- Dom, 27 Dic 2009, 20:20
#355026
Y yo que me las prometía muy felices. Habíamos comprado regalos para todos (mayores y pequeños), íbamos a estar juntos en casa de mi suegra (una vez al año) y zas... Jorge empieza a vomitar a las 12 de la noche del día 23. Estaba muy incómodo y como los vómitos no cesaban fuímos a urgencias. Tras hacer padecer al pobre hijo
(lo sé, es por su bien pero no puedo evitar sentirme fatal cuándo le someten a tales historias) deciden el ingreso. Qué dolor de corazón mi pobre hijo con una vía en el brazo y éste entablillado. Reclamaba agua y no le podía dar nada. Miraba la botella del suero y la botella del agua, sus ojillos iban de una para otra y le caían unos lagrimones que para qué. Solo quería estar en la cama o en nuestros brazos. No tenía fuerzas.
En fin que hemos estado el día 24, el 25 y el alta se produce el sábado 26 a las 17 horas. Lo mejor del cuento es que mi hijo está muy bien, ya no para, ha recuperado sus fuerzas y vuelve a ser el mismo terremoto que fue hasta las 12 de la noche del 23.
Ahora quién está con el virus es su padre y yo deseando dormir una noche del tirón
o dos
o tres
o una siestecilla en el sofá
Uff que desahogo.