La habitación estaba preparada desde la noche de Reyes en que su padre y yo la decoramos como si se la hubiesen traído los Reyes Magos, pero no le forzamos a irse allí a dormir, sino que le dejamos que jugase en ella, decidiese si quería o no echarse allí la siesta (lo que hacía muy pocas veces porque prefería dormirla con papá y mamá en su cama ) y así hemos estado desde enero: Rodrigo durmiendo en la cuna al lado de nuestra cama y esperando que quisiese irse a su habitación.
Desde hace algunos días me decía que la cuna era para bebés y que él es un niño grande. Le preguntaba si quería irse a su cuarto y me decía que no, que con papá y mamá, así que seguía con nosotros. Pero ayer, se despertó a las ocho y con mucho sueño porque el sábado estuvimos en casa de unos familiares y no había parado en todo el día y no se durmió hasta las doce y media de la noche, por lo que le dije que si nos echábamos en su cama. Nos fuimos a su habitación y se quedó dormido hasta las doce del medio día.
Por la noche, después de cenar, le pregunté que dónde iba a dormir:
"¿en tu habitación?"
"no"
"¿en la cuna?"
"no"
"¿en tu cama?"
"no"
"¿dónde?"
"en cama papá, mamá y Rodrigo"
Ante esa respuesta pensé que bueno, que habría que esperar, pero cuando le di el biberón me llevó a su cuarto y se tumbó en la cama. Le pregunte que si iba a dormir allí y me dijo que sí. Así que llamé a su padre y colocamos una lámpara con forma de estrella para la noche. Me acosté a su lado, le pregunté que si quería que le llevase al señor Ratón y me contestó que "no, que estaba en la cuna" y se quedó dormidito enseguida.
Le dije a su padre que seguramente nos tendríamos que levantar varias veces a lo largo de la noche para hacerle compañía si se despertaba y me fui a nuestro cuarto a dormir.
Me pareció rarísimo no verle en la cuna a mi lado y me invadió una gran tristeza. Se me hace grande.
A eso de una menos cuarto se despertó pidiendo agua, bebió y volvió a dormirse. Al poco rato volvió a despertarse llorando y diciendo que quería pis. Le llevé al orinal y, tras hacer pis, nos decía que se quería ir al comedor. Le respondí que no, que me iba con él a su cama. Nos fuimos, me abrazó y en nada volvió a quedarse dormidito y así hasta las 8:30.
Me he levantado varias veces a verle y estaba tan feliz, más ancho que largo en su cama y durmiendo placidamente. Cuando se ha despertado me ha llamado y he acudido a su lado con una gran sonrisa felicitándole porque ya es un niño grande y preguntándole cómo había dormido. Me ha dicho que bien y se ha levantado muy contento.
Puede que esta noche no quiera dormir allí de nuevo o sí, no me importa, va a ser él quien decida su momento, tal y como ocurrió con el chupete, que con año y medio se lo quité porque se había roto y aunque le compré un nuevo, nunca más me lo pidió.
Soy yo quien le extraño, pero por otro lado estoy muy contenta de haberle tenido a mi lado 34 meses. Sé que me voy a levantar muy a menudo para verle, para comprobar que está bien, para darle un beso y tocarle, todo lo que hasta ahora con solo estirar el brazo y sentirle junto a mí. No puedo evitar que se me salten las lágrimas pensando en que ya no es mi bebé, es mi grandullón, mi cielo, mi tesoro, mi amor, el gran regalo que me ha dado la vida.
Salud