espero que os guste:
Érase una vez una mujer que se llamaba Illuin. Por las noches, subía a la terraza de su casa y le hablaba a la luna. A ella le contaba sus sueños, sus secretos, sus anhelos, y a ella le susurró, antes que a nadie que iba a ser madre y que una vida crecía dentro de ella. A la luna le contó también entristecida, tiempo después, mientas alimentaba con su pecho a su pequeño, que en su pueblo, hace tiempo llegaron un grupo de sabios que habían convencido a toda la localidad de que el exceso de contacto, a los niños, no les hacía ningún bien. Las nanas eran cosa del pasado, mecerlos, acunarlos en brazos, dormir con ellos era malo, perjudicaba al niño así que había que hacerlos fuertes, independientes, de bebes, para que más adelante no tuvieran problemas en su vida de adultos. Habían solucionado problemas de varios pequeños, y la gente agradecida, había convertido en norma sus teorías y consejos.
Illuin lloraba mientras se lo contaba a la luna, porque su corazón, su alma y sus manos le gritaban cada segundo, cada minuto, cada hora del día y de la noche justo lo contrario. Si su bebé lloraba, le llamaba, le tendía los bracitos, no podía sino correr a atenderle, a abrazarle, a calmarle, cantarle y besarle hasta que todo pasaba y se quedaba dormido en su pecho.
Illuin sabía que si en el pueblo se averiguaba como mimaba a su pequeño sería amonestada y tendría que cambiar para seguir viviendo en su casita, junto a los suyos. Pero la luna le sonrió, se mostró más bella, grande y luminosa que nunca una noche. Illuin supo que era una llamada, que la luna le pedía que la siguiera. Cogió a su bebé, lo cargó con una tela con ella y salió silenciosamente del pueblo, sabiendo que ya no regresaría. La noche era despejada y fresca, Illuin seguía el rastro de la luna sin mirar atrás, firme en su paso y tras andar, nunca supo cuanto tiempo, divisó un oasis. En el centro del oasis una charca de agua, y la luna, bella, grande y luminosa en el mismo centro. Alrededor del agua, en la orilla un grupo de madres, con sus pequeños, algunos jugando, otros mamando, alguno dormido al son de una nana. Illuin se acercó y sin mediar palabra, las demás mujeres y madres le hicieron un sitio, un hueco. Cuando Illuin se unió a ellas, el grupo quedó completo y una mujer más, una vez más, supo que había encontrado su sitio en el universo.
Montse
29 de diciembre de 2008
Dedicado a Nicolás, a mi marido y a Dormir sin Llorar
"Gigoló" (vividora) de la maternidad
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Yo de mayor quiero ser.... EMPODERANTE
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