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Me he propuesto escribir al respecto del vínculo que se crea entre hermanos, aunque uno no haya nacido. Y se lo debo, evidentemente, a mi primogénito, a su actitud, a su ilusión y a su alegría innata.
Lo primordial es que el entorno del niño viva el futuro nacimiento con alegría e ilusión, porque se contagia, y al final los niños aprenden a vivir las situaciones de las personas disponibles más cercanas.
Hay que intentar evitar lindezas del estilo “se te acabó lo bueno...”, “ahora la mamá no puede estar tanto por tí...”, “ahora ya eres muy mayor y ...” que al fin y al cabo sólo son amenazas que hacen que el niño esté alerta porque no sabe qué le va a venir, pero deduce rápidamente que bueno no es.
Se les debe permitir “conocerse” y ser amigos antes del nacimiento. Debemos dejarles tocar la barriga, besarla, acariciarla, hablarle al bebé que hay dentro e incluso que note las patadas... compartir la ilusión con ellos porque ellos acaban compartiéndola contigo.
Para un niño pequeño lo que no está a la vista no existe. Es difícil que se sientan amenazados por algo que aún no ven, ni está en los brazos de su madre, pero si pueden detectar la preocupación y los cambios maternos. Es mejor enseñarle fotografías de bebés en el útero materno, las ecografías del hermano o hermana y hasta las suyas propias. Revivir su propia llegada al mundo les hace mucha ilusión y les hace entender mejor lo que vendrá.
Implicar al niño mayor en la planificación de las cosas del bebé, enseñarle qué era suyo y vamos a reutilizar con el bebé e incluso que sea él quien elija cosas nuevas.
Es importante ser lo más “realista” posible en cuanto a la llegada del bebé. Hay que decirles que aún no hablan ni sonríen ante sus gracias, que al principio necesitan mucha atención y que básicamente comen, hacen caca y, con suerte, duermen.
Hugo tiene muy presente a Emma, no pasa un día en que no le hable, le acaricie, le bese, o le haga pedorretas, planea hacer cosas con ella, SABE que ella le querrá mucho y que querrá estar en sus brazos, textual. Y hasta me da comida o golosinas para que le lleguen a ella y las saboree.
Lo que no sabemos ni sabremos nunca es cómo vive esto Emma, si ya le oye, si le llega el sabor el dulce de su chocolatina, o si le parecen terremotos o maremotos las pedorretas de su hermano, pero sí sabemos que en mí produce orgullo, bienestar, felicidad, risa y alegría, así que, sólo químicamente hablando, no le debe ir muy mal.
ALBA Lactancia Materna
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HUGO (21/01/2005)
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EMMA (25/08/2009)