A veces os pido perdón en mi cabecita, otras veces me doy rabia por no decir nada, en ocasiones me emociono con alguien que me citó durante mi “ausencia”. Las emociones se agolpan en mi mente y no tengo forma de escribirlas porque ni tan solo soy capaz de digerirlas una a una.
Hace poco diagnosticaron a mi padre un principio de Parkinson y otra vez todos mis pensamientos, mis miedos, mis esperanzas de un futuro feliz se remueven dentro de mí, arriba se vuelve abajo, pierdo contacto con el suelo que me mantiene firme a este mundo tan desconocido para mí, no sé si caigo o si he empezado a flotar.
Ayer mi niña hace algo gracioso y me río, mi padre habla por teléfono con sus sobrinos, les dice que está muy bien y al final cuenta como anécdota que tiene Parkinson como si estuviera resfriado, mi madre le regaña constantemente por sus olvidos, la misma que tiene infinita paciencia con su nieta, vuelvo al foro y hay mamás muy alegres porque su bebé ya hace esto o aquello, otras desesperadas porque no duermen, perdemos a seres queridos, nacen otros a los que amamos mucho antes de que fueran concebidos, la vida va y viene, sufrimos, reímos, lloramos, volvemos a llorar y a sonreír, vivimos la vida en directo, si nos quedamos atrapados en el pasado o queremos vivir en el futuro corremos el riesgo de perdemos el presente.
La alegría y el dolor se mezclan en mí, en los mensajes del foro, en el mundo entero y al final siempre recurro a una frase que decía un gran amigo que nos dejó: “Mi único consuelo es que siempre existe algún consuelo”.
Gracias a tod@s por estar ahí y aunque en ocasiones parezca que no esté, mirad hacia arriba y hacia abajo, puede que ande por ahí perdido.