Lugar donde compartir el día a día de nuestros pequeños.

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por Kitudice
#304470 Estoy leyendo a Clareta "agobiada con su mamitis" y me siento muy identificada . Tengo muy claro hasta dónde podemos llegar, pero no tanto hasta dónde DEBEMOS llegar.
Ultimamente Nahia hace de mí lo q quiere, y en muchos campos me da igual, es decir, no me importa salir o entrar según quiera, llevar el pelo suelto xq no le gusta q me haga coletas, ponerme la ropa q le apetece, vestirnos corriendo por la casa mientras jugamos a pillar, sacar el arsenal de juguetes q se q no va a usar cada vez q nos movemos,sacarme la teta en el super sólo para q vea q soy capaz de dársela tb ahí, etc., pero ya llega un punto más delicado, la comida, Nahia siempre ha comido de todo, y como una bestia, he sido la envidia de todas las madres de Europa q nos han visto durante dos años, y de pronto nada de nada, comer es un infierno, y no por falta de hambre, q va! si no porque la señorita sólo quiere chocolate, o yogur, o puré, o potito, o lo q quiera q sea q no le esté dando en ese momento, y según consigue el nuevo alimento, con un bocado, o ninguno, vuelve a cambiar de idea. Y ya la buena fue el otro día, q como me enfadé xq no quería beberse el yogur de beber, lo volcó deliberadamente sobre la mesa.
Le doy a mi hija todo el amor q puedo, y la consiento mil cosas, xq creo q la vida ya va a ser bastante dura como para empezar a hacérsela dificil desde ya, pero creo q es un error q sea ella quien lleve las riendas de nuestras vidas, a fin de cuentas sólo tiene dos años, y aun no sabe distinguir entre lo q de verdad necesita y lo q de verdad quiere.
Chicas, dónde está la diferencia entre mimarlas y malcriarlas????

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por nuriah
#304471 Kitudice, te respondo lo que yo pienso ahora con mi vida y con el niño que me ha tocado, según mis experiencias...

Creo que el respeto que nosotros les debemos también deben tenerlo con nosotras. Es decir, si ella no quiere que lleves coletas, recuérdale cuando ella sí quiere llevarlas... verdad que te gusta que yo te haga caso?

Si no quiere comerse el plato de la mesa porque prefiere chocolate, pues házle ver la diferencia que hay entre una comida de verdad y una onza de chocolate, y que el chocolate se lo podrá comer en cuanto acabe de comer.

Si tira el yogur bebido deliberadamente encima de la mesa, sin enfados, pero sin alegrías, que lo recoja con tu ayuda, que sepa que es un error y que debe remendarlo.

En donde no hay que tener límites es en el amor, en la predisposición de pasar el tiempo juntos, en saber que pueden contar contigo ante las dificultades, pero en cosas materiales, o que decida si te vas a poner coleta o no.... pues creo que no es una decisión que le toque tome a una niña de 2 años.

Es muy difícil si tenemos tendencia a complacerlos en todo pero pensemos que siempre habrá algo que no les podremos dar, no tengamos miedo a decir que no cuando toca por temor a una rabieta, pero siempre pensemos antes si podemos decir sí...

NÚRIA - Mamá y Asesora de lactancia materna
ALBA Lactancia Materna

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HUGO (21/01/2005)
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EMMA (25/08/2009)
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por Malefica
#304473 ay Kitu, me lees el pensamiento, hace un par de días estuve escribiendo mi post al respecto. Yo tambien tengo mil dudas sobre dónde y cómo encontrar el punto del equilibrio. Y eso que Nicolás aun no ha hecho más que despuntar en su personalidad.....

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por clareta
#304475 Pues ahi está Kitu el "qui" de la cuestion.

Si Arnau quiere una rosquilleta, se la doy, pero resulta que el la quiere larga y estan todas rotas, pues abro otro paquete y le doy la larga, y creo que esto no está bien. Si tiene hambre de rosquilleta, se la doy, pero de ahi a abrir otro paquete........... pues no.

Mi marido y yo hemos cambiado el chip, no voy a salir corriendo detras de el cada vez que lo oiga llorar(sabiendo que no es nada). No voy a dejar de comer porque el quiere que juguemos en ese preciso instante porque tiene mas opcions, venir a mis brazos mientras como, sentarse a mi lado y jugar los dos, jugar en la cocina ............... otra cosa es una urgencia como un pipi o que tiene sueño, pero jugar ............ podemos aplazarlo 5 minuts.

Es como dice irenrub (lola?), tiene que aprender a canalizar su frustracion, y a saber actuar delante de un no porque.................

Mira, yo de vez en cuando bailo en grupo de danzas, a Arnau le gusta verlo, pero no le gusta que yo baile, se coje unas peloteras solo de verme vestida.........buf!!!. Este sabado tengo que bailar en un calle, es una fiesta popular y me escuchó que se comentaba a mi madre por telefono, te puedes creer que empezó a llorar porque no quqierre que baile?? :roll: :roll: me plantee incluso no salir, pero creo que no es la mejor opcion.

y respecto a la comida............. despues te cuento :roll:

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por clareta
#304477 Pues ahi está Kitu el "qui" de la cuestion.

Si Arnau quiere una rosquilleta, se la doy, pero resulta que el la quiere larga y estan todas rotas, pues abro otro paquete y le doy la larga, y creo que esto no está bien. Si tiene hambre de rosquilleta, se la doy, pero de ahi a abrir otro paquete........... pues no.

Mi marido y yo hemos cambiado el chip, no voy a salir corriendo detras de el cada vez que lo oiga llorar(sabiendo que no es nada). No voy a dejar de comer porque el quiere que juguemos en ese preciso instante porque tiene mas opcions, venir a mis brazos mientras como, sentarse a mi lado y jugar los dos, jugar en la cocina ............... otra cosa es una urgencia como un pipi o que tiene sueño, pero jugar ............ podemos aplazarlo 5 minuts.

Es como dice irenrub (lola?), tiene que aprender a canalizar su frustracion, y a saber actuar delante de un no porque.................

Mira, yo de vez en cuando bailo en grupo de danzas, a Arnau le gusta verlo, pero no le gusta que yo baile, se coje unas peloteras solo de verme vestida.........buf!!!. Este sabado tengo que bailar en un calle, es una fiesta popular y me escuchó que se comentaba a mi madre por telefono, te puedes creer que empezó a llorar porque no quqierre que baile?? :roll: :roll: me plantee incluso no salir, pero creo que no es la mejor opcion.

y respecto a la comida............. despues te cuento :roll:

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por Malefica
#304512 me suele gustar visitar la página de Laura Gutman para leer sus artículos y ver si hay alguno nuevo:

http://www.lauragutman.com.ar/articulos.html

Y hoy he encontrado este artículo (en la web viene en formato word):


¿Los niños necesitan límites o presencia materna?

Solemos determinar que un niño “no tiene límites” cuando “pide” desmedidamente o cuando su movimiento constante nos distrae o nos reclama atención. Sin embargo, antes de juzgarlos y rotularlos en su comportamiento, tratemos de ponernos en su lugar, de imaginarnos en su cuerpo y en su confusión, en la imposibilidad de comunicar lo que genuinamente necesita. El niño utiliza el mismo sistema confuso de pedir “lo que puede ser escuchado” y no lo que realmente desea. Ya ha constatado que lo que molesta, siempre es prioritario en la atención de los demás.

Cuando los adultos no logramos reconocer con sencillez y sentido lógico una necesidad personal, tampoco podemos comprender la necesidad específica de un niño, y menos aún si está formulada en el plano equivocado. Sin darnos cuenta, pedimos lo que creemos que será escuchado y no lo que realmente necesitamos. A este fenómeno tan frecuente y utilizado por todos nosotros, lo denomino: “pedido desplazado”.

Por ejemplo: las mujeres necesitamos que nuestro esposo nos abrace y nos diga cuánto nos ama. Sin embargo en lugar de explicitar nuestra necesidad afectiva, le rogamos que se ocupe de cambiar al bebé. Cuando un deseo es expresado a través de otro deseo, aparece el malentendido. Inconscientemente solicitamos algo diferente de lo que necesitábamos, por lo tanto no obtenemos lo deseado, y así nos sentimos incomprendidas, desvalorizadas y enfadadas. En el plano emocional, cuando no sabemos lo que nos pasa o no lo podemos explicar, obviamente nada ni nadie logran satisfacernos.

En relación a los niños, esta situación es tan corriente que la vida cotidiana se convierte en “un campo de batalla”. Levantarse para ir a la escuela, comer, bañarse, ir de compras, hacer la tarea, llegar o irse de algún lugar, ir a un restaurante en familia; todo parece ser “un gran malentendido” donde todos terminamos molestos. Y hemos encontrado un rótulo muy de moda aplicable a casi cualquier niño y a casi cualquier situación: “a este niño le faltan límites”

El tema de los límites -como se lo entiende vulgarmente- es un problema falso, ya que no se vincula con la autoridad o la firmeza con que decimos no. Al contrario, se resolvería fácilmente si fuésemos capaces de acordar entre el deseo de uno y el deseo del otro con sentido lógico para ambos. Y para ello se necesita capacidad de escucha, una cierta dosis de generosidad, reconocimiento de las propias necesidades, y luego la comunicación verbal que legitime y establezca lo que estamos en condiciones de respetar sobre el acuerdo pactado.

Nos preguntamos cómo hacer para que nuestros niños se comporten bien, sean amables y educados y puedan vivir según las reglas de nuestra sociedad. Sin embargo, estos “resultados” no dependen tanto de nuestros consejos, -y mucho menos de nuestro autoritarismo- sino de lo que podemos comunicar genuinamente. Para ello se requiere un trabajo de introspección permanente. No puedo contar qué me sucede si no sé qué me pasa de verdad. Luego, es necesario saber lo que le pasa al niño. Y sólo después será posible llegar a acuerdos basados en el conocimiento y la aceptación de lo que nos pasa a ambos. Si queremos niños dóciles y comprensivos, tendremos que entrenarnos en la dulzura hacia ellos y hacia nosotros mismos.

Por otra parte, ir en busca del pedido original del niño, requiere un conocimiento genuino sobre las necesidades básicas de los más pequeños. Los adultos consideramos con frecuencia que “ya son demasiado grandes para...” Invariablemente deberían lograr algo que aún les resulta inalcanzable como habilidad: jugar solos, no chuparse el dedo, permanecer en las fiestas de cumpleaños sin nuestra presencia, dejar el biberón, no interrumpir cuando los grandes conversan, quedarse quietos, estudiar solos, no mirar la tele, no molestar, etc.

Pero lo verdaderamente complejo, es que la presencia comprometida de los padres es escasa. Cuando los niños “no tienen límites, piden desmedidamente o no se conforman con nada”, están reclamando desplazadamente presencia física y también compromiso emocional. De hecho, cuanto más insatisfechos estén los niños, más reclaman, menos los toleramos y más los adultos los echamos de casa porque nos desgastan. Los enviamos a pasar largas jornadas en las escuelas, fines de semana en casa de los abuelos, múltiples actividades extra escolares…ahondando la desconexión y el abismo que nos separa.

Un niño que nos exaspera es simplemente un niño necesitado.

Por eso el tema de los límites es un problema falso. Cuando hablamos de límites, hay que considerar nuestras capacidades de comunicación y de franqueza con la que nos dirigimos a nuestros hijos.

Esto no significa que debamos soportar la tiranía de caprichos absurdos. Al contrario, el niño no es libre de hacer cualquier cosa, pero nosotros tampoco. Se trata de preguntar al niño qué necesita, en qué lo podemos ayudar, y se trata de relatar también qué nos sucede a nosotros los adultos y qué estamos en condiciones de ofrecer. Luego, haremos algunos acuerdos posibles. Así de fácil.


Laura Gutman
http://www.lauragutman.com.ar

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por Malefica
#304513 os añado otro:

Las rabietas

Imaginemos una escena: Una mujer espera ansiosa a su marido, deseosa y necesitada de que su esposo la abrace y converse con ella. Pero sabe que este hombre no suele ser afectuoso corporalmente. Por lo tanto hace ya mucho tiempo que la mujer en cuestión no se lo pide, aunque crece su frustración, enojo y soledad. Cuando el marido le solicita algo, por ejemplo, que le traiga un café a la cama; ésta estalla a través de gritos llenos de rencor y desesperación.

Imaginemos que este hombre solicita una consulta médica porque su mujer hace rabietas sin motivos. O que se junta con sus amigos para contarles que su mujer está loca y que hace rabietas a repetición y no hay forma de hacerla entrar en razones. ¿Nos resulta graciosa la imagen? ¿Tal vez algo ridícula?

Ahora traslademos por un instante esta situación imaginada a la realidad emocional de un niño pequeño. Un niño cualquiera que no sabe cómo pedir lo que necesita, porque lo ha intentado con magros resultados. Ha pedido brazos, mirada, o sencillamente presencia. Pero se le ha hecho saber que su pedido era desmedido o fuera de lugar.

Ese niño a veces enloquece en su desesperación por satisfacer alguna necesidad básica, posiblemente no comprendida por el adulto. Entonces grita, hace berrinches, da patadas, se tira al suelo, llora, se tapa los oídos, tose, vomita; en fin, nos ofrece un espectáculo atroz, sobre todo cuando nos sucede en la fila para entrar a ver un espectáculo de títeres, o durante un almuerzo familiar con tíos, suegros y padrinos como testigos. No es necesario aclarar que nos inunda una imperiosa necesidad de desaparecer de la faz de la tierra en ese preciso instante. Y si fuera posible, también devolveríamos a ese niñito no sabemos bien dónde ni a quién.

Hasta aquí, todas las madres y los padres sabemos de qué estamos hablando. ¿Qué hacer? Tenemos dos opciones:

Uno) Ponernos de acuerdo entre los adultos, asegurando que los niños están imposibles, que las rabietas se les pasarán cuando crezcan y que lo mejor es no darles importancia; o

Dos) Interesarnos en comprender qué le pasa al niño. Para esta última decisión, será menester “rebobinar la película”, y averiguar especialmente qué le estuvo pasando al niño ANTES de la famosa y estruendosa rabieta.

En la mayoría de los casos, hubo pedidos genuinos, respecto a la necesidad de ser mirados, a los pedidos de introspección, de desaceleración de ritmos familiares, a la necesidad de contacto, de escucha, de acercamiento a sus mundos internos. Claro, que todo esto pertenece al universo sutil de los sentimientos, que en principio es “invisible a los ojos”.

El problema es que cuando los adultos no logramos reconocer con sencillez y sentido lógico una necesidad personal, tampoco podemos comprender la necesidad específica del otro, y menos aún si está formulada en el plano equivocado. Generalmente, sin darnos cuenta, pedimos lo que creemos que será escuchado y no lo que realmente necesitamos. A este fenómeno tan frecuente y utilizado por todos nosotros, lo llamaremos “pedido desplazado”. Así las cosas, si sé de antemano que una necesidad no tiene posibilidades de ser escuchada, la voy a expresar a través de otro deseo “escuchable”. Pero así es como se instala el malentendido.

En relación a los niños esta situación es tan corriente que la vida cotidiana se convierte en “un campo de batalla”. Levantarse para ir a la escuela, comer, bañarse, ir de compras, hacer la tarea, llegar o irse de algún lugar, ir a un restaurante en familia, todo parece ser “una lucha” no se sabe muy bien contra quién. Y hemos encontrado un rótulo muy de moda aplicable a casi cualquier situación: “a este niño le faltan límites”, “es un niño caprichoso” o “con sus rabietas no conseguirá nada bueno”.

Si nos enfrascamos en estas creencias, es poco lo que podremos hacer para ayudar al niño a expresarse y encausar su necesidad hacia una resolución posible y para que los adultos podamos compartir momentos felices con los niños, fuera del estrés de quedar atrapados en el circuito de las imparables rabietas.

Para ello, puede resultarnos muy útil ponernos en el lugar de los niños. Imaginarnos en sus cuerpos y en su confusión, en la imposibilidad de comunicar lo que genuinamente les pasa ya que frecuentemente piden “lo que puede ser escuchado”, por lo tanto, los adultos no logramos llegar hasta la necesidad real.

Esto no significa que los adultos tenemos la obligación de “hacer todo lo que al niño se le antoje” ni responder ciegamente a pedidos incomprensibles. Lo que sí tenemos la obligación de hacer, es enterarnos. Ayudarlo a comprender qué necesita. Conversar. Dialogar. Transmitir al niño lo que a nosotros, los adultos, también nos pasa. Y darnos cuenta que tenemos que llegar a algún tipo de acuerdo donde los deseos de unos y otros puedan coexistir.

Si somos capaces de generar espacios de intercambio con el niño pequeño, constataremos que las rabietas desaparecerán. Porque el niño se sentirá escuchado y tenido en cuenta, independientemente si “eso” que deseaba podrá ser o no satisfecho. La prioridad reside en haber sido comprendido por el adulto amado. Dentro de esa relación abierta, de confianza y diálogo, el niño puede pedir lo que quiera, también puede recibir un “no” explicado con sencillez, relacionado con la capacidad o limitación del adulto. De ese modo todos accedemos y compartimos la realidad emocional de todos. Nadie queda excluido. Y ya no será imprescindible comprar un caramelo o vestirse a tiempo. Ninguna situación exigente para el niño devendrá imposible de asumir, porque el niño no estará solo. Sabrá que haga lo que haga, o necesite lo que necesite, los padres estarán cerca para comprenderlo, y encontrar juntos maneras posibles de satisfacerlo.

Esta manera de encarar el “problema de las rabietas” trae consigo otra ventaja: los niños podrán acceder a la realidad de los adultos, interesándose por sus padres y haciendo esfuerzos por comprender el mundo de las personas grandes. Esto les amplía la percepción del mundo, se vuelven niños curiosos y deseosos de saber más, comprender más, y de participar en el intercambio emocional.

Laura Gutman
http://www.lauragutman.com.ar

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por perenquen
#304518 [quote="nuriah"]

Si tira el yogur bebido deliberadamente encima de la mesa, sin enfados, pero sin alegrías, que lo recoja con tu ayuda, que sepa que es un error y que debe remendarlo.

quote]

bueno Nuriah, está claro que en este tema vemos las cosas de forma diferente. O tú tienes más capacidad de convicción que yo o para mí no son tan sencillas las cosas.

Cómo consigues que tu hijo recoja lo que ha tirado, sobre todo si está en medio de una lucha de poder por ver quién gana, si tú porque se toma el yogur o él porque no se lo toma?

O cómo le explicas a una niña de dos años que las verduras son más sanas o es más apropiado comerlas antes que el chocolate cuando ella lo único que entiende es que el chocolate está más rico?

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por Curcuma
#304550 Es muy complicado saber dónde está el límete de lo que les debemos permitir o hasta dónde les dejamos llegar, muchas veces me encuentro en situaciones que me pregunto pero ¿qué estoy haciendo?, yo no digo que sean pequeños tiranos, pero si digo que muchas veces si no pones freno siguen pidiendo mas y mas, y cuando te das cuenta el asunto se te ha ido de las manos y no sabes cómo recomponer la situación.

Peren esto que dice nuriah lo hago con mi hija y me funciona, pero mi hija tiene 5 años, cuando tenía 2 evidentemente no lo podía hacer, primero porque no lo entendía y segundo porque no lo iba a recoger ni de casualidad.

Creo que todo esto se va viendo sobre la marcha, hay cosas que no tienen vuelta de hoja, son así y punto, pero hay otras en las que podemos hacer la vista gorda y dejarlas pasar, cada niño es distinto y lo que funciona a una a otra no le sirve para nada. Lo único que tengo claro es que al jprincipio hay que ser coherente, y consecuente con los límetes que pongamos, no vale eso de hoy no puedes pero mañana si. Luego cuando ya entienden perfectamente cualquier razonamiento si que puedes ceder un poco en ciertas cosas.

Amilingüi Mayo 2003
Brunisky Junio 2007

"Nuestros hijos son nuestros pies en el mundo, nuestro amor por ellos es el eterno combustible de nuestro corazón, su destino es la flecha que tensa nuestro arco vital". (V.A.)
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por Kitudice
#304553 Gracias a todas por las respuestas. En especial me ha gustado la reflexión de Nuriah, supongo q es el resultado de llevar dos años más q yo de maternidad. Me he dado cuenta de q estoy demasiado centrada en evitarle las rabietas, y no por miedo a ellas, si no por tratar de evitarle a ella los malos ratos. Cada vez q vive una llorera me siento como si fuese culpa mía, y más sabiendo q con ceder bien poco podría evitársela, pero flaco favor le hago dejándole pensar q puede dominarlo todo en su vida y en su entorno.
Creo q está bien explicárselo todo, intentar q las cosas no sean porque si, si no q tengan un razonamiento, pero tambien creo q 2 años son demasiado pocos para q mi niña razone según q cosas, y para q crea q pueda devatirme q es mejor un potito q el puré q yo le he preparado, o viceversa :roll: .

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por shaska
#304640 Pues si, lo que pone L. Gutman es muy mono todo, pero como demonios se aplica a una niña de 15 meses, o 2 años o...? Ella misma dice que incluso los adultos a veces no sabemos pedir lo que necesitamos, como lo va a hacer un niño con un lenguaje todavia limitado?
En este foro hay gente que está muy en contra de poner LIMITE, de decir NO, de PROHIBIR... me da igual el término que se use.
A mi me educaron de forma muy rigida. mi madre creia que se hacia asi. Y no estoy traumatizada para nada. No me compraban caprichos, si no me comia lo que me ponian en el plato, me lo daban para cenar, si me portaba mal me castigaban e incluso me daban un azote cuando la cosa era muy gorda.
Y creo que soy una adulta sana y feliz, tengo una carrera con oposicion incluida, un marido al que adoro y creo que me adora, una hija maravillosa, muy buenos amigos....vamos que soy feliz. Estoy intentando educar a mi hija como mejor creo, puedo, y se. Pero no creo que porque a veces le digas no a un niño, porque no le dejes hacer determinadas cosas o te empeñes en que coma sano y no chocolate voy a ser mala madre. No me gusta que mi hija llore, claro que no, pero su libertad acaba donde empieza la mia, es decir, a mi tampoco me cuesta nada no hacerme coletas si ella lo prefiere, pero si me la quiero hacer, pues me la hago, y no creo que a mi hija de 15 meses le valga ningun razonamiento de: yo te respeto, respetame tu a mi. Y sí, con 15 meses tiene ya mucha personalidad, sabe lo que quiere pero no dice ni mu, asi que que me xpliquen a mi como razono o pacto con ella.
Despues de este rollo espero haberme explicado.

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por Trece
#304654 Pero a ver, los límites claro que hay que ponerlos. Pero siempre de acuerdo a la edad que tienen.
Por ejemplo, yo a Selena desde pequeña le he dejado claro que nunca hay que pegar, no puede cruzar un semáforo o un paso de peatones si no va de la mano de mamá o de papá. Siempre hay que ponerse el cinturón de seguridad cuando sube al coche. No hay que tocar los botones de la cocina.
Y límites así de seguridad, en esto soy tajante y no paso ni una.
shaska escribió:No me compraban caprichos, si no me comia lo que me ponian en el plato, me lo daban para cenar, si me portaba mal me castigaban e incluso me daban un azote cuando la cosa era muy gorda.
A mí me educaron así, y tengo claro que a mis hijas jamás les voy a levantar la mano para educarlas. Sí que les pongo límites, sí que les prohibo cosas pero también intento que esos límites sean razonables a la edad que tienen. NO puedo poner los mismos límites a la pequeña que a la mayor, por ejemplo. A mí me hicieron también lo de darme la comida en la cena y consiguieron que cuando tenía 14 años tuviera asco a determinadas comidas, no quería comer muchas cosas que me obligaron a comer.
NO creo que se diga que se "es mala madre" por hacer cada uno lo que piensa que es mejor para sus hijos. Se puede estar de acuerdo o no pero todas somos madres y todas queremos a nuestros hijos. ESto no se pone en duda.

Pero no creo que porque a veces le digas no a un niño, porque no le dejes hacer determinadas cosas o te empeñes en que coma sano y no chocolate voy a ser mala madre.
En esto estoy de acuerdo contigo. Nadie es mala madre por eso.
Respecto a la comida:
Con 15 meses sí que se le puede decir que no al chocolate. Si no quiere la comida no se le obliga, pero luego está en nuestras manos no darle dulces ni nada hasta la hora de la merienda. Siempre hay hueco para un chocolate aunque no tengan hambre.
Lógicamente no se puede hablar de la misma manera a un niño de 15 meses que a un niño de 5 años, pero por ese mismo razonamiento los límites tampoco van a ser iguales.

por shaska
#304665 Trece, no se si me he explicado mal, Yo tampoco quiero jamas levantar la mano a mi hija, ni le haré lo de la comida... Con esos ejemplos solo queria decir que a pesar de tener normas y de que no me consintieron las rabietas ni cosas de esas yo creci normal y feliz. Que creo que debo hacerlo diferente con mi hija, pues obvio, por eso estoy en este foro.
Lo del chocolate es un ejemplo, mi hija es alergica a la leche y no ha comido en su vida una golosina (no puede siquiera comer galletas porque llevan leche).
Solo quería decir que a nadie nos pasa nado porque se nos lleve la contraria alguna vez de pequeñitos, que está muy bien eso de cambiar el chip y dejar de tratar a los pobres peques como a tiranos, el respetar sus sentimientos, el no decir que nos toman el pelo...y esas cosas que tanto se dicen, pero no creo que haya que caer en el extremo opuesto.

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por Crispichevia
#304673 Pues yo creo que si que hay que poner límites, lo tengo muy claro.

Yo me pongo una coleta si me apetece... lo mismo que a Iris cuando voy a peinarla le pregunto si quiere un kiki o dos, un día salió con 6 kikis en la cabeza, a mi no me gustaba y se lo dije pero, en ese caso qué más da, lo que no voy a consentir es que ella me diga que no puedo ir yo con una coleta.

En la comida lo mismo, el otro día escupió la comida porque un amigo en la guarde lo hace también, pues la regañé, le dije que eso no está bien y que no lo volviera a hacer, lo hizo alguna vez más y se lo volví a explicar y le dije que si lo volvía a hacer la castigaría.

Hay cosas que son que no y son que no, se ponga como se ponga. Una época le dio por sacar los brazos de los arneses de la silla del coche, yendo yo sola con ella, al final tuve que parar y la grité, no me quedó otra, no me hacía ni caso. Otra etapa que no quería dar la mano al cruzar la carretera y ni hablar, además fue cuando atropellaron a mi cuñado y yo le conté lo que puede pasar si no da la mano...

Y lo de recoger los juguetes, casi es batalla perdida... pero yo insisto en que hay que recogerlos y que ella me ayude...

Hay muchas cosas que son negociables y otras que no.

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por Trece
#304773
shaska escribió:Solo quería decir que a nadie nos pasa nado porque se nos lleve la contraria alguna vez de pequeñitos, que está muy bien eso de cambiar el chip y dejar de tratar a los pobres peques como a tiranos, el respetar sus sentimientos, el no decir que nos toman el pelo...y esas cosas que tanto se dicen, pero no creo que haya que caer en el extremo opuesto.
Tienes toda la razón. Tan malo es un exceso de límites por cualquier cosa como no poner límites.
Muchas veces se tiene la idea infundada de que para criar con respeto hay qua "malcriar", es decir no poner ningún tipo de límites.
Sí que hay que ponerlos, siempre apropiados a la edad. Yo tengo unos límites determinados o unas normal en la mesa y mi hermana por ejemplo tiene otras, y tan bien está lo suyo como lo mío.
Yo por ejemplo el que no se esté sentado todo el rato a la mesa con dos años, con 15 meses pues no lo considero importante. Eso sí en el momento que se baja de la mesa ya no le doy la comida porque entiendo que ya no quiere más. Y así se lo hago saber. Y no tiene nada hasta la hora de la merienda.
Mi hermana por ejemplo no permite que su hija baje de la mesa hasta que terminen todos de comer. Y me parece respetable. Cada una tenemos nuestros límites.
Para recoger la habitación, con 18 meses se lo pedía pero lo hacía compitiendo conmigo. Ahora con casi 3 años tengo que perseguirla, he optado por decirle que juguete que no recoga juguete que no tendrá ese día porque es su responsabilidad.
No hay que darles todo lo que piden hay que escucharles y comprender si lo que hacen o piden es de verdad negociable o no.
Y Shaska cielo, que te he entendido bien. Ya se que tú no vas a levantar la mano ni nada por el estilo. Ha sido un ejemplo que has puesto y nada más.