Podría levantarme, con mucho cuidadito, dejar a cada uno en su cuna y "hacer algo". A lo mejor lo consigo y no se despiertan. También me puedo quedar aquí, mirandoles dormir, dandoles un poquito de leche cada vez que medio despiertan, cotilleando los varios foros a los que estoy suscrita. No puedo aprovechar para dormir, ya no me atrevo. Temo que, siendo ya grandes, den una vuelta dormidos y se caigan. Pero puedo disfrutar de esta paz.
La escena se repite casi cada día desde hace ya más de un año. A veces aprovecho su siesta para hacer cosas, siempre hay mil cosas por hacer. Otras, las más, me quedo aquí en silencio, dejando pasar el tiempo ¿Llegarán a dormir hoy 2 horas? Ya llevan una. Hoy comeré otra vez verduras congeladas, no tendré tiempo de cocinar nada más ¡Bendito microondas!
¿Cuánto tiempo seguirán abandonandose en mis brazos a dormir? Dentro de poco se harán mayores. ¡Mamá, no me des un beso que nos puede ver la gente! Mientras tanto son mis bebés y no quiero que el tiempo pase demasiado rápido.
¿Dura la lactancia? Duro me resulta dejarles por las mañanas en la guardería y verles llorar. Duro fue escuchar los primeros meses barbaridades, contestar preguntas absurdas. Duro fue pasar el tiempo dudando de si mi leche sería suficiente para los dos, escuchar las broncas del pediatra, las quejas de la familia. Claro, si no los destetas no nos los puedes dejar unos dias. De los amigos. ¿Qué? ¿Siguen teniendo esa mamitis? Ahora todas esas voces se olvidaron de nosotros. Estamos solos, mis pekes, el Baby-Einstein (ya van 5) y yo asomada a la red, esperando que esta tarde por fin llegue Papá y, si hace bueno, podamos salir a dar un paseo, no muy lejos, a los columpios será suficiente.