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por Kim
#330784 He encontrado un artículo interesate acerca de la crianza con apego. Es un poco largo, pero me ha parecido muy útil.
El original (en inglés) viene en http://www.naturalchild.org/robin_grille/banished.html.
La traducción es mía (y cualquier error de interpretación, también).

¡Proscritos!
¿Se marginan a los padres que siguen su corazón?
de Robin Grille

Un tema recurrente me ha llamado la atención en mi trabajo como psicoterapeuta y también en el contacto social con otros padres. Hay un fenómeno inquietante en relación a lo que ocurre a muchas mamás y papás que escogen enfoques de crianza más “naturales” y centrados en el niño. Cuando se critica a los padres por desatender a sus hijos – pese a que la crítica no es una buena enseñanza – por lo menos no nos sorprendemos. Pero cuando se censura, disuade o incluso averguenza a los padres por elegir ser más cariñosos, parece asombroso. Parece que, con frecuencia, los que prueban la crianza “natural” se arriesgan a encontrarse solos, juzgados o marginados.
En resumen, la crianza “natural” (también conocida como crianza “continua”, o crianza con apego) significa confiar y seguir las necesidades y señales de tu bebé, en vez de obligarlos a cumplir tus horarios. En general, incluye conceptos básicos como la lactancia a demanda, destete autónomo (en ocasiones, a los 4 años o más), colecho y acostumbrarle a ir al baño según su ritmo. Significa establecer límites sin recurrir a la humillación o al castigo. Muchos padres disfrutan de relaciones maduras y de respeto mutuo con sus hijos al haber utilizado la empatía y la comprensión en vez de exigir sumisión. En todo el mundo, cada vez más padres se acogen a estos métodos centrados en el niño.
Si practicas un tipo de crianza más “natural”, ya sea por convinción o como medio de investigación, puedes encontrar mucha resistencia. En un momento de la vida que debería ser de apoyo comunitario y felicidad compartida; para muchos que intentan criar de forma diferente es un momento de excomunión y ostracismo. Es asombrosa la reacción apasionadamente hostil que los cuidados maternales “naturales” pueden provocar en algunos observadores. El resultado parece ser una subcultura de parias escondidos y solos. Hay una importante presión social y profesional para conformarse, para no traspasar los límites del cariño con el que nuestra comunidad se siente cómoda. Esto ha llevado a muchos padres “naturales” a ampararse en el secreto.
A continuación se encuentran algunos ejemplos de experiencias que los padres han compartido conmigo.
Una madre recuerda como su decisión de dar el pecho a su hija después de los 6 meses fue despreciada por su familia política. Durante las visitas familiares, la obligaban a dejar la habitación avergonzada cada vez que necesitaba amamantar. Se sentía condenada, atrapada por los prejuicios y la crítica. Había esperado encontrarse en un entorno de personas comprensivas que apoyaran su instinto materno, y en cambio fue rehuída y humillada. Nadie comprendió su voluntad de celebrar un vínculo madre – hija. Su deseo de cuidar mejor de su hija comprometió el sentido de una familia extendida que la apoyara.
Dar el pecho en lugares públicos también era angustioso. Acosada por “miradas desagradables”, se convirtió en una refugiada para dar el pecho. Encargados de restaurantes la llevaban al despacho, algunos incluso ¡le pidieron que diera el pecho en el baño! Hizo falta mucho valor, pero finalmente se endureció lo suficiente para dar el pecho en cualquier lugar, resuelta a anteponer sus necesidades y las de su hija.
Decidió firmamente que la gente a su alrededor se responsabilizara de sus propios prejuicios.
Aunque se sentía más fuerte, seguía sintiéndose acosada, y las miradas de desaprobación de los demás todavía le dolían.
Cuando su hija llegó a los 18 meses, se encontró haciendo todo lo que podía para que dar el pecho fuera algo secreto y confidencial. Los amigos que descubrieron que todavía permitía mamar a su hija empezaron a acusarla de “ser pegajosa” o de “angustia de separación”. Su propia madre se unió a los demás, diciéndole que lo que hacía era vergonzoso.
Durante el segundo y tercer año, sus amigos reaccionaban ante la lactáncia dejándola en ridículo y humillándola. Sobrevivió siendo el hazmerreír gracias al apoyo de la Nursing Mothers Association (Asociación de Madres Lactantes), y a la inagotable protección de su marido.
Otra madre describió la reacción de su familia al dar el pecho a su hijo de dos años como de fuerte desprecio y desaprobación. Se le impuso la prohibición de dar el pecho en casa de sus padres, con avisos como “no lo hagas delante de nosotros”, “no en la mesa” o “llévale a otra abitación”. Recuerda con dolor el desprecio de tener su pecho expuesto – ante su familia – y la repugnancia absoluta. Miembros de su familia la acusaron de “ser débil” y dejarse “manipular” por su hijo. Se sentía totalmente aislada y en ocasiones acosada. Finalmente, el estigma dejó paso a la interferencia directa y al sabotaje. Su suegra se apartó con el niño y le dijo que ya no tenía permiso para tomar teta de mamá nunca más. El pequeño volvió a casa llorando y pidiendo no volver nunca más a casa de la abuela.
El colecho también es visto con desdén. Una pareja que compartió su cama con su hijo hasta los cuatro años, también lo mantuvo en secreto a causa de las bromas y mofas de los amigos. Los avisos volaban rápidos, en temas recurrentes: “cría cuervos y te sacarán los ojos”, “nunca saldrá de vuestra cama”, “¡estáis locos!”. Ninguno de estos avisos se hizo realidad.
Encontraron que los miembros de la generación anterior eran más inflexibles – ninguno aceptó su organización para dormir. Es interesante observar que incluso entre la gente más joven, muy pocos les apoyaba. Lo que les extrañaba era la pasión con la que llegaban los ataques. Algunas personas explotaban indignadas y escandalizada, como si se estuviera cometiendo una gran injusticia. ¿Por qué, se preguntaban, reaccionaban como si la elección de esta pareja de aventurarse más allá de las normas no escritas fuera una ofensa personal? Durante años, mantuvieron el colecho en secreto y evitaron el tema de dormir en las conversaciones. Bajo presión, no eran inmunes a la duda y a veces se preguntaban si eran locos que estaban maltratando a su hijo. Ahora, años más tarde, cuando hablan de ello abiertamente, siguen encontrando poca gente que no reaccione con desaprobación. Tristemente, lo que parece una conspiración secreta les impidió, como a muchos otros, disfrutar del apoyo de padres de mentalidad similar que también se han escondido.
Muchos padres como los anteriores han llegado a la conclusión de que sus amigos, familia y comunidad no les apoyará en sus esfuerzos para estar en conexión con las necesidades de sus hijos. No habrían encontrado el vitriolo si se hubieran quedado dentro de los límites establecidos por su familia y amigos. Escogieron el aislamiento en vez de sentir que habían traicionado sus creencias, y traicionado a sus hijos.
Una madre orientada hacia la crianza “contínua” descubrió para su asombro que otras madres eran las más críticas. Había pensado que sus amigos que también eran padres apoyarían sus esfuerzos por estar atenta a sus hijos; para su sorpresa parecían, como mucho, animarla a librarse de ellos. Increíblemente, descubrió que otros padres eran mucho más criticos con su devoción hacia sus hijos que los amigos que no tenían niños.
Esto no es, ni mucho menos, extraño. ¿Puede ser que ser testigo de la crianza “natural” provoque en el observador sentimientos de insuficiencia o culpabilidad?
Es bastante difícil aguantar la presión como para acostumbrarse a ella cuando la presión llega de los amigos y la familia. Cuando la prohibición procede de profesionales de la salud o legales, los efectos pueden ser de lo más dañinos. Por ejemplo, una madre me dijo que dio de mamar a sus hijos hasta los dos y cuatro años respectivamente a pesar de su médico, que en muchas ocasiones le instó a que parara. No entendía por qué su médico le había avisado con tanto énfasis y tan frecuentemente que destetara a sus hijos, en contra de sus deseos y los de los niños, especialmente teniendo en cuenta que no buscaba consejos de crianza. Otro médico le aconsejó abofetear a su hijo y mantenerlo quieto, porque estaba jugando a correr dentro y fuera del despacho. No había tocado nada, pero su exuberancia era ofensiva para el médico, quien supuso que había necesidad de disciplina. Aunque se negó a abofetear al chico, se sintió demasiado conmocionada e intimidada para protestar. Estas experiencias la han vuelto extremadamente prudente e indecisa a la hora de elegir un médico. La vulnerabilidad de sentarse en la silla del paciente puede amplificar las consecuencia de un consejo no solicitado y repugnante.
La historia más espantosa que me han contado implica la posibilidad de consecuencias legales serias para la elección de una madre de métodos “contínuos”. Un asesor de Derecho de Familia se tomó la libertad de diagnosticar la madre que amamantaba a su hijo de cuatro años como “híper-ansiosa” y de decir que sufría de un “trastorno del apego”. Este diagnóstico no tiene base ni fundamento y la literatura contemporánea lo contradice. Es un puro y simple perjuicio personal, y se considera persecución. Las notas que tomó el asesor pueden tener consecuencias devastadoras en lo que a los términos de la custodia se refiere. Esta madre se enfrenta al riesgo de ver reducida su custodia, por elegir criar de un modo que excede las normas. ¿Deberíamos tener miedo de demostrar un cariño más intenso de lo que requiere la comodidad de nuestros médicos, abogados o asesores?
Muchos padres que siguen métodos más “naturales” son obligados a esconderse, sin tener constancia de todos los demás que están allí fuera, aislados mientras intentan seguir sus instintos. Pueden acabar sintiéndose como parias y chalados en un mundo que quiere diagnosticarlos y corregirlos. Ojalá tuviera un céntimo por cada vez que he oído a un padre quejarse de su repugnancia hacia el “dejar llorar a intervalos” o técnicas prescritas similares, que requieren ignorar el llanto del niño. Estos padres sienten que se les priva de apoyo para sus creencias. Imposibilitados a encontrar alternativas, languidecen bajo la presión de conformarse y unirse al equipo. He tenido a madres que me han llamado y me han dicho que se sienten aisladas, menospreciadas y ridiculizadas en grupos de madres por decir que no son capaces de dejar que sus bebés lloren hasta dormirse. Parece estar de moda hoy en día aconsejar a los padres que se “fortalezcan” para dar la espalda ante el llanto del bebé; en cambio, atender al niño se describe como “rendirse” o ser “débil”.
Una madre primeriza que había tenido la impresión errónea de que su bebé tenía que dormir después de cada toma, se dirigió a la clínica local para asesoramiento. Aceptaron sus quejas sin más, sin preguntarse ni desafiar sus expectativas poco realistas en relación a si misma y a su bebé. Le aconsejaron que pusiera al bebé a dormir en una cuna separada y se negara a consolarle todo lo que pudiera. Su límite de tolerancia para este método era bajo, tras haber realizado unos intentos.
Las preguntas bienintencionadas de los amigos se centraban totalmente en los hábitos de sueño del bebé: “¿es un buen bebé, duerme bien?”. El incansable interrogatorio de su familia y amigos acerca de si su bebé dormía toda la noche le dejó la sensación de que ella y su bebé eran un fracaso. Se volvió dolorosamente consciente de que los intereses ajenos se centraban en lo fácil o difícil que su bebé le hacía la vida. Esto la deprimió. “Nadie parece querer saber si es una niña feliz, si se comunica o interactúa”, dijo. Con la sensación de que el mundo esperaba que su bebé fuera una campeona del sueño, acabó mintiendo a la gente acerca de los hábitos de sueño de su hija.
Preocupada por no cumplir con las expectativas del mundo, regresó a la clínica cuando su bebé tenía 5 meses. Pidió un método que no fuera dejar llorar a su bebé. La enfermera le informó rápidamente que si no era capaz de dejar que su bebé llorara hasta dormirse, significaba que estaba sufriendo de “angustia de separación” y “depresión post-parto”.
Sin su conocimiento ni consentimiento, la pusieron en lista de espera para tratamiento psiquiátrico. Su instinto maternal se calificó de enfermedad mental. No atendió a la consulta psiquiátrica y no volvió nunca a ninguna clínica, siguiendo desconfiada.
Afortunadamente, cuenta que su niña parece más independiente y abierta que muchos otros de la misma edad. Tiene muchos descansos durante los cuales su hija interactúa felizmente por períodos de tiempo cada vez más largos. Esto desafía los inflexibles avisos de su familia y amigos en contra de coger a su bebé en cuanto llorara. “¡Pararás su crecimiento!” la habían amonestado, “¡se volverá pegajosa y nunca te librarás de ella!” y “¡no la estás preparando para el mundo real!”.
Hay un temor, persistente y popular, que instigan muchos profesionales de la salud y autores de libros de crianza, según el cual el bebé que recibe lo que está pidiendo a lloros será “malcriado”, siempre pegajoso y dependiente. Este miedo al “bebé devorador” es irracional, sin embargo real e intenso. Para los que lo sufren, la simple vista de un bebé amamantado con placer, la sola mención de una familia que comparte la cama, provoca angustia. Cuando estamos desbordados por las necesidades de crianza, lo que necesitamos realmente es apoyo adicional para que podamos satisfacer la necesidad de amor del niño. Demasiado a menudo decidimos crear un acuerdo cultural suprimiendo las necesidades del niño. En otras palabras, cuando parece demasiado difícil, el bebé se convierte en culpable y necesita ser reeducado de algún modo. Si el bebé no duerme cuando tú quieres que lo haga, hay algo que no va bien. Si quiere seguir mamando después del año o dos, es dependiente y necesita disciplina. Si quiere dormir en la cama contigo, no tiene respeto y es demasiado dependiente. Y si tú quieres satisfacer esas necesidades, eres un padre demasiado ansioso o neurótico.
Las razones por las cuales los padres “apegados” y sus hijos son vistos con desprecio pueden ser muchas y complejas. Tal vez la posibilidad de una mayor intimidad con nuestros niños parece amenazadora si nos sentimos exhaustos. Puede ser que la exhibición de crianza “natural” nos recuerde dolorosamente lo que nosotros no recibimos siendo niños.
Tendemos erróneamente a enfadarnos con los que nos provocan estos sentimientos, los culpabilizamos y condenamos. Los métodos de las familias de orientación “contínua”, liberales en comparación, parecen fuera de órbita en nuestro mundo demasiado controlador. Evocan, en los que son más conservadores, una especie de choque de culturas.
Muchas veces, lo que se considera “normal” es un reflejo de nuestra influencia cultural, y no tiene nada que ver con lo que los bebés y niños realmente necesitan. Por ejemplo, hasta recientemente, dar el pecho durante 6 meses se consideraba suficiente y razonable. De hecho, seis meses se consideraba hasta un regalo para el bebé ya que, durante el siglo XX, las multinacionales productoras de leche artificial han convencido a casi todo el mundo a abandonar la lactancia.
La humanidad se está enfrentando mejor al hecho de que los niños son niños, no pequeños adultos. A medida que aprendemos a disfrutar y apreciar a los niños por lo que son, muchas de nuestras antiguas nociones de “disciplina” se van al traste. Ciertamente, la crianza está sufriendo algunos cambios muy positivos y revolucionarios.
Sin embargo, buena parte del mundo sigue siendo indiferente, y en ocasiones hostil, ante los padres que prefieren seguir métodos más “naturales” o “contínuos”. Creo que una proporción más elevada de padres aspiraría a la crianza “natural” si nuestra sociedad la apoyara adecuadamente. Aquí hay unas pocas sugerencias: medidas legales para promover la lactancia en el puesto de trabajo, incentivos fiscales para la ayuda de los abuelos a las familias, hablar de la crianza “natural” en los medios de comunicación para darle una imagen de normalidad, un directorio de profesionales de la salud que apoyan y comprenden la crianza “natural”, descuentos en el seguro médico por visitas a domicilio de asesores de lactancia. A largo plazo, medidas de este tipo producirán ahorros superando con creces los costes. Mientras el negocio y la salud no apoyen más la crianza “natural”, los que se encuentran comprometidos con este tipo de paternidad necesitarán crear el apoyo por su cuenta. Podría ser enormemente beneficioso unirte o crear tus propios grupos de apoyo de mentalidad similar. Se puede encontrar información como listados de profesionales de la salud a favor de la crianza “natural” y libros de interés, eficazmente distribuida por las redes de grupo. Los grupos de apoyo también pueden ser una fuente de valor inestimable de sustento moral y emocional. Incluso aislados, los que practican la crianza “natural” seguramente no están solos.

♥ Mamá de dos polluelos que dieron forma a mis sueños y los hicieron realidad ♥
Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más... :mrgreen:

Mi blog: El mundo de Kim

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por Sunshine
#330797 Muchas gracias por compartirlo y el esfuerzo de traducirlo!!! :fl :fl :fl :fl
por Patri25
#330865 Muy interesante. Gracias :grin:

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por neferu
#330890 Gracias por compartirlo y por traducirlo!!
La verdad es que tiene razón. No se por qué todo el mundo se pone tan criticón con este tipo de crianza...yo por lo menos no voy diciendole a la gente como debe educar a sus hijos. me muerdo la lengua y a veces sufro porque veo cosas que no me gustan nada, pero me callo. ¿entonces por qué los demás se sienten con derecho a opinar sobre mi???

Pilar (8/11/05) y Alejandra (10/2/10)

http://blog.maternidad-continuum.com/
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por sorocu
#330963 Gracias :fl

Pero es que me he quedado de piedra :oops:

Si que es cierto que te encuentras en situaciones en las que te sientes un perro verde o en las que te tienes qeu morder la lengua porque si no te comerías a alguien pero ... es que me parce un poco extremista, o al menos, la realidad que yo vivo no es tan radical.

Cada vez más, me encuentro con madres y educadores más afines a la crianza natural. Cuando hablo de colecho y lactancia prolongada, veo que ellos también lo practican o lo han practicado. Y sobre todo, lo primero es el niño y su bienestar. Con Yuziel lo hemos hablado alguna vez, hay mucha diferencia en este aspecto en Catalunya, no se cómo estáis las demás pero aquí hay mucha gente concienciada con todo lo referente a crianza natural y la tendencia está más a favor de lo que defendemos nosotras. Salvo excepciones, está claro. Aún hay mucho que hacer pero yo soy optimista y pienso que vamos por muy buen camino.

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por huskitos
#331078 Gracias Kim.

Yo nunca me he sentido tan atacada como los ejemplos que menciona el artículo. Mi familia me apoya en el colecho y lo de la lactancia también , aunque de vez en cuando he tenido que oir algún que otro comentario que no me ha gustado, pero en general me respetan en todo.
Del resto del mundo me siento un poco aislada porque no me apetece contar ciertas cosas y huyo de las polémicas. Por ejemplo, a los 20 meses le comennté a la pediatra que Adrián llevaba una temprada comiendo mal y que solo le apetecía el pecho y me respondió que el pecho a esa edad ya le perjudicaba. Solución: no mencionar ese tema en la consulta nunca más.

Creo que el principal paso para normalizar esta situación pasa por la información que reciben las madres (y padres, claro). Las instituciones sanitarias deberían reciclarse y enseñar a las madres que ciertas creencias y mitos que arrastramos no son válidos y que existen otras formas de crianza. Como esta labor será muuyy larga, foros como este deben tomar el relevo y ofrecer apoyo e información a todas las madres que se han senctido cuestionadas sólo por el hecho de vivir la relación con su hijo de una manera más natural.

Muchas familias se sentirían aliviadas, pero no nos engañemos aún quedan muchas madres y padres que no quieren vivir nuestra experiencia y reniegan de nuestros métodos. Para ellos es más fácil seguir los principios tradicionales, porque claro, la crianza con apego conlleva un mayor trabajo. Tengo cercano el ejemplo de una amiga. Ella fracasó en la lactancia con su primer hijo y siempre me animó a que yo la prolongara lo máximo posible. Pues bien, hace unos meses tuvo a su segunda hija y desde los cuatro meses le metió biberón con cerales para que 'le dejara dormir la noche de un tirón'. Así que ya veis, de boquilla todo es más fácil.

Bueno corto el rollo, porque vaya chapa os he metido :oops:

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por CYJ
#331172 Muchas gracias por compartirlo y por el trabajo de traducirlo, es muy bueno.

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por Kim
#331288 Yo la verdad me siento un poco identificada, en mi caso los ataques no son tan directos ni me critican tan abiertamente, no sé si por educación o por la mala leche que tengo :???: , pero tengo que reconocer que, de mi entorno, NADIE, excepto mi marido (que es un sol :109: ) comparte mi punto de vista, aunque en contadas ocasiones lo respete.
No conozco a nadie, ni parientes, ni amigos, ni compañeros de trabajo ni vecinos, que hayan dado el pecho más allá de los 6 meses, que practiquen el colecho después del año, a quien NO le guste supernanny ni considere un éxito total lo que hace con los niños, que no esté en contra de las sillas de pensar y demás parafernalia, que piense que los niños pequeños pueden mostrarse increíblemente maduros y responsables en cuanto se les da la opción de decidir. En fin, que en mi entorno soy la rarita. Con los amigos hemos hecho un pacto de no-agresión y evitamos hablar de temas de crianza. La familia política, ya sabemos, es otra cosa.
La verdad es que las únicas personas que comparten mi forma de educar sois vosotr@s. A lo mejor es por eso que no me sacáis de aquí ni echándome a los perros :lol:.

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Escritora, bloguera, traductora, y un montón de cosas más... :mrgreen:

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por coquelicot
#331310 Gracias Kim por compartirlo y por el trabajo que te has dado.
A mi me pasa como a algunas de vosotras que aun no me he encontado grandes censores, pero mi chiquita tiene ahora 11 meses, imagino que pronto empezarán a darme la vara con la disciplina y demás.
Sí que me he encontrado gente que ha dado, o da el pecho mas del año o los dos años, y es como si le diera vergüenza de decirlo, o que colecha y te lo comenta como si hiciera algo malo y también mujeres mayores que les comentas cómo es tu idea de crianza y te dan la enhorabuena por ser así y te dicen que han criado así a sus hijos y que te sigas fiando de tu instinto.
Comparto la idea de huskitos de que debería haber más información hacia las familias por parte de las autoridades sanitarias, al menos que se conozca y que cada familia elija.

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