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Y que no nos quepa la menor duda de que las criaturas se dan cuenta y sienten que sus deseos no nos importan. Cada vez que las madres nos ponemos del lado de los límites sin tener en cuenta sus deseos, les estamos dejando de amar incondicionalmente, y la criatura lo percibe. Y por eso reacciona con rabietas, exigiendo las cosas de manera testaruda, pataleando y armando zapatiestas por cosas aparentemente insignificantes...
Pero no cogen pataletas por lo que se les ha negado (un caramelo, el acceso a un objeto...) sino precisamente por el significado afectivo de la negación rutinaria, que para ellas no es otro que un menosprecio hacia sus vidas.
Con las pataletas no reclaman el objeto que se les ha negado; están desesperadas porque no tenemos sus deseos - sus vidas- en la consideración que se merecen, y en realidad están reclamando ese amor incondicional que aprecia y que sí le importa lo que ellas desean.
Y como la socialización de las criaturas es una negación tras otra de sus deseos, la espiral de la guerra (‘la guerra que dan l@s niñ@s’) y de las zapatiestas no cesa. Fijáos que a veces hacemos concesiones, no por respeto, reconocimiento y empatía con sus deseos, sino para parar la rabieta. Esto, cuando menos, nos tendría que hacer reflexionar.
La prueba de que las rabietas no se producen por un empecinamiento especial por un objeto (empecinamiento que a menudo se contempla como una característica de la infancia), la podemos encontrar observando la situación inversa. Cuando una criatura crece en una relación de tú a tú con l@s adult@s, está informada de las dificultades de este mundo, las grandes y las pequeñas y más cotidianas dificultades de este mundo, que está todos los días lidiando con ellas para sacar el mejor partido de cada 10 situación; cuando a esa criatura le dices ‘no puedo porque estoy cansada’, o ‘no lo cojas porque hace falta para otra cosa’, no organiza ninguna pataleta, ni se pone exigente ni testaruda. Bien al contrario, demostrará una generosidad,una comprensión y una complicidad que ya la quisieranmuchos adultos y adultas en sus relaciones.
En primer lugar porque sabe que le estás diciendo la verdad; porque habitualmente no falseas la realidad ni te inventas cualquier excusa para cerrarle la boca. En segundo lugar porque sabe a ciencia cierta que siempre tienes en cuenta sus deseos, y por lo tanto, cuando hay un ‘no’ no se pone testaruda y exigente, sino que se muestra abierta aentender y a aceptar las explicaciones.