venimos de la revisión con el pediatra y he acabado un poco chafada , a ver si me podéis aconsejar.
Elías mide 107 cms y pesa 15.6 kgs, lo que se traduce en percentil 92 de altura y 28 de peso. Nos dice el pediatra que está muy delgado (lo sé), que ha perdido 200 gr. desde la última revisión (lo sé), que habría que intentar engordarle un poco (también lo sé).
Comenzó muy bien, dándome consejos acerca de como combinar los alimentos para que los platos sean más calóricos (mezclar hidratos con proteínas o usar bechamel en vez de nata, darle leche con cereales en vez de yogur para desayunar o de postre, etc.).
A continuación me dice que vayamos a la farmacia a comprar unos batidos hipercalóricos que se llaman Meritem, y ya que estamos me receta un estimulante del apetito (Dinamogen), que le dé 1 ampolla antes del desayuno y otra antes de la cena. Allí le digo que no se lo tome a mal, que respeto su opinión profesional pero no considero necesario dar un estimulante del apetito, que no deja de ser un medicamento, a un niño que a pesar de delgado al fin y al cabo está sano. Me dice que el percentil 28 es "falso" porque como es muy alto los huesos le pesan mucho, que si tuviera una altura más "normal" estaría en un percentil 3 y eso sería preocupante.
Salimos de la consulta y le dije a mi marido que el estimulante ni hablar (por si se lo estaba pensando, afortunadamente está de acuerdo conmigo), de todos modos vamos a ver si conseguimos que engorde algo.
Os lo he contado mil veces pero el tema de comer nos trae por el camino de la amargura, no es que no coma, no es que se niegue, es que simplemente no le llama la atención, efectivamente creo que no suele sentir hambre, la mayoría de las veces desayuna, merienda y cena porque le decimos que es hora o le ponemos el plato delante.
Si come 3 cucharadas y dice que no quiere más, lo respeto porque entiendo que habrá comido lo que necesita, pero me parece que es posible que no es todo lo que necesita.
Le expliqué al pediatra que no estoy de acuerdo en obligarle a comer o amenazarle con castigos o darle recalentado lo que no ha querido la comida anterior porque si empieza a asociar el comer con pasarlo mal va a ser peor el remedio que la enfermedad. En eso me da la razón pero me dice que no me preocupe por el estimulante, que él a priori está en contra pero este es "flojo" y "no pasa nada", que si quiero intentarlo de otro modo bien pero como no lo consiga llegará el momento en que sea necesario. Y que de todos modos eso abre el apetito pero que no espere milagros (entonces, ¿para qué?) En fin, que estoy hecha un lío.
Gracias como siempre por aguantar el rollo que os he soltado...
Cualquier consejo sobre comidas calóricas será bienvenido.
Las que sois pediatras o médicos, ¿me podéis decir algo acerca de este estimulante del apetito? ¿Hago bien en no dárselo o me lo debería replantear?
Gracias otra vez, y besos.
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más...
Mi blog: El mundo de Kim