jueves, 19 de noviembre de 2009
Mi linda Aroa, la luz de mis noches. Has llegado a mi vida para llenar mi corazón de sensaciones nuevas, desconocidas para mí.
Desde que te sentí en mis brazos, supe cómo quería criarte, educarte. Supe que los tópicos de la lactancia no habían sido escritos para nosotras.
Hubo quien quiso que no existiese ese vínculo, quien pretendió que llenase la casa de biberones. Querían buscar tiempo libre para mí, pero yo sólo quería estar contigo, quería ser yo la única q te alimentase, y un segundo sin ti era un segundo vacío para mi.
He derramado muchas lágrimas por las dificultades iniciales, porque no sabía cuáles eran tus necesidades, porque todavía no había aprendido a escucharte. Sólo cuando entendí lo que buscabas, cuando entendí que amamantar no sólo era dar leche a un bebé, cuando tú me hiciste ver que el tiempo es algo efímero y sin sentido cuando ambas podíamos disfrutar de la lactancia, sólo entonces empecé a disfrutar de este don que tenemos las mamás.
Hemos tenido varios baches a lo largo de estos 21 meses, yo he caminado a tu lado y tú al mío. Ambas establecimos un código único para las dos, un lenguaje secreto desconocido para los demás. La palabra “teti” pronunciada por ti, ha sido la mejor de las medicinas en momentos de bajón. El saber que me necesitabas, que sólo yo podía satisfacer tus necesidades en ese momento, el ver tu sonrisa cuando levantabas mi camiseta, esa sonrisa que iluminaba toda la habitación incluso a oscuras, me ha hecho sentirme la mamá más feliz del mundo.
No pienses que soy egoísta, tan sólo es amor de madre. Es la sensación de haber disfrutado de algo tan maravilloso que, cuando tienes que desprenderte de ello, no tienes más remedio que estar triste.
Hoy por fin he dejado de negar la realidad, hoy he decidido que tengo que dejar que sigas tu camino, que yo ya no puedo controlar todo tu mundo. He comprendido que tienes que crecer, que poco a poco has de ser más independiente de mamá y que, aunque de otra forma, yo seguiré estando a tu lado, dándote toda la protección y el respaldo que vayas necesitando en cada etapa de tu vida.
Mi pequeño tesoro, pequeño en tamaño pero grande en sentimientos, un día leerás esto y te preguntarás porqué mamá estaba tan triste. Yo no puedo explicarte realmente el porqué. Tan sólo espero poder dejarte el legado de lo mucho que he aprendido a quererte (y lo que me queda todavía). Espero que cuando seas mamá, puedas sentir lo que yo estoy sintiendo ahora, es doloroso, lo sé, pero es en este momento cuando más me he dado cuenta de todo lo que se puede llegar a querer a un hijo, de todo lo que se puede llegar a transmitirle a través de la lactancia.
Mamá está triste, pero también está contenta de haber llegado hasta aquí, sobre todo porque, antes de tenerte, ni se me había pasado por la imaginación amamantar durante todo este tiempo. Mamá está contenta porque sabe que una parte de mí siempre estará contigo. Mamá es feliz porque has sido tú la que has decidido el momento en que querías dejar atrás una etapa y comenzar con la siguiente, sin presiones, sin sentirte obligada. Mamá es feliz porque sabe que tú eres feliz.
Alguien ha obrado un milagro en mi vida. Y ese milagro eres tú. Gracias por haber llegado a mi vida.
Te quiere:
Mamá