En otros mensajes hemos abordado el tema de pasada, pero igual habría que destacarlo para dedicarle la atención que se merece.
Yo personalmente estoy harta de que se utilice la falta de límites como única respuesta a los problemas de comportamientos en niños y adolescentes. Estoy harta de que se use para comentar las vivencias cotidianas y las noticias que salen en los periódicos.
Estemos hablando de un niño de 2 años que tiene una rabieta, de uno de 8 que dice palabrotas, de un adolescente que agrede a un profesor o de un menor que comete una violación, enseguida sale algún "experto" dispuesto a explicarnos la causa, que siempre es la misma: la culpa es de los padres, que no han sabido ponerle límites.
Lo que más me revienta es que los límites van íntimamente ligados a los cachetes, los expertos se ceban, nos regalan relatos sobre su infancia, nos cuentan como a ellos les sacudieron a conciencia y gracias a eso se han convertido en ciudadanos de provecho.
Yo pensaba que los límites sirven para enseñar al niño a distinguir entre lo que se puede y no se puede hacer, entre lo que está bien y lo que está mal, que conllevan un cierto código moral. Pues no, por lo visto se trata simplemente de repartir cachetes a la mínima de cambio. Se supone que los niños que no reciben nunca cachetes se van a descarriar, los que los reciben en cantidad adecuada (sea lo que sea lo que signifique eso) no harán nada malo (no se sabe si por miedo a las consecuencias, porque lo harán a escondidas o por el efecto catártico que el cachete posee, según algunos). Curiosamente, de los que los reciben en exceso nunca se habla. A nadie le interesa intentar establecer una conexión entre ciertos comportamientos y malos tratos en la infancia, pero todo el mundo está dispuesto a achacar cualquier problema a la falta de límites (eso sí, sin datos ni estudios que avalen la teoría).
Muchos de los adolescentes de hoy en día tienen padres que les han dejado en la guardería de sol a sol, al cuidado de los abuelos o de quien fuera mientras disfrutaban de su "tiempo de pareja", que les han llenado su tiempo de actividades extraescolares para que aprendieran, igual que les han "enseñado" a dormir y unas cuantas barbaridades más.
Pero eso no tiene que ver, el problema es que los padres han ido de colegas y no han impuesto las suficientes normas (y por supuestísimo se han quedado cortos en cuanto a los cachetes).
Los padres no les han enseñado a distinguir entre el bien y el mal: es un argumento que me parece muy válido, en mi opinión tiene mucho sentido en una sociedad que recomienda enseñar las cosas a base de premios y castigos, sin hacer hincapié en las consecuencias, positivas y negativas, de cada acción. Pero otra vez, la causa no es el sistema en si, rápidamente se concluye que ha habido demasiados premios y no los suficientes castigos.
Yo me pregunto si ciertas cosas no se deberán a los "trastornos del apego" que conllevan ciertos tipos de educación.
Pero seguramente estaré equivocada, creo que no he recibido los cachetes necesarios para conseguir ver las cosas con mayor claridad.
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más...
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