- Mié, 27 Ene 2010, 11:44
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Sobre este tema tengo una visión particular, que seguramente os parecerá conformista y sobre todo incorrecta, pero como es mi propia experiencia sé bien de lo que hablo. No me malinterpreteis por lo que voy a contar, pero como es un punto de vista diferente quería que lo tuviérais en cuenta.
Cuando tuve que elegir colegio para mi hijo no tuve ninguna duda. Lo llevé al único colegio del pueblo, en el yo estudié de pequeña (bueno, los dos últimos cursos). No consideré si tenía las mejores instalaciones, ni cual era la ratio por aula, ni las actividades extraescolares, ni las zonas verdes, ni muchas de las variables que el resto de padres valora a la hora de elegir. Afortunadamente está reformado y es bilingüe, pero aunque no lo fuera mi desicisión hubiese sido la misma.
Hace 30 años cuando empezó mi escolarización, en el pueblo no había un colegio como tal, sino varios locales municipales en los que se colocaban aulas improvisadas. Para que os hagais una idea, yo he asistido a clase en el salón de actos del ayuntamiento, en una sala parroquial, o en la biblioteca. Por supuesto ninguno de estos locales cumplía los requisitos mínimos que hoy exigimos en un colegio, de hecho no teníamos ni calefacción, solo un par de estufas eléctricas diminutas, y nuestro patio era la calle o alguna plaza cercana. Por problemas de espacio había más de un curso en la misma clase y con el mismo profesor. Allí nadie conocía la filosofía del colegio o los programas educativos, todo dependía del carácter y la valía del profesor que nos tocara. Cuando me tocó ir a séptimo de EGB terminaron de construir el colegio y ya todo cambió, aquello nos parecía una maravilla.
A pesar de todas estas calamidades, recuerdo aquellos años de forma muy feliz, y aunque os parezca increíble me adapté luego al instituto sin grandes problemas, nunca repetí curso, después fui a la Universidad Complutense y puedo presumir de haber terminado la carrera sin haber suspendido ni un sólo examen. Y lo mejor de todo es que no soy un caso aislado, porque a día de hoy todas mis amigas de colegio también son universitarias y os puedo asegurar que recuerdan aquellos años de 'colegio' con el mismo buen sabor de boca.
Como ya os digo es mi experiencia personal y no quiero sentar cátedra ni nada parecido. Además la vida de hoy en día es otra y tenemos a nuestro alcance otras posibilidades mucho mejores, y más donde elegir. Pero lo que quiero expresar es que la felicidad y la educación de nuestros hijos no está relacionada con que les demos el colegio más moderno, con las mejores instalaciones deportivas, con el nivel académico más alto, con las mejores extraescolares, ni siquiera con los profesores (a priori) más respetuosos.
La falta de medios materiales y humanos en mis primeros años de vida académica nunca fueron una traba en mi vada y no me han marcado de manera negativa en mi crecimiento personal ni en mi socialización, sino que más bien me han aportado muchas cosas positivas, entre otras, aprender a valorar los colegios que tenemos hoy en día, y sobre todo a apreciar el trabajo y la paciencia de aquellos profesores, que a pesar de los errores, se veían obligados a lidiar con cerca de 40 niños, a veces de diferentes cursos, en condiciones paupérrimas.
No sé muy bien cómo terminar este post, porque no quiero dar la impresión de estar intentando de convencer a nadie de que las molestias que se toma en buscar la mejor educación de su hijo no son tan determinantes. De verdad, perdonad si os he molestado, pero creo que muchas veces nos complicamos demasiado la vida cuando en realidad todo es mucho más sencillo.
Al final lo acabaré borrando todo porque me he metido en un terreno pantanoso y sobre todo políticamente incorrecto
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