Hace muy poco que has empezado en esta "nueva aventura" y necesitaís voler a reubicaros ... He estado pensando en la manera de como enfocarte lo que yo creo, pero como no me se expresar muy bien, recurro a este post que puso montseta:

viewtopic.php?f=6&t=41188&p=348613&hilit=liedloff#p348613

y te copio la parte de la entrevista a Jean Liedloff que creo te puede ayudar:

Jean procedió a describir todos los errores comunes cometidos por padres que genuinamente tratan de hacerlo todo bien (llevando en brazos a sus hijos, amamantando y durmiendo con ellos). Aterrorizados por hacer algo mal y tratando duramente de salvar a nuestros chicos de toda la agonía que nosotros sufrimos de pequeños, nos sobrepasamos, precisamente en la dirección contraria (a lo que Jean se refiere como centrados-en el niño). Tratamos demasiado duramente de complacerles, y demasiado duramente de no enfrentarnos a ellos. Estamos demasiado atentos y demasiado sacrificados (¿Cómo Jean me conocía tan bien?). Parecemos culpables y ansiosos en nuestro trato con nuestros hijos, les pedimos permiso, y continuamente razonamos, explicamos y pedimos perdón. Todo esto pone al niño al control, y desde que lo que el niño por naturaleza quiere y necesita no es estar al control, sino una madre que lo esté, hace al niño inseguro y a veces enfadado.

“La niña necesita una madre que confíe y sea tranquila”, explicó Jean. “Una madre que sepa lo que hay que hacer, y que no le pida permiso a su hija. Puede parecer lo contrario, que la niña esté luchando por más control, pero irónicamente ella está luchando para no llevar el control y te está presionando para que te mantengas firme. Cuándo un niño siente que puede llevar el control, su impulso es presionar para ello. Ella no resiste esto, ya que es la naturaleza humana y es para lo que está programada.”


“La vida de un niño depende de sus padres. Ella espera de ellos protección, fuerza, y certeza. Ella quiere que ellos sepan qué es qué, lo que está bien, lo que está mal, qué hacer y a dónde ir. “Tu eres la adulta, mami, así que no me preguntes qué quiero hacer. Quiero que tu sepas, así puedo observarte, y seguirte, y ayudarte. Estoy tratando de empujarte hasta que te mantengas de pié y calmada, hasta que te mantengas firme. Así podré sentirme a salvo y segura, me podré relajar y contar contigo. No quiero ser capaz de presionarte, eso me pone nerviosa, pero si tú pareces tambaleante voy a seguir empujándote hasta estar segura que no te caerás. Empujaré y empujaré hasta que haga que tú sepas lo que haces, y entonces me encontraré bien. Entonces pararé de observarte y de probar tu fiabilidad”.


Y de aquí, me quedo con:

“Tu eres la adulta, mami, así que no me preguntes qué quiero hacer. Quiero que tu sepas, así puedo observarte, y seguirte, y ayudarte. Estoy tratando de empujarte hasta que te mantengas de pié y calmada, hasta que te mantengas firme. Así podré sentirme a salvo y segura, me podré relajar y contar contigo. No quiero ser capaz de presionarte, eso me pone nerviosa, pero si tú pareces tambaleante voy a seguir empujándote hasta estar segura que no te caerás. Empujaré y empujaré hasta que haga que tú sepas lo que haces, y entonces me encontraré bien. Entonces pararé de observarte y de probar tu fiabilidad”

y pienso que es lo que LE PUEDE estar pasando a Moisés. Necesitas sentirte segura de tu decisión en este nuevo trabajo, estaís en pleno proceso de "cambio y reubicación", pero verás como pronto estará superado. Leo en tus palabras inseguridad en la decisión de aceptar este nuevo trabajo y además un sentimiento muy fuerte de culpa, y pienso que Moisés "te está empujando hasta que tú sepas lo que haces" ....

Yo me sentí como tu, durante todo el preceso de destete de Berta y te aseguro que en el moento que CAMBIÉ EL CHIP y me sentí segura de mi decisión, convencida que era LO MEJOR PARA ELLA Y TAMBIÉN LO MEJOR PARA MI, todo mejoró casi instantáneamente, fue como "milagroso" ... Laura Gutman también lo explica en su libro "La Maternidad y el encuentro con su propia sombra", ahora no lo tengo a mano, pero lo busco y te pongo el párrafo.

Un beso Linda, eres una mami estupenda y ejemplar para todas nosotras :117: :117: :117: :117:

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por rosalina
#365580 Gracias Sonia, aunque no te conozco, al verque hay un mensaje tuyo me vibra el corazón, saber que al leerte encuentro empatía en tus palabras, hemos pasado muchas cosas similares.

Gracias chicas, sus ánimos y cada una de sus palabras me han aclarado mis sentimientos, mis dudas; no es fácil pero estoy aprendiendo,

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por sorocu
#365800 Rosalina, que rabia que no pueda darte un achuchón bien fuerte .... me conformaré con mandarte :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117: :117:
La verdad es que te admiro muchísimo y me siento muy identificada contigo.

Venga, pásatelo genial en el concierto de Sabina y disfruta de esta ncohe "salvaje" con Pepe, que un buen homenaje si que os mereceis .... :mrgreen: :mrgreen: :mrgreen:

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por rosalina
#365806 Ainsss Sonia, me saltan de las làgrimas de la emoción al sentir tus abrazos virtuales. Gracias por tus buenos deseos. :117:

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por sorocu
#366951 Aquí te pego, del libro de Laura Gutman: "La maternidad y el encuento con tu propia sombra", páginas 194,195,196,197,198 y 199. Creo que con esto puedes entender un poco más lo que trataba de explicarte. Este lilbro es realmente impresionante, me lo he leído 3 veces, y lo tengo a modo de consulta en el "baño", te prometo que cada vez qeu lo releo aprendo cosas nuevas.

LA VERDAD EN LOS MOMENTOS DIFÍCILES

La verdad es un concepto que pertenece a la profundidad del alma de cada individuo, y aunque se refiere a lo más íntimo y genuino de cada persona, solemos estar alejados de nuestra propia verdad, del conociemiento de nuestro ser esencial.

Ser verdaderos con nosotros mismos requiere en principio la intención de cuestionarnos permanentemente. El secreto reside en ser capaces de interrogarnos en primera persona del singular: “qué quiero?”, “¿qué me pasa?”, “¿quien soy?”, “¿qué me atemoriza?”, “¿qué ofrezco?”. La verdad siempre es personal, es la verdad de l corazón. Solemos apretar nuestras manos al pecho cuando decimos algo sincero y sentido.

La verdad siempre hace referencia a nuestra intimidad, es decir, al anterior de nuestro mundo emocional. Es la instancia que desnuda las emociones: el amor, el rechazo, el miedo, la alegría la nobleza, la pasión, la rabia, la angustia, el dolor, la esperanza. La intimidad no se refiere a las prácticas sexuales, ni a la vida cotidiana como el hecho de trabajar, estudiar, comer, dormir, pasear o relacionarse con otros.

¿Y qué tienen que ver los niños con nuestras íntimas verdades? Comprendemos la profunda relación entre los niños y los adultos si tenemos en cuenta que los niños pequeños son seres de fusión, que viven dentro del mundo emocional de las personas que los rodean. Cuando son muy pequeños, viven fusionados a la emocionalildad de la madre o de la persona que la suplante, y a medida que van creciendo y van entrando en relación con otras personas (papá, hermanos, abuelos, maestras, amigos) se fusionan con los mundos emocionales de los demás. Recordemos que los niños son fusionales, es decir, que indefectiblemente se fusionan para entrar en relación con los demás. Podemos constatar este funcionamiento cuando los niños entran en un lugar desconocido y necesitan un tiempo largo para “adaptarse”; en realidad, están activando el proceso de fusión que les permitirá luego permanecer en ese sitio. Es común en las fiestas de cumpleaños que se “conecten” cuando es hora de irse … y se toma dificultoso “arrancarles” del lugar, a menos que se lleven consigo “algo” que los mantenga fusionados con el ambiente. Es importante que los adultos comprendamos este proceso genuino y vital en los niños y que en lugar de juzgarlos maleducados, facilitemos los procesos de fusionales permitiendo que se lleven prestado algún juguete o permaneciendo un rato más en el lugar del que necesitan desprenderse con tranquilidad.

Lo que me interesa destacar con estos ejemplos es la naturaleza de fusión de los niños, y al convicción de que, así como se fusionan con el espacio físico, también viven fusionados con el mundo de los mayores que les rodean. La dificultad surge cuando los niños no tienen tiempote “conectarse” con el lugar o bien no logran comprender “eso que sienten”. No importa si el sentimiento les pertenece o si pertenece al adulto, porque no hay límite preciso entre uno y otro. Por eso es fundamental nombrar con palabras sencillas y claras lo que nos pasa.

Ahora bien, los adultos solemos decidir qué situaciones es conveniente aclarar con los niños y cuáles no les incumben. En mi experiencia profesional constato cada vez con mayor claridad que no hay situaciones del mundo emocional de los niños que no competan a los niños. Están emocionalmente involucradísimos, aunque nos hagamos los distraídos.

Y en este punto nos encontramos con 2 problemas: I) cómo reconocer lo que nos pasa; y II) cómo hablar con los niños sobre lo que nos pasa (de verdad).

El primer problema es el más difícil, porque requiere el máximo de conciencia y de conocimiento de sí mismo. Se supone que de eso se trata el trabajo de todo profesional que realiza una asistencia terapéutica: acompañar y favorecer la interrogación profunda de cada persona, velando para que siempre se cuestione así mismo y no a los demás; y conectándose con la verdad más profunda de su corazón, la reconozca, la acepte y sea capaz de nombrarla con palabras.

Este recorrido personal necesita con frecuencia la ayuda de un profesional, o un maestro, o un sacerdote, o un médico, o brujo, o cualquier nombre que nos guste darle a la persona que posea la capacidad superior de devolver al otro la imagen verdadera de sí mismo.

Y la verdad no es bonita ni fea, simplemente es. Somos los seres humanos los que nos apresuramos en catalogar nuestras emociones en algún rubro conocido y juzgarlas como positivas o negativas. Cuando valoramos ciertas situaciones como “negativas” o “dolorosas”, los adultos no soportamos nombrarlas. Al no contemplar nuestro corazón, no logramos respetar nuestras limitaciones y nos engañamos llenando el vacío del alma con medicinas equivocadas.

Entonces no es posible hablar “con la verdad” a los niños si no somos capaces de hablar con nosotros mismos. Y para ello es indispensable conectarse con la criatura íntima y única que vive en nuestro interior. Ser lo que somos.

Aunque resulte tentador acordar con estas afirmaciones, en la vida diaria no encontramos la manera de acercarnos a nuestra verdad y transmitirla así a los niños. Las situaciones de divorcio son especialmente gráficas: el cónyuge se convierte velozmente en enemigo, se libra una batalla (que creemos que es en contra del otro pero es contra sí mismo), cada uno reclama lo que el otro debería hcer u ofrecer, crece la tensión y el odio mientras les decimos a los niños que “papá se fue a trabajar lejos”, o incluso que “papá tiene una novia”, que puede ser una anécdota verdadera pero nunca responde a la verdad interior.

La verdad reside en “lo que me pasa” con la situación de divorcio: “Estoy asustada, papá es un ser encantador pero no es el hombre que elijo ahora para acompañarme, necesito un hombre que me contenga más y que me ayude; necesito un hombre que me ayude; necesito un hombre que me cuide, quiero aprender a encontrar un compañero que esté dispuesto a incluirse en este proyecto familiar, nunca supe cómo pedir ayuda, me siento infantil y con poca experiencia para construir una pareja más madura, tengo temor sobre cómo vamos a resolver nuestra situación económica, me doy cuenta que hace mucho tiempo que yo no estaba interesada en él, dejé de amarlo, necesito un periodo de soledad, quiero desarrollar mi proyecto de trabajo, anhelo otra vida para mí”, etc. Es de esta manera que podemos ir al encuentro de nuestra verdad, y luego decirla a los niños con la misma sencillez y compasión que pretendemos para nosotros mismos.

Cuando les decimos: “No te preocupes, el divorcio no tiene nada que ver contigo”, estamos mintiendo. La verdad es que sí que tiene que ver, porque los niños viven dentro de nuestras emociones, no pueden no estar involucrados. Por lo tanto, sólo somos sinceros cuando explicamos, por ejemplo: “Creo que esa tristeza que sientes tiene que ver con lo que está pasando en casa, con las peleas y discusiones que tenemos con papá. Estoy tratando de encontrar una solución posible para todos nosotros, yo también estoy nerviosa y quiero contarte lo que vamos a hacer”.

Los adultos tenemos la mala costumbre de despreciar las capacidades de conexión, apoyo y solidaridad de los niños. Los tratamos como si fueran desconocidos, a quien no les incumbe lo que nos pasa ni las decisiones fundamentales que involucran el futuro de la familia. En cambio, cuando logramos hablar con claridad sobre lo que nos pasa, descubrimos hijos amables, cariñosos, deseoso de acompañarnos en el restablecimiento del equilibrio afectivo.

Las situaciones de enfermedades graves o de muerte son especialmente tergiversadas a la hora de tener que explicar lo que pasa. Hacemos cómo si estuviéramos bien. Y si el niño no pregunta, mejor. Luego todo ese dolor o angustia se expresa en algún plano desplazado (los niños enferman, o no se concentran en el colegio, les mandan al gabinete psicopedagógico y todos nos preocupamos por los problemas de atención o ADD, luego los medicamos, etcétera). La cuestión es que preferimos ocuparnos de los síntomas aparentes en lugar de preguntarnos “qué nos pasa”, “qué sentimos” y de buscar ayuda o silencio interior para poder comunicar a los hijos eso que nos pasa. Si no podemos hablar, “habla” el cuerpo de los más pequeños. Y todos nos conformamos con algún diagnóstico distraído.

Lo fundamental es contar “qué nos pasa” con respecto a la muerte de ese ser querido. No es indispensable dar explicaciones religiosas ni filosóficas sobre la muerte. Este tipo de preguntas los niños las formulan en otros momentos, no justo cuando están conectados con el dolor de los mayores. Lo que necesitan son palabras que nombren ese dolor y que les permita situarse y definirlos propios sentimientos de pérdida.

Aunque haya situaciones de nuestra vida de verdad dolorosas, o ciertos momentos de desesperanza, no significa que tengamos que hacerlas desaparecer a los ojos de los niños. Somos terriblemente infantiles cuando pretendemos contarnos el cuento de que los niños “no saben, no entienden, no se dan cuenta”. Lo único que logramos es hablar del tema equivocado, lo que genera confusión y sufrimiento en el seno de la familia. En estas circunstancias, los niños se sienten solos. No es sólo la pérdida real (la muerte, por ejemplo) la que provoca el sufrimiento, sino la soledad que aparece cuando cada uno tiene que hacerse cargo sin acompañamiento de lo que pasa. Ése es el sentido d ela comunidad o de la familia: la posibilidad de compartir entre todos lo que nos pasa, para que el dolor se suavice y nos amparemos en el amor entre unos y otros.




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por cadialpe
#367404 es durisimo cuando se ponen tan agresivos....... ten mucho ánimo y paciencia para contar hasta 1000 antes de reaccionar mal (que es humano). Yo tuve una época superdura con Juan y creo que a base de ser PESADAS y de decir siempre lo mismo: no se pega, papa y mama te quieren y no te pegan ¿por qué pegas tú?, si quieres algo lo pides con la boca y no pegando porque asi no entendemos las cosas.......... hemos conseguido que las cosas empiecen a ir por el buen camino. El un camino laaaaaaargo y lleno de piedras, tropezones y vueltas atrás, pero no te desanimes, que lo haces bien, seguro. Son nuestros hijos, los queremos y esa es la mejor medicina para estos males.
Así, en plan "confidencia" te diré que antes me ponía hecha un basilisco con Juan cuando pegaba (yo creo que hasta me ponía roja del cabreo), y ahora cuando me agacho para hablar con él noto como que me "baja la tensión", que el cuerpo se mantiene relajado en vez de ponerse tenso; es como si mi cabeza le estuviera diciendo a mi cuerpo que eso no nos venía bien y que es mejor mantener la calma. Mil besotes wapa!!!!

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