Cuando me quedé embarazada preparé amorosamente para nuestro hijo todo aquello que pensé que pudiera necesitar cuando llegara. Entre todas aquellas cosas preciosas había una cuna de madera que montamos en su habitación. Mi hijo llegó a casa y creo que en esa cuna sólo estuvo cinco minutos. Se le veía tan pequeño, tan desprotegido llorando dentro. Así que aprovechando que una amiga me había dicho que fuera yo la que eligiera el regalo de bienvenida para mi hijo, le pedí un moisés, para tenerlo junto a nuestra cama los primeros meses. Él en su moisés y nosotros en nuestra cama. En su moisés estuvo un mes, creo recordar. Conforme pasaban los días de ese mes en concreto, vimos que nuestro niño era un bebé al que le costaba mucho dormir, que además dormía muy poquito, espacios de tiempo muy cortos y que mamaba mucho, muchísimo. Más tarde, bastante más tarde supe que mi hijo era un bebé de alta demanda.
La ecuación que he expuesto arriba y darle el pecho tumbada puesto que era como más cómoda me sentía me llevó de forma involuntaria o instintiva a dormir con nuestro bebé. Anteriormente sólo había oído habar una vez del colecho, en una reunión de un grupo de apoyo a la lactancia y tiempo después mi monitora se reía de mí diciendo que no olvidaba lo que mi cara reflejaba mientras ella lo iba explicando, supongo que sería una mezcla de incredulidad, estupefacción y sentimiento de en mi casa no pasará. A día de hoy, dos años después, sigo colechando.
QUÉ ES EL COLECHO
Colechar es sencillamente compartir cama, dormir con tu hijo, ya sea en la misma cama o adosando una cama o una cuna a la vuestra. También puede existir el colecho entre hermanos. Es una opción dentro de las distintas alternativas que te ofrece la crianza de tu/s hijo/s.
A la hora de decidir cómo se duerme en casa no hay un único sistema que funcione para todas las familias. Cada bebé es un mundo y cada familia tiene unas circunstancias propias. Las necesidades nocturnas, por tanto, serán diferentes en cada caso.
Es recomendable evitar la necesidad de satisfacer a terceros haciendo oídos sordos de lo que te dictan tus propias necesidades. Evitar los llamados “CONSEJOS NO DESEADOS”.
¿SUPONE ALGÚN PELIGRO EL COLECHO?
En general se desaconseja que los niños duerman con sus padres. La mayoría de los libros infantiles, de los consejos pediátricos, etc. defienden que el bebé duerma separado en su espacio (cuna) y a partir de una cierta edad, en su propia habitación.
Una de las causas por las que se defiende que el colecho es malo es el peligro de ahogar o aplastarles mientras se está dormido. Sin embargo para evitar este peligro y sus consecuencias debemos tomar las medidas de seguridad necesarias y pertinentes que enumeraremos a continuación.
De hecho siempre se desaconsejará practicarlo cuando se está muy cansado, se ha tomado drogas (fumar incluido) o bebido alcohol, o se está muy obeso.
Con respecto al Síndrome de muerte súbita: Cuando las madres realizan colecho colocan a sus bebés mayoritariamente en la posición más segura: “boca arriba”, junto a su regazo. Por otro lado, la lactancia ofrece una protección “dependiente de las dosis” para el SMSL, el riesgo disminuye paralelamente por cada mes que el bebé continúa amamantándose. El colecho además duplica la frecuencia de tomas nocturnas y prolonga la duración de las mismas en un 40%, ayudando a prevenir la muerte súbita.
NORMAS PARA COLECHAR CON SEGURIDAD
1. Tu cama debe ser absolutamente segura para tu bebé.
2. La mejor opción es poner el colchón en el suelo, revisando de que no existan lugares donde el bebé pueda quedarse atrapado.
3. El colchón debe ser plano, firme y suave. Nada de camas de aguas y/o sofás con cojines u otras superficies flexibles y blandas.
4. Asegurarnos de que las sabanas están bien ajustadas y no se pueden desprender.
5. Si en vez de un colchón en el suelo utilizamos una cama con somier, pondremos barreras de seguridad, con mallas para prevenir una caída del bebé y nos aseguraremos de que no hay espacio entre el colchón y el cabezal o el final de la cama, o bien entre el colchón y la pared.
6. Los niños deberían situarse entre la madre y la pared o barrera.
7. Si te das cuenta de que estás tan profundamente dormida que sólo te despiertas cuando tu bebé grita llorando es momento de replantearse seriamente el colecho. Es más seguro que el bebé duerma en su cuna.
8. Utiliza un colchón grande para que exista el suficiente espacio para el movimiento de todos.
9. Considerar la posibilidad de poner una cuna o moisés sidecar, ajustándolos o acoplándolos a la cama principal.
10. Asegúrate de que el dormitorio del bebé y cualquier otra habitación donde el bebé vaya a tener acceso, es segura.
11. Nunca duermas con el bebé si has tomado alcohol o cualquier tipo de droga o medicina, roncas mucho o si sufres de falta de sueño y encuentras dificultad en despertarte. Si tienes problemas de obesidad, comprueba si el bebé rueda hacia ti, si el colchón se hunde en exceso.
12. Quita todas las almohadas y mantas durante los primeros meses.
13. Viste al bebé y a ti misma cálidamente. El calor del cuerpo aumentará la temperatura durante la noche. Asegúrate de que el bebé no se sobrecalienta.
14. Nada de camisones o pijamas con cintas o cuerdas o joyas y, si tu pelo es largo, recógelo.
15. No uses perfumes o lociones fuertes que puedan afectar los delicados sentidos del bebé.
16. No dejes que ningún animal doméstico duerma en la misma cama que el bebé.
17. No dejes nunca al bebé solo en una cama de adultos excepto si es perfectamente segura.
VENTAJAS DEL COLECHO
1. Promueve los vínculos.
2. Regula los patrones de sueño de la madre y su bebé.
3. Ayuda a la madre a ser más sensible a las necesidades de su bebé y le permite responder con celeridad a cualquier percance o situación imprevista.
4. Facilita y promueve la lactancia materna. Los bebés que son amamantados maman más a menudo sin perturbar el sueño de su madre.
5. La mayor oportunidad de mamar se puede traducir en una menor incidencia de las enfermedades.
6. Igualmente la mamá le ofrece un patrón de respiración a imitar.
7. Brinda la oportunidad de un buen descanso.
8. Los bebés llorar significativamente menos.
EL COLECHO EN OTRAS CULTURAS
En la cultura oriental:
A los niños se les considera biológicamente independientes desde que nacen y por tanto no se les separa de manera casi inmediata o precoz del contacto cercano con sus padres. De hecho, se cree necesario establecer para su desarrollo una relación más íntima y perdurable con la familia.
Es destacable además que en los países asiáticos como Japón donde el colecho es una práctica cultural natural, se observa la incidencia más baja del Síndrome de muerte súbita.
AUTORES QUE DEFIENDEN EL COLECHO COMO ALTERNATIVA
Carlos González, pediatra
Rosa Jové, psicóloga
Elisabeth Pantley,
Williams Sears, pediatra
Bibliografía:
Dormir sin lágrimas, Jové, R. Editorial La esfera de los libros.
Bésame mucho, González, C. Ed.
Colecho, hazlo posible y seguro. Pantley, Elisabeth (artículo)
“Nightime Parenting” y “The Baby Book” de Williams Sears, MD
Colecho y síndrome de muerte súbita del lactante: una relación conflictiva Dr. Alejandro G. Jenik. División de Neonatología del Departamento de Pediatría. Hospital Italiano de Buenos Aires.
www.dormirsinllorar.com
www.bebesymas.com
www.crianzanatural.com
http://www.unizar.es/med_naturista/lact ... TERNA,.pdf
MI EXPERIENCIA (por Neferu)
Recuerdo que cuando estaba embarazada, tenía muy claro como quería organizarme y hacer todas las cosas cuando naciera mi bebé. Me había leído bastantes libros y revistas que recomendaban lo habitual: no acostumbrar a los niños en brazos, que duerman solos desde el primer día, etc…y además los consejos que había recibido, iban en el mismo sentido.
Como muchos otros padres, cuando me imaginaba a mí misma cuidando de mi bebé, no tenía en cuenta que el bebé es una persona diferente e independiente y que puede tener opiniones distintas a las mías…
En el tema de dormir, yo tenía decidido que debería dormir en su cuna, en su habitación desde el primer día, tal y como mis padres habían hecho conmigo.
La primera noche que llevé a mi hija a casa y la vi tan necesitada y pequeñita, empecé a incumplir mi propia promesa y decidí en un momento que la pondría en mi habitación. En su cuna, pero en mi habitación “por si acaso”.
Esa noche, después de pasarnos un montón de horas con esta sucesión de acontecimientos: la niña lloraba, yo la cogía un poco y la soltaba en la cuna, lloraba otra vez, la ponía al pecho y la dejaba en su cuna, lloraba, le ponía el chupete y a la cuna…y así sin parar, mi marido cogió a la niña y la acostó en nuestra cama, en medio de los dos.
Ocurrió el milagro, la niña se calmó inmediatamente y se durmió en seguida con una paz increíble, es que daba gusto verla…Nuestro instinto consiguió que tomáramos la decisión adecuada. Nos costó unas horas darnos cuenta, pero más vale tarde que nunca ¿no?
Después de incumplir nuestras promesas, mi marido y yo nos miramos alucinados y sonreímos porque por fin íbamos a poder dormir todos…¡a las 6 de la mañana!
Desde esa primera noche he incumplido mis promesas muchas veces, en el tema del colecho y en todos los demás y he dormido con mi hija durante muchos periodos. Cuando fue mayor la pusimos a dormir en su habitación porque ella dormía mejor sola, aunque las siestas siempre las hemos dormido juntas, es casi como un ritual.
Desde que empezó a dormir en su cuarto hasta ahora que ya tiene tres años y medio, hemos vuelto a dormir juntos en muchas temporadas “críticas”: al inicio del colegio, después de vacaciones, si está malita, si tiene pesadillas…
Normalmente, ella decide donde quiere dormir, a veces prefiere ser mayor y dormir en su cuarto porque es muy independiente y a veces prefiere dormir conmigo. A mí me parece bien lo que ella decida, cuando se va a su cuarto me siento orgullosa de ver lo mayor que se hace, aunque la echo de menos…y cuando se queda conmigo la abrazo y ¡disfruto de la noche juntas!
Es estupendo dormir con los niños, notar su calorcito y su tibieza durante la noche, oírlos respirar acompasando su ritmo al tuyo, verles la carita de felicidad cuando se despiertan y se dan cuenta de que están contigo…en serio vale la pena probarlo.
MI EXPERIENCIA (por Núriah)
Mi experiencia con el colecho ha sido diversa y con altibajos, como una historia de amor.
Antes de tener a mi hijo, nunca pensé en colechar con él, vamos, no sabía ni que existía la palabra; excepto cuando rememoraba imágenes de películas o series en los que papá o mamá dormían alguna siesta con el bebé, y siempre por equivocación (“fíjate! que cansados están...”, se han quedado dormidos!) o bien por elección adulta (me apetecía dormir con el bebé a modo peluche porque estaba mimoso/a, el adulto, se entiende). Pero jamás de los jamases porque el bebé llorara o demandara nuestra presencia porque eso era malacostumbrarlos.
Pues bien, llegó mi hijo. Mi bebé precioso. Y al principio dormía en el moisés de al lado de mi cama, aunque el tiempo que pasaba en mis brazos mamando casi era más que el tiempo que estaba en el moisés durmiendo.
Alguna vez, recuerdo con mucha ternura y cierta nostalgia, estando yo sentada (le daba el pecho sentada en la cama) y despertarme en esa posición tan incómoda con la cabeza colgando. Entonces miraba a mi niño que se me había ido escurriendo desde la teta hasta la que había sido su casa hasta entonces (esa barriga que se nos queda después del parto). Dormido, plácidamente abrazado a mi abdomen, como si fuera el amo del mundo, notando mi respiración y mi calor. Y recuerdo la pena que me daba sacarlo de allí para meterlo en el moisés, para poder yo estirarme y dormir algo en posición horizontal.
A los 3 meses aproximadamente pasé el moisés a su habitación. Entonces, lo hice porque me despertaba con cada movimiento que él hacía, que sumado a los que pedía teta, pues eran muchos. Así que sustituí mi “alerta” natural por un intercomunicador que también me despertaba cuando se movía, y encima me tenía que levantar y caminar hasta su habitación a mirarlo. Así que no gané en nada, salvo en cansancio y más bien perdí en horas de sueño.
Desde los 3 meses hasta los 20, más o menos trampeábamos las noches con varios despertares e idas y venidas mías. Yo muy cansada, pero siempre con la esperanza de mejora porque cada vez se iba haciendo más mayor, y en teoría iba a dormir más seguidito.
Pues bien, todo empeoró.
De despertarse unas 3 o 4 veces y quedarme con él a su lado en la cuna para que se durmiera, pasamos a 6-7-8 despertares, y luego a despertares cíclicos de unos 20-30 minutos más algún desvelo entremedio. Agotador. Agotador para cualquiera, pero sobretodo cuando te tienes que levantar a las 6.30 para trabajar, y ves que no has dormido nada, un día, y otro, y otro, y... pues aún más.
Había que buscar una solución, yo tenía que sobrevivir. Yo ya sabía de métodos conductistas que explicaban que dejándolos llorar aprendían a dormir. Pero me resistía a dejarlo llorar. No entendía por qué se despertaba tantas veces, pensé que tenía miedo, pesadillas, porque se despertaba angustiado, y no podía creer que lo mejor era dejarlo solo y llorando. Me necesitaba.
Así que en contra de casi todo el mundo (y con el casi único apoyo del foro de esta web) y con un sentimiento de culpabilidad enorme porque el niño no descansaba lo que tenía que descansar proque algo estaba haciendo yo mal, saqué al niño de la cuna, habilité una cama en otra habitación, y dormimos juntos toda la noche.
Al principio de la noche fue despertándose de nuevo cada media hora para comprobar si yo estaba allí, pero cada vez fueron espaciándose más los despertares, hasta que logré que durmiera plácidamente y sin agitación, cosa que no conseguía desde hacía tiempo.
Y mientras tanto, yo estaba poniendo de acuerdo mi cabeza y mi corazón. E iba cogiendo confianza en mí misma y sabía que iba en la dirección correcta.
Así estuve una semana. Luego habilité esa misma cama en su habitación, y puse una barrera de protección. Le expliqué que ahora iba a dormir en esa cama grande y que la mamá dormiría con él.
Así estuve otra semana, hasta que se me hizo bastante imposible poder dormir a su lado (ahora entiendo a mi madre que me decía que era imposible dormir conmigo por las patadas que le daba). Mi hijo no me daba patadas, ni siquiera se movía mucho. Pero tiene verdadera pasión por el pelo, y además de dormirse enganchado a mi pelo, durante toda la noche iba estirando un mechón, y otro, y otro. Yo se lo quitaba, pero duraba 1 minuto, volvía a coger más, y a estirar. Incluso llegaba a arrancarme algún mechón dormido profundamente.
Ahora, él dormía pero yo seguía sin dormir. No podía colechar con él.
Así que decidí “fugarme” a mi cama. Y así fuimos trampeando. Lo acostaba estirada con él en su cama, y luego me volvía a la mía. Le expliqué que me volvería a dormir a mi cama y que si quería algo durante la noche, que me llamara y que yo acudiría SIEMPRE, y eso había que cumplirlo. No quería que perdiera toda la confianza y tranquilidad que ya habíamos adquirido. Si me llamaba, iba. Unas noches 2 o 3 veces, otras veces 5 o 6. Iba, me acostaba a su lado otra vez, lo abrazaba, y nos dormíamos. Normalmente me volvía a mi cama al poco porque me despertaba su mano estirando de mi pelo, de nuevo.
Cada vez se iba despertando menos. Y yo cada vez le iba cogiendo más el gusto a dormir juntos, una pena que no nos durar mucho el idilio.
Pero una se acostumbra rápido a lo bueno... a acompañarlo a dormir, a que me cogiera la cara con sus manitas y me dijera “te quiero”. A notar su respiración tranquila y relajada, a olerle la piel... A que se acomodara entre mis brazos, como los pajaritos en el nido. A que me sonriera cuando abriera sus ojos por primera vez en la mañana, agradecido de sólo ESTAR con él, ahí a su lado.
A que antes de dormir me explicara su día, una preocupación, un proyecto, un plan, una inquietud o una curiosidad.
Qué momentos tan bonitos e inolvidables que hemos vivido juntos por dormir juntos... cómo se disfruta cuando te liberas de prejuicios estúpidos, te conectas con tu instinto y cubres las necesidades de tu hijo. Él descansa, está feliz, está seguro, y tú sientes que lo estás haciendo bien, no luchas contra tí misma, contra tu instinto y te sientes buena madre, que caminas en buena dirección.
Nunca he colechado con mi hijo y he dormido del tirón, ya veis que no engaño a nadie. Pero sí que he dormido a ratos con él y luego me he fugado a mi cama, porque ha sido lo que a mí me era más cómodo y lo que mejor me ha funcionado para poder dormir. He buscado lo mejor para este binomio formado por él y yo.
Aún lo acompaño para que se duerma cada noche, (tarda uno 2 ó 3 minutos en dormirse) pero no se despierta ni una sola vez desde hace tiempo y duerme en su habitación y en su cama. Es un niño seguro, independiente, respetuoso y cariñoso. Creo que reaccioné como pude ante una problemática que no nos permitía descansar, pero siempre con respeto.
Ahora, estoy embarazada de 33 semanas, vamos a tener una niña. No voy a repetir con el moisés porque me era muy incómodo incorporarme cada vez que se despertaba. Me habilitaré una cuna sidecar (pegada a mi cama y sin la barrera) para que sea una continuación de mi cama al estar a la misma altura que mi colchón y así hacernos la vida más fácil. No sé si colecharé con ella o no. Ni me lo planteo. Sé que le intentaré dar respuesta a todas sus necesidades con respeto y cariño, como a su hermano, y que me recogeré el pelo en unas colas de caballo altas para que nunca lo alcance, por si acaso...