Con 7 años apenas andaba, acostumbrado como estaba a que su madre o su abuelo lo llevaran siempre en brazos por miedo a que pudiera caerse. Hoy tiene 13 y a duras penas consigue subir unas escaleras, porque jamás le han permitido hacerlo. Casi no sabe correr, porque su madre y sus abuelos se lo tenían rigurosamente prohibido, ante el temor de que pudiera darse de bruces contra el suelo y hacerse un rasguño. Por no saber, ni quiera siquiera sabe aún hacer pipi él solo. Y es incapaz de comer cualquier cosa que no haya sido previamente cocinada por su mamá o su abuelita.
Es la historia de un adolescente de la localidad italiana de Ferrara afectado de un extraño mal: el amor excesivo y patológico que desde que nació le han prodigado su madre y sus abuelos maternos. En nombre de ese cariño obsesivo y malsano, el crío ha vivido durante 13 años sin hacer jamás deporte, sin acudir nunca al parque, sin frecuentar a ningún niño después del colegio, encerrado constantemente entre las cuatro paredes de su habitación, de la que sólo se le permitía salir para ir al colegio y rodeado siempre de fuertes medidas de seguridad par evitar que los numerosos peligros del mundo pudieran acecharle.
El tribunal de Ferrara acaba ahora de sentenciar que el crío “ha sido víctima de un amor enfermo, que lo ha hiperprotegido hasta el extremo de no permitirle crecer”. Y, con ese argumento, ha condenado a la madre del chaval a tres años de cárcel; al abuelo, a tres años y seis meses; y a la abuela, a dos años. Porque, según ha sentenciado la juez Silvia Marini, el amor extremo puede llegar a ser una forma de maltrato.
Ha sido el padre del niño quien ha llevado el caso a los tribunales. El hombre, que se separó de la madre del chaval poco después de que este naciera, sólo ha conseguido ver tres veces a su hijo en 13 años, siempre a escondidas. Pero, aunque desde la distancia, ha seguido los pasos de su retoño. Y al percatarse de que con siete años era incapaz de andar o de subir unas escaleras debido a los excesivos cuidados que le prodigaba su abnegadísima madre y sus sacrificados abuelos, decidió tomar cartas en el asunto y llevar el caso ante los tribunales.
Lo que nadie sabe es si el niño será capaz de sobreponerse a las sobredosis de amor insano que ha recibido durante toda su vida. Ahora mismo es un chaval que mira con absoluto terror el mundo exterior, que considera que fuera de su casa y del amor incondicional de su madre y sus abuelos sólo le acecha el peligro. Y que odia a su padre, a quien culpa de querer sacarle de su burbuja de amor.