Antes de nada decir que Juan Antonio no habla aún. Dice palabras sueltas, pero aún no se puede conversar con él. Mi hijo está en una etapa en la que intenta reafirmarse a sí mismo por la vía de hacer lo contrario a lo que yo le digo. Sé que es normal. Pero a veces tengo la incómoda sensación de que realiza pulsos conmigo, a ver quién se sale con la suya. No entro en esos juegos, si la cosa no es importante. Me da igual. Pero algunas veces tengo la sensación de que puede que esté dejando pasar por alto algo importante. Por ejemplo. Le doy de merendar un peti grande, que le encanta. Le acerco la cuchara y no la quiere. Lo voy a guardar en la nevera y llora porque lo quiere, entonces le acerco la cuchara y la rechaza, y así varias veces. Le baño y no se quiere vestir, y acabo teniéndolo qeu vestir a la fuerza.
La otra noche, tuve la sensación de que, al vestirle a la fuerza, no conseguía nada, porque al final él no había dado su brazo a torcer, sino que lo había hecho yo valiéndome de la fuerza. Entonces pensé que tenía que lograr que "quisiera" vestirse, que lo hiciera por voluntad, pero sin castigarle ni enfadarme con él, sino explicándole lo que pasaba e intentando usar el refuerzo positivo si lo lograba convencer. Hice lo siguiente, pero no sé si es respetuoso con él o no. Me gustaría vuestra opinión.
Como no quería ponerse el suéter, lo dejé sentado en el cambiadro del baño y le dije, con cariño, voz dulce, y señalándome mi propia camiseta: "mira, Juan Antonio, todos nos vestimos. Hace frío, y no puedes ir sin suéter. Si no te vistes, no puedes salir de aquí, porque hace frío. YO voy a hacer la cena. CUando quieras vestirte, me llamas". Le di un beso y salí del baño. Me fui a la cocina, y se repitió varias veces la conducta siguiente: el niño me llamaba, yo iba y le decía, ¿te pongo el suéter?, se lo intentaba poner, pero se resistía llorando, no quería. Entonces le repetía que todos tenemos que vestirnos porqeu hace frío, y que no podría salir del baño hasta que no se visitiera porque se pondría malito. Volvía a salir del baño y me quedaba al lado. El niño se levantaba y salía del baño, entonces yo lo cogía en brazos y lo llevaba de vuelta al cambiador, repitiéndole lo mismo una y otra vez, sin levantar la voz, alterarme ni regañarle, y con tono de voz amoroso.
Cuál fue mi sorpresa cuando en una de estas ocasiones, volví al baño, intenté ponerle el suéter y colaboró, metiendo las manos por las mangas por propia voluntad. Entonces le hice muchas fiestas, diciéndole que qué bien, que se había vestido, que ahora estaría calentito, y me lo llevé dando saltos al comedor, que era hora de cenar.
¿cómo creéis que actué? Yo estaba contenta, porque no utilicé el castigo, la crítica ni el enfado, no me puse seria. Simplemente mostré mi autoridad y le expliqué el por qué de la situación. Pero no sé, la verdad es que no lo tengo claro. Me gustaría vuestra opinión sincera. Un abrazo a todas.