- Mar, 09 May 2006, 16:11
#33613
Monica y yo tambien recibimos "ataques" porque como educamos, cuidamos a Adrian, que si colecho, que si lactancia, que si brazos, que contaros, yo que soy pelin borde pues digo que hago lo que me da la gana y se acabo la historia, de todas formas para las que teneis un toque mas educado que el mio aqui os pongo un texto de Carlos Gonzalez, leerlo y quedaros con el último parrafo el que habla sobre el sacrificio (y para vosotras es decir para casi todas quedaros tambien con la parte de la culpabilidad), y ala a disfrutar de los hijos, y a no hacer ni caso a los que nos martirizan, y parece que les fastidie que nuestros hijos y nosotros disfrutemos mutuamente unos de otros
"Hola
Me presento, soy Carlos González.
Pasaba por aquí por casualidad y he visto que hablaban de mi libro (¡sí -dirá alguna-, por casualidad! Un creído que va mirando a ver qué dicen de él. Bueno, pues a lo mejor. Soy humano. ¿No era Don Quijote quien encargó a Sancho que fuera a recoger habladurías, "qué dicen de mí los hijosdalgo, qué los campesinos..."?
El caso es que uno de los mayores placeres del autor es leer las opiniones de los que han leído tu obra y se toman la molestia de comentarla. Muchas gracias.
Aprovecharé el foro para hacer algunas aclaraciones. Es cierto, en mi libro no hay soluciones. No puede haberlas porque no las conozco. No creo que exista una única manera "correcta" de criar a los niños. No creo que la manera en que yo he criado a mis hijos sea la mejor. Estoy seguro de que gente a la que consideramos malos padres en realidad son mejores padres que nosotros. Sé que no soy capaz de distinguir a un mal padre de un buen padre, ni aunque los tenga delante de las narices.
Alguien ha dicho que no lee libros sobre puericultura porque no lo necesita para criar a su hijo. No puedo estar más de acuerdo. Durante millones de años las madres lo han hecho muy bien sin libros.
Pero, alguien dirá, ahora vivimos en otra sociedad, que tiene libros y los lee. Por eso escribí el mío. Porque he conocido a lo largo de los años a muchas madres que hacen algo "prohibido": coger al niño en brazos, darle pecho, dormir con él. Unas lo siguen haciendo (porque creen que es lo mejor, si no no lo harían, es evidente), pero a pesar de creerlo se sienten mal, porque profesionales, familiares y amigos las amenazan con todos los males del infierno e infinitos problemas psicológicos si siguen por ese camino de perdición. Otras lo dejan de hacer, porque las convencen de que estaba mal; pero tampoco están seguras, en el fondo algo no les cuadra, también se sienten mal. Con mi libro he pretendido darles un respaldo, que al menos sientan que alguien está de acuerdo con ellas, las apoya, las felicita.
¿Y las que prefieren criar a su hijo de otra manera, no tienen derecho a que alguien las felicite? Pues claro. Para eso están los otros libros. No se trata de comprar un libro y hacer lo que dice (con el mío sería un problema, puesto que no dice nada , sino de buscar un libro que diga lo que tú quieres hacer.
Lamentaría mucho que alguien se sintiera culpable por culpa de mi libro; pero supongo que es inevitable. La gente tiene mucha tendencia a sentirse culpable, y sobre todo (perdonadme) las mujeres. Hace años, en otro foro de internet, una profesora de psicología en una universidad USA comentaba este curioso fenómeno. Decía que solía pasar a sus alumnos una especie de ejercicio: vas en un avión, todos los pilotos y las azafatas mueren intoxicados, entre el pasaje nadie sabe pilotar, pero tú has tomado dos clases en una avioneta; te sientas a los controles, intentas seguir las instrucciones de la torre de control, pero el aterrizaje es fatal y mueren 50 personas. ¿Te sentirías culpable? Los chicos siempre contestan: "claro que no, con dos clases no se puede aprender a pilotar un avión, yo hice lo que pude, y gracias mí se salvaron los otros 50". Las chicas siempre contestan: "sí, me sentiría culpable, podría haber estado más atenta en aquellas dos clases, igual si hubiera puesto más cuidado...".
Si lees un libro que dice lo contrario de lo que haces habitualmente, puedes hacer dos cosas: creértelo o no. Si no te lo crees, porque piensas que eres tú quien lo hace bien, ¿culpable de qué? Sólo de haber desperdiciado 15 euros en una birria de libro. Si te lo crees, pues ponlo en práctica; ¿culpable de qué? ¿de lo que hiciste cuando no tenías suficiente información? No es culpa tuya.
El otro gran objetivo de mi libro era ayudar a las madres a comprender a sus hijos. Claro que no puedes cogerlos en brazos todo el rato, claro que no todo el mundo duerme bien con un niño en la cama, claro que necesitas trabajar y tienes que llevar al niño a la guardería. Pero, en todos esos casos, al menos que no te quedes pensando "este sinvergüenza me toma el pelo", sino "pobrecito, qué mal se siente, ójala pudiera consolarlo". Porque quedarse con la primera idea lleva a un distanciamiento cada vez mayor, a sentir resentimiento contra tu propio hijo, a empeorar las cosas. Mientras que la segunda idea lleva a sentir compasión, a intentar mejorar la situación.
Hay un chiste de Mafalda que lo expresa perfectamente. El papá de Mafalda le pregunta a Libertad si le gustan sus plantas. "Sí, pero a mí me gustan las plantas en la tierra tierra, no en una maceta" "Sí, claro, pero aquí en un apartamento, no se puede..." "Perdone, usted me ha preguntado si me gustan sus plantas, no si me gusta su vida". Supongo que lo mejor es querer a todo el mundo con paciencia franciscana; pero si una madre ha de estar resentida y enfadada con alguien, creo que es mejor que sea con su jefe, con su pediatra, con el autor del libro o con el gobierno que con su hijo.
Otros pequeños detalles: No, en mi libro no sólo critico teorías de otros; también repaso muchas teorías que defiendo y con las que estoy de acuerdo, y cito a los autores. Para nada me considero innovador, y me da mucha vergüenza cuando alguien habla de teorías "gonzalianas". Sólo he intentado poner en lenguaje más literario lo que muchas madres me han enseñado a lo largo de los años, y en lenguaje más asequible lo que he leído en los libros de algunos psicólogos un poco duros de leer.
Tu historia, Rosa, me ha emocionado. No quisiera meterme donde no me llaman, pero si ofrecerte un comentario con la mejor intención.
No creo que tu madre estuviera realmente arrepentida de haber dedicado su vida a cuidar a sus hijos. Uno puede disimular un momento, pero no continuamente. Si tu madre te hubiera cuidado a regañadientes, por obligación, lo hubieras notado desde el principio, en mil detalles, en su malhumor y su amargura. El que en un momento dado dijera "no hagas como yo" no significa que se arrepintiera (aunque todo el mundo, un día u otro, piensa que la hierba es más verde en el jardín del vecino), sino que más bien demuestra lo cruel que es nuestra sociedad con las amas de casa. La sociedad nos machaca (y en las últimas décadas es peor aún), hasta hacernos creer que somos marujas, ignorantes, atrasadas, inútiles, no productivas. ¿Cuántos padres, al final de sus días, dirán a sus hijos: "No seas tonto, no hagas como yo, trabajando por la mañana en el hospital y por la tarde en la privada, sin ver crecer a mis hijos, buscando siempre ganar más dinero y tener más prestigio para ir el fin de semana a jugar al golf que maldita la gracia que me hacía, y al final tener un infarto a los 55 y ver que los que creía mis amigos se pelean por ocupar mi puesto". No, un padre que ha vivido así recibe la aprobación de la sociedad, y morirá convencido de haber tenido una vida envidiable.
Pero, sobre todo, no creas que el amor de tu madre te ha hecho insegura o débil. (No digo en el libro, creo, que un niño criado con cariño va a ser más seguro o va a tener más confianza en sí mismo; insisto en que hemos de tratarlo bien porque eso es lo correcto, no para obtener algo a cambio). Lo que tú sientes es totalmente normal, es el duelo por una persona muy querida, y es la mejor muestra de que tu madre fue, en efecto, una persona maravillosa. Cuando muere una persona amada y maravillosa nos deja un vacío que ni todas las lágrimas del mundo pueden llenar. ¿Es mejor acaso no conocer el amor, para no tener que lamentar su pérdida? ¿Tener padres light, novios light, marido light, amigos light, hijos light, de manera que la muerte de cualquiera de ellos no te afecte, y lo puedas substituir por otro, como el que cambia los neumáticos del coche, sin dolor?
No, claro que no, es mil veces mejor tener algo que perder, aunque eso significa que tarde o temprano lo perderás.
Por desgracia, nuestra sociedad también desprecia y ridiculiza el duelo. "Tienes que ser fuerte", "tienes que animarte", "la vida continúa"... La alegría es obligatoria, como en un parque temático, y como consecuencia nos deprimimos cada vez más, porque portaventura está bien para un día, pero no puedes vivir en él.
Una vez vi a un niño de seis años que estaba tomando varios psicofármacos (antidepresivos y valium), recetados por su psiquiatra, porque estaba muy triste desde que, un año antes, había muerto su padre en un accidente de coche. ¡A aquél psiquiatra le parecía que llorar a tu padre es una enfermedad, y que se cura con pastillas! Aún me da escalofríos.
Te sugiero, Rosa, que leas el tercer libro de Bowlby, La pérdida afectiva, de editorial Paidós. Creo que te ayudaría mucho a entender lo que sientes.
Aclaraciones finales: Sí, tengo tres hijos. Sí, tengo tiempo para escribir porque ya están medio criados; dos adolescencias superadas y una empezando. Sí, son maravillosos, amables, generosos y tremendamente desordenados; y aunque me gustaría pensar que tales virtudes son fruto de la excelente educación que les he dado, supongo que fue más bien por casualidad. Sí, me gustaría hacerme rico con los libros, pero me parece que voy bueno; todos mis ingresos (cursos y conferencias, revista, libros) apenas alcanzan a la mitad de lo que ganaría si siguiera en mi plaza de pediatra del seguro (en excedencia desde 1995). Tal vez vuelva al seguro un día de estos, ahora que mis hijos ya son mayores.
No, no me he sacrificado por mis hijos, ni por nada en este mundo. Y recomiendo con entusiasmo que nadie se sacrifique por nada: ni por los hijos, ni por el marido, ni por los padres, ni por el trabajo. Sacrificarse es hacer algo que no deseas, algo que te duele, porque piensas que es tu obligación. Si haces eso, tarde o temprano lo pagarás, y lo pagarán los que te rodean. Tarde o temprano, en una de esas discusiones que empiezan por una tontería, dirás aquello terrible de "después de todo lo que he hecho por tí" o "yo ahora sería tal o cual cosa si no fuera por tu culpa"; y las palabras, una vez pronunciadas, ya no se pueden recoger. No, en cada encrucijada de mi vida he elegido lo que más me gustaba, y por lo tanto no me he sacrificado en nada.
Bueno, perdonen la extensión. Gracias de nuevo por sus comentarios.
Carlos González "