Mientras Elías y papá bajaban al trastero a recogerlo, me dio por pensar en la Navidad, o mejor dicho a despotricar sobre ella, a decirme a mí misma que nos la pintan como una fiesta familiar pero se ha degradado, ahora es solo una feria comercial en beneficio del corte inglés, malditas ganas de fundirme la paga extra en regalos innecesarios, maldita costumbre de montar cenas y comidas, como si la gente se fuera a llevar mejor por sentarse todos a la misma mesa.
Mi madre murió en Nochevieja, hace casi 4 años, y desde entonces las fiestas son muy agridulces, incluso en los momentos de mayor felicidad no consigo dejar de pensar en lo que es y compararlo con lo que pudo haber sido.
En ese momento subieron mis chicos con el árbol, Elías me había prometido que me ayudaba porque ahora es muy mayor, papá se fugó discretamente y nos quedamos los dos a armarlo.
Le vi correr y saltar entusiasmado, clasificar las ramas, pasarme primero las grandes, luego las medianas y finalmente las pequeñas, después nos pusimos con las luces, con los adornos, "Elías, no puedes colgar 7 bolas en la misma rama" "¿por qué no? Esta pequeña es el niño, esta es la mamá, este es el papá, estos los abuelos, este el otro abuelo, esta la abuela que está en el cielo, son una familia y tienen que estar todos juntos", me preguntó media docena de veces si estoy segura de que Papá Noel no viene esta noche, vi la sonrisa que iluminaba su cara... y me reconcilié con la Navidad.
Retrocedí en el tiempo y me vi cuando era niña y ayudaba a mi madre a poner el árbol, colgaba las bolas, las mismas que hemos colgado hoy, recordé mi vieja casa, las Nochebuenas que intentaba pasar en vela intentando sin éxito pillar a Papá Noel para descubrir al día siguiente que me había dormido, mi abuela que me preparaba mis dulces favoritos, mi padre que se mataba a trabajar para que pudiéramos tener regalos y comprar un sobre de salmón ahumado (en Italia era carísimo) que a mí me encantaba, los villancicos que cantábamos mi madre y yo mientras poníamos el árbol, los que ponía una y otra vez en el tocadiscos y cantaba a pleno pulmón hasta que me pedían que por favor les diera un descanso.
Después de muchos años he vuelto a descubrir el espíritu navideño. Después de muchos años he vuelto a ver la Navidad con los ojos de un niño, de mi niño, he podido comprobar que merece la pena y me he sentido feliz.
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más...
Mi blog: El mundo de Kim