En primer lugar, creo que hay que diferenciar POR EDAD y POR CARÁCTER. Por edad, me refiero pejemplo a niños de la edad de Nicolás (montse perdón por aludirte personalmente). A esa edad, y más peques, yo pensaba que no había que poner límites, que como dice la Kitu, la vida ya es suficientemente dura y ya se encargará de ponerlos a prueba. Entonces es cuando empieza el "peregrinaje hacia la esclavitud paterna", en que se lo damos TODO TODO TODO para que no llore. No quieres comer esto, pues lo otro. Quieres ir en coche de mamá y no en autobús, pues vamos. No quieres salir de casa, no salimos. ETC, ETC, ETC. Y lo haces todo encantada (con alguna discrepancia de pareja, claro). Y llega un día en que te das cuenta de que, como dijo la peren, eres su esclavo, y te planteas hasta qué punto te has pasado cediendo a sus pequeños caprichitos (siempre hablamos de esto, no de cosas importantes claro está). Porque llega a una edad, y más cuando tienen un lenguaje y entendimiento de adultos, que "nos ponen a prueba". A ver quién puede más tú o yo. O esa es mi sensación. Yo, por lo general, lo llevo "bien", digámoslo así. Pero hay días que me planteo si estoy haciendo bien rindiéndome a sus "reales" deseos, porque no quiero que al final sea un "malcriado" o un "consentido". Ejemplo típico: la comida. Una cosa es que no quiera comer pq no tiene hambre. Otra cosa es que NO LE DÉ LA GANA comer pq quiere ver dibujos o que le lea cuentos o no le apetece lo que hay. Con 27 meses ahora esto ya no me parece bien. Antes le hacía caso, le leía cuentos (esto suelo seguir haciéndolo), si hacía falta le ponía dibujos o le cambiaba el menú. A MI parecer, repito, MI PARECER, creo que no está bien, que no le beneficio en absoluto. Me planto y le digo que vale, que si no quiere comer pues que ya se puede levantar. Entonces suele lloriquear (ve mi cara seria y mi tono de poca broma) y decir que sí, que sí quiere comer. Y come. Conclusión: ¿me ponía a prueba?
Otro tema es EL CARÁCTER. Muchas veces hemos "discutido" sobre según qué actitudes. Cada una da su consejo/opinión. Como ya dije una vez, hay críos con carácteres más fuertes, a los que explicando las cosas o razonando no les basta (peren tú me entiendes, no? ). Ojo, que explicar las explicamos igual ¿eh? Pero la clave a veces no es esa. A mi hijo ya le puedo explicar que hay que cerrar los ojos y dormir, blablabla. Estamos 1 hora así. Con su padre son 15 minutos. La pena es que sólo funciona si yo no estoy en casa. Conmigo es cuentos, pipi, leche, vueltas, me levanto de la cama...
El problema de todo esto es que al final te acabas cabreando contigo misma y habitualmente con tu pareja. Esta semana tuvimos una triste movida con Marc, que no me apetece recordar. Nos lo puso difícil y no estuvimos a la altura. El problema es que estaba malo, y no lo tuvimos en cuenta. No cedimos a sus caprichos, nos pusimos bastante inflexibles, y el resultado fue una pésima noche de llanto intermitente en que apenas dormimos nadie. Me pasé el día siguiente llorando pq creo que fuimos demasiado duros, nos olvidamos que no estaba bien. No pretendo justificarme, bastante me he autoinflingido ya, pero no supimos distinguir que estaba malito y no que eran caprichitos a los que no queríamos ceder. Afortunadamente, ya está bien, pero no se me quita el dolor (físico) de corazón de la noche que pasamos.
Otra cosa es que hay límites INQUEBRANTABLES. Pej: seguridad física y pegar. Hace cosa de un mes le cayó un broncón del tres a Marc por pegar. Llevaba una rachita de "manos largas" horrible. Fui muy, muy dura con él, otro de los episodios (3 en total) que me gustaría borrar de mi memoria, pero no ha vuelto a pegar a ningún niño. Y aún a veces te cuenta que pegó a una niña, etc, etc. y que no lo hará más. Con dura me refiero a bronca y cabreo, por supuesto que ponerle la mano encima no lo haré jamás (o eso espero). Ya puestos el tercer episodio fue pegarme a mi, patadas directas a la barriga (no sabía nada del embarazo aún él), por mucho que razoné durante muuuchos días y le amenacé que no me pegase más, lo continuó haciendo. Hasta que tuvimos que llegar a la bronca gorda, gorda.
Ya véis, al final he "arrojado" lo que pensaba, largo y tendido. No sé si me habré explicado con claridad. La cosa está en que, a día de hoy, y a la edad de mi hijo, creo que sí deben existir límites (siempre refiriéndome a los caprichos ). Y fin, que me pondría a dar vueltas sobre el tema y no añadiría nada nuevo. BESOS.