El caso es que mi chico está todo el día fuera de casa y para cualquier cosa tengo que dejar al niño con mis padres. Ellos lo cuidan a diario desde las 12:45 hasta las 15:30 que llego yo de trabajar y luego también los días que tengo viaje o trabajo por la tarde. El caso es que en casa de los abuelo se porta fatal (ya pondré otro post sobre este tema), vamos que parece Atila. Los quiere un montón pero su divertimento favorito es hacer trastadas para ver cómo ellos se vuelven locos intentando frenar sus locuras. El tío se parte de risa. Mis padres están muy mayores y no pueden seguir el ritmo de este terremoto.
Este es el principal motivo por el que nunca (salvo casos obligados) voy con ellos de comida, a cenar y a otras actividades que organizan fuera del horario de trabajo. Además, si soy sincera la mayoría de las veces, sino todas, prefero estar con mi hijo antes que de parranda.
Ahora han planeado una comida y después una sesión de spa. Yo por compromiso les he dicho que a la comida sí, pero que a lo otro ya se me iba a hacer tarde y claro, me dicen que siempre estoy igual, que si por un día, etc.
Si Adrián se quedara con su papi no habría tanto problema pero dejárselo a mis padres cuando no se trata de una obligación no me parece bien, porque con sus tres horas diarias de niño ya tienen suficiente.
De verdad, chicas, me siento rara y a veces no sé si soy demasiado exagerada. No quiero ni pensar la opinión que tendrán de mi mis compañeros, aunque eso tampoco me importa demasiado. Intento escaquerme de todo y si algún día hay algo extraordinario de trabajo, lo primero que pienso en si me va a trastocar el tiempo que paso con Adrián.
¿Os pasa también a vosotras?.
Uff, siento el rollo, pero necesitaba contároslo.
Un beso a todas