- ¡Por Dios! ¿Pero, qué te pasa?
- ¡¡¡Es por el papelito que encontré en el bolsillo de tu pantalón,
con el nombre de "Marylou" y un número!!!
- Jo***, cariño... ¿te acuerdas del día que fui a los caballos? Pues Marylou era el caballo al que aposté, y el número es cuánto estaban pagando por la apuesta.
Satisfecha, la mujer se retiró pidiéndole disculpas.
Días después, estaba él nuevamente sentado tranquilo, cuando recibe otra soberana hostia, pero esta vez con la olla a presión.
Aturdido y cabreado le dice:
¡¡¡¡¡¡COJ***S, pero se puede saber qué te pasa¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
Nada, cariño. Tu caballo al teléfono.