- Jue, 15 Oct 2009, 23:30
#349259
Yo tampoco he visto el programa, así que no puedo opinar acerca de
esos chicos y
esos padres. Aún así, creo que Sunshine tiene razón, los concursantes de realities y demás programas de TV no suelen ser elegidos por ser representativos de la población, sino porque "dan juego", repito que no me refiero a ese programa en concreto sino a otros similares, a la audiencia le gustan los enfrentamientos y las salidas de tono así que igual buscan más bien a gente que encaje en ese perfil.
Dicho esto, creo que sí tendemos a justificar demasiado a nuestros hijos, a negarnos a pensar que el niño (aunque ya haya dejado de serlo hace tiempo) pueda haber hecho algo malo o con mala intención. Las madres somos las personas menos objetivas del mundo, yo la primera, que conste que me doy cuenta. También habría que matizar que a veces justificamos porque sinceramente nos parecen inapropiados los reproches y comentarios (por ejemplo cuando te empiezan a decir que qué niño más consentido, deberías azotarle y lindezas por el estilo), y en otras ocasiones podemos incluso reconocer que tienen razón, pero como madres nos sentimos obligadas a defender a nuestros hijos a capa y espada, aunque a lo mejor de puertas para dentro nuestra actitud sea diferente.
En cuanto al respeto, opino que es bueno enseñar a los niños a respetar a los demás, pero porque es la forma correcta de tratar a la gente, cada persona tiene derecho a ser tratada con dignidad y por tanto hay que comportarse en consecuencia. No comparto las posturas que defienden el respeto a los mayores solo por el hecho de ser mayores, el respeto no es un derecho que se adquiere al cumplir años, es algo básico, que debemos exigir pero a la vez estamos obligados a dar, no puedes ponerte en un pedestal y esperar que los demás te admiren si no haces nada a cambio.
En el ejemplo que puso Pottoka, ¿a quién damos de comer primero?, creo que habría que valorar la situación. Si estamos celebrando el cumpleaños del abuelo, considero lógico que le sirvamos primero (y explicar al niño que es el día especial del abuelo y vamos a esforzarnos todos para que esté a gusto, igual que todo el mundo lo hace cuando es su cumpleaños), pero si mi hijo tiene más hambre le serviré primero a él (es que me ha gustado la respuesta de Juanma
).
También coincido en que es difícil obtener de un niño pequeño una manifestación espontánea de altruismo. No pienso que crean ser el centro del universo (eso dejan de creerlo cuando quieren que te quedes con ellos y tú te tienes que ir a trabajar, y por desgracia ocurre pronto). Hay un refrán en mi tierra que dice (traducción libre): para el mundo entero no serás nadie, pero para alguien puedes llegar a ser el mundo entero. Creo que es eso lo que se esperan de nosotros, que les hagamos sentirse especiales de vez en cuando. El altruismo llegará como consecuencia natural.
Finalmente, en cuanto al tema de los enfrentamientos entre alumnos, padres y profesores, francamente estoy harta de oír decir que se debe exclusivamente a que los niños y adolescentes son consentidos y ya no tienen respeto y que los profesores han sido desautorizados por las reformas en la educación. En algunos casos puede ser así, pero considerarlo la única causa del fracaso escolar me parece un discurso superficial y simplón, como el que propone el método E como solución, sin alternativa posible, para los "problemas" de sueño.
Se habla de dar a los profesores un status comparable al de la autoridad policial (no sé si también les van a dar porra y pistola), sin querer entrar en debates políticos me parece un disparate.
A lo largo de mi carrera estudiantil he tenido algunos profesores fantásticos y otros nefastos, y entre un extremo y otro ha habido un sinfín de matices. Curiosamente, no recuerdo haber oído jamás a los "fantásticos" levantar la voz ni tener que pedir respeto ni aplicar castigos. Cuando daban clase, podías oír volar a una mosca del silencio que había.
En cambio, los "nefastos" llegaban, se sentaban, sacaban unos apuntes que tenían 20 años como mínimo y se pasaban la hora leyéndolos con la misma emoción del que lee la lista de la compra, a la mínima se ponían a gritar, a echarte de clase, a mandarte al despacho del director, etc.
La diferencia es que los primeros
creían en lo que hacían, los segundos parecía que iban a pasar el rato y a ganarse el sueldo.
Con esto no quiero decir que la culpa sea solo de los profesores. Cualquiera que trabaje con pacientes o clientes sabe que éstos, en ocasiones, pueden ser conflictivos, maleducados, cabezones, burros o directamente inaguantables. Si encima se trata de adolescentes, cuyo organismo está además librando una batalla hormonal, el problema se magnifica.
Considero que la responsabilidad de educar a un hijo recae, en primer lugar, en los padres. No me parece correcto esperar que el profesor, el colegio o el sistema tenga éxito donde nosotros hemos fallado, no les podemos exigir que nos solucionen los problemas. Por otra parte, los niños pasan muchas horas en el colegio, al cuidado de otras personas, y estoy de acuerdo que hay que aprender a delegar, pero también es lícito cuestionar lo que no nos parezca correcto. No me refiero a agarrar del pescuezo al profesor ni a cantarle las cuarenta delante del niño, pero no creo que se deba doblar el lomo sea cual sea la situación para no "desautorizar". No me voy a quejar si se porta mal y le castigan, si el castigo es apropiado allí no voy a entrar. Pero si el profesor le insulta, menosprecia, se ríe de él o incita a sus compañeros a hacerlo, me va a oír. Me da igual que se sienta desautorizado, si es autoridad policial que me espose y me lea mis derechos.
Para variar, menudo rollo que os he metido.
En resumen: sí, justificamos mucho a nuestros hijos, yo la primera... (no sé qué emoticono debería utilizar -
o
)
♥ Mamá de dos polluelos que dieron forma a mis sueños y los hicieron realidad ♥
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más... Mi blog: El mundo de Kim