Nos lo estábamos pasando genial pese a las circunstancias adversas, explorando las casas, jugando con Danko, perro bóxer, jugando con las muñecas (fuente eterna de conflictos entre las niñas), bailando con el cantajuegos, escapándonos a ver a las vacas al primer rayito de sol que aparecía entre las nubes, escalando la montañita que teníamos al lado, saltando en la colchoneta… pero cuatro días de ratitos es poco para unos niños activos y necesitados de aire libre…
El último día, las niñas de tres y cinco años estaban peleándose por poner la primera pegatina en un cuento y la cinco acabó llorando, entonces Keira ocupó su lugar con las pegatinas, se montó un poco de jaleo por otra cosa y ella desapareció del bullicio con el cuento, pero su primo, tres meses más pequeño se lo quitó y yo vi como forcejeaban, entonces Keira se acercó despacito a su carita y le dio un mordisco, no un mordisquito, UN MORDISCO en el moflete que le hizo sangre.
Yo enseguida cogí al pequeño y se lo llevé a su madre, que me dijo que no me preocupara que no pasaba nada y cuando volví mi mujer le estaba preguntando a Keira qué había pasado, yo le dije a mi mujer: No importa lo que haya pasado, NO SE MUERDE Y PUNTO. Mi mujer se sentó en un banco con Keira y no la dejó moverse en un buen rato y yo me fui a que me diera un poco el aire, o la lluvia o lo que fuera, porque estaba muy enfadado.
Estaba muy enfadado porque yo sabía que el ambiente estaba muy cargado pero no hice nada, porque yo vi todo lo que pasó y podría haberlo evitado pero no hice nada, porque estaba orgulloso de cómo se había comportado mi niña hasta ese momento en comparación con el resto, porque durante los días anteriores puede que le dedicara casi la misma atención a su primo (de alta demanda) que a ella y sintiera celos, porque su acto les había dado un arma al resto de personas de la casa para criticar nuestra forma de criar y así fue.
Yo nunca le asegurado a nadie ni lo haré, que criando con cariño y con respeto los niños salgan perfectos o mejores, yo lo hago porque creo que es lo que se merecen y seguiré haciéndolo.
Y recordarme a mí mismo que Keira no es un proyecto para demostrarle al mundo lo bien que lo hacemos, es una niña (un bebé todavía) con sus cosas buenas y sus cosas malas, que necesita de nuestra presencia y de nuestra ayuda para seguir creciendo como persona.