Llegada una edad, los padres nos empezamos a preocupar sobre el desarrollo lingüístico de nuestros hijos. Sabemos que tarde o temprano hablará, se expresará y se comunicará, pero no podemos dejar de preocuparnos hasta que consiguen hacerse entender.
Se dice que la adquisición del lenguaje es un punto crucial en el desarrollo del individuo y por ello, ha sido estudiado por diversos psicólogos a lo largo de la historia. No es hasta pasado los años 50 y principios de los 60 cuando Chomsky “revoluciona la lingüística” y, cuando en los 70, Piaget elabora estudios acerca de la función simbólica (capacidad de representar la realidad). Recordemos que lo que nos diferencia de los animales no es el lenguaje, sino la capacidad cognitiva que nos permite simbolizar lo que decimos.
Primeras comunicaciones
Al nacer el niño parece estar orientado socialmente. Interactúa con el entorno pero reacciona diferente ante objetos que ante personas. De alguna forma, hay algo innato, aunque siempre es el adulto el que se acomoda a las conductas del bebé, por ejemplo: mientras maman, cuando paran, la madre lo mece.
Etapa prelingüística
Comprende los primeros 12 meses de vida. Durante esta etapa, que abarca el primer año de vida, la comunicación que establece el niño con su medio (familia), especial y particularmente con su madre, es de tipo afectivo y gestual. De allí que para estimularlo lingüísticamente la madre deba utilizar, junto con el lenguaje afectivo y gestual, el lenguaje verbal. La palabra debe acompañar siempre al gesto y a las actividades de la madre con su hijo.
Esta etapa preverbal hasta hace poco despertaba escaso interés de los especialistas, pero gracias a las investigaciones actuales, hoy sabemos que tiene un valor relevante y trascendental en la configuración de las bases del desarrollo lingüístico, puesto que tanto las expresiones vocales (sonidos o grupo de sonidos de simple significación) como las expresiones verbales (sonidos, grupo de sonidos, palabras aisladas, etc.) influyen de modo determinante en el desarrollo posterior de la comunicación lingüística del niño.
Del nacimiento a los 2 meses de edad la única expresión que se oye del bebé es el llanto con sus diferentes tonos en función de lo que desee expresar (no lloran igual por hambre que por dolor).
Sobre los 3 meses se van produciendo sonidos guturales y vocálicos y responden a los que perciben con sonrisas. A esta edad ya distingue entre los sonidos: /pa/, /ma/, /ba/, /ga/. Sus vocalizaciones ya pueden mostrar alegría; sus manifestaciones de placer las expresa mediante consonantes guturales "ga.ga", "gu.gu", "ja.ja", mientras que su displacer mediante consonantes nasalizadas como "nga", "nga".
El bebé reconoce las entonaciones afectivas reaccionando con alegría, miedo o risas según la entonación del adulto.
A los 6 meses el balbuceo se vuelve más específico de cada lengua (imitaciones imperfectas) y comienza el laleo.
Sobre los 9-10 meses aparece la ecolalia (repetición de las palabras o frases de otras personas a modo de eco). Ya imitan correctamente algunos de los sonidos que son específicos de cada lengua.
A los 12 meses pronuncian correctamente algunas consonantes (p, t…) y aparece la jerga expresiva (imitan la entonación adulta pero lo que dicen no tiene significado).
Etapa lingüística
Aunque este periodo se inicia con la primera palabra, no podemos decir exactamente cuándo aparece porque depende, en gran medida, de las informaciones que dan las propios padres (cada uno entiende como primera palabra cuando ellos mismos son capaces de reconocer la palabra que el niño ha intentado comunicar, sin tener presente que para otras personas no sea entendible). Se entiende por utilización de una palabra cuando el niño relaciona el sonido (palabra) designando al objeto que le corresponde. No olvidemos que los niños comprenden las palabras antes de utilizarla.
No obstante, los diferentes especialistas estiman que la mayoría de los niños que van a hablar, tal vez el 90 por ciento de ellos, dicen sus primeras palabras para cuando tienen 15 a 18 meses, aunque esta afirmación no es exacta o concluyente por las razones antes expuestas.
Las primeras palabras que sustituyen al gesto indican una acción y poco a poco se van generalizando. El niño va descontextualizando las palabras a medida que crece y van utilizando el lenguaje como instrumento informativo conforme van ampliando las palabras que conocen.
Las palabras más problemáticas son los adjetivos (grande, pequeño…) y los parentescos (hijos, padres…). También los adverbios de tiempo (mañana, ayer…).
Entre los 13 y 14 meses, el niño inicia la conocida etapa "holofrástica" (palabra-frase), en la que emite frases de una sola palabra o elementos con varios significados. Por ejemplo, la palabra "abe" (abrir) lo utiliza para expresar diferentes acciones: abre la puerta, pela la naranja, etc.
De este modo el niño desde los 12 meses de edad inicia un largo y complejo proceso de desarrollo y, poco a poco, los significados que atribuye a las palabras se van aproximando a los significados atribuidos por el adulto. Pero, para que esto ocurra de una manera óptima, es importante que los padres estimulen léxicamente al niño, tratando de asociar siempre en las "conversaciones" el significado fónico (palabra hablada) con el significado (objeto al que hace referencia la palabra), para que el niño asocie y fije la relación en su cerebro.
En este proceso, es conveniente que los adultos utilicen sustantivos, adjetivos y acciones que forman parte de la vida diaria del niño. Esto, sin duda, contribuye de manera directa y eficaz al desarrollo del lenguaje, de la inteligencia y demás áreas con las que este aprendizaje se relaciona.
Desde los 16 ó 17 meses hasta los dos años de edad, hará cada vez más frecuentemente el uso de combinaciones espontáneas de varias palabras y frases, incrementando el caudal de palabras en su expresión.
Entre los 18 y 24 meses, la mayoría de los niños cuentan con un vocabulario mayor a 50 palabras, pasando a combinar 2 a 3 palabras en una frase, dándose inicio al habla "sintáctica"; es decir, el niño comienza a articular palabras en frases y oraciones simples. Utilizan pronombres “yo”, “tu” y el posesivo “mi” y “mío”
A partir de los 24 meses, las palabras se van incrementando en su vocabulario y poco a poco van dominando la gramática de su lengua dándole el sentido propiamente dicho.
Trastornos del lenguaje
Sabiendo el proceso evolutivo que hemos descrito, no debemos olvidar que cada niño tiene su propio ritmo pero siempre hay una serie de signos que será conveniente observar porque podrán alertarnos de problemas:
- Que un bebé sea silencioso y no balbucee.
- Que entre los 12 y los 24 meses no comprenda órdenes sencillas (que no diga adiós con la mano, que no sea capaz de señalar con el dedo algo que se le nombre, que no niegue con la cabeza)
- Que en torno a los 2 años no pronuncie palabras parecidas a las del lenguaje establecido.
- Que sobre los 3 años y medio su habla no pueda ser entendida por su propia familia.
Sólo si estamos frente a uno de estos puntos, debemos consultar con un especialista.
Si un niño de dos años y medio no habla, es importante discriminar:
- Si comprende el lenguaje, lo que se le dice.
- Si puede haber alguna lesión neurológica, sensorial (de la audición, sobre todo) o motriz (ha de poder “hacer” lo que oye) o déficit en los órganos de fonación.
- Si cuenta con un nivel de inteligencia suficiente.
- Si existe cualquier otro problema psicológico que pueda estar influyendo (ejemplo: llegada de un hermano, fallecimiento de un ser querido, etc.).
DISFONÍA
Es un trastorno o alteración del tono o timbre de la voz en su emisión provocado: por un funcionamiento prolongado que fatiga los músculos de la laringe o por un trastorno orgánico. Puede ser crónica o transitoria.
DISLALIAS
Es un trastorno o alteración en la articulación de los fonemas o sonidos: bien sea porque se omiten algunos de ellos o porque se sustituyen por otros.
DISFASIAS
Se aplica a los niños con un trastorno severo del lenguaje, tanto en la comprensión como en la comprensión y cuyas causas no se explican por problemas sensoriales, intelectuales, neurológicos…Suelen ir asociadas a otros trastornos como la atención dispersa o el aislamiento.
AFASIAS
Trastornos del lenguaje producidos por alguna lesión cerebral después de que el individuo haya adquirido el lenguaje.
DISFEMIA O TARTAMUDEZ
Dificultad de mantener la fluidez normal del habla, dando lugar a la repetición rápida de sonidos y/o sílabas, provocando bloqueos al intentar pronunciar una palabra.
- Suele acompañarse de otros movimientos corporales (parpadeos, muecas, balanceos de brazos…).
- Desaparece espontáneamente en la mayoría de los casos: responde a una tensión típica entre los 2 y los 5 años (edad en la que suele aparecer).
- No inquietarse con el niño, sino darle confianza e intentar relajar su tensión.
- Los tartamudos no siempre lo hacen pero una vez se ha iniciado el trastorno, saben con antelación qué palabras les causa el problema y eso puede provocar aún más ese rasgo.
- La actitud más correcta sería ignorar el tartamudeo temprano del niño, pues cuanta más consciencia tenga éste de su tartamudez, es más fácil que el problema empeore. Se le hablará correctamente, con paciencia, sin terminar las frases que el niño inicie ni interrumpirle. Favorecer un clima de tranquilidad y sin prisas cuando se entable una conversación con él.
FARFULLEO
Alteración en la fluidez del lenguaje en la que el individuo habla a gran velocidad, articulando desordenadamente. A veces se confunde con la tartamudez.
Bibliografía:
http://www.psicologoinfantil.com/traslengu.htm
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