EL CEREBRO DE TU HIJO
Los padres no son magos. No pueden garantizar la felicidad de sus hijos cuando sean mayores, ni protegerles de las pérdidas y los rechazos. Pueden, no obstante, incluir en los sistemas cerebrales de sus hijos que son claves para el desarrollo de su potencial para una vida profuncamente satisfactoria.
Hace unos 300 millones de años los reptiles habían evolucionado en la tierra. Los mamíferos y, por último, los humanos, llegaron mucho después. Sorprendentenmente, la estructura de nuestro cerebro es testigo de esta historia. Se podría afirmar que tenemos tres cerebros interrelacionados, cada uno de los cuales realiza funciones específicas.
Nuestros cerebros se componen de un cerebro recptil central, un cerebro mamífero inferior y un cerebro humano superior. Cada uno de estros tres "cerebros" o "regiones cerebrales" se conecta con los demás a través de una red de nervios, a la vez que ejerce sus propias funciones específicas.
A veces, los tres cerebros operan juntos de una forma maravillosamente coordinada y, con la activación de ciertas sustancias químicas positivas, potencian lo mejor del ser humano. Otras veces, toman el mando determinadas partes del cerebro o determinadas sustancias químicas, Esto puede causar que las personas actúen de una forma que produzca aflicción a sí mismas y a los demás. Los padres pueden incluir en la activación de funciones y sistemas del cerebro infantil y en la forma en que se relacionan los tres cerebros.
Los instintos básicos
Los humanos nos sentimos superiores a los demás animales porque poseemos el cerebro superior más desarrollado. No somos superiores en cuanto a las resgiones más antiguas de nuestro cerebro, la reptil y la mamífera. De hecho, estas regiones se parecen mucho en su organización general con las de un ratón. Estas regiones más antiguas han permanecido inalterables a lo largo de millones de años. Como dijo un científico: "Es como albergar un museo antiguo en nuestro cerebro". Cuando nos sentimos inseguros, física o psíquicamente, los impulsos de la parte reptil y mamífera de nuestro cerebro pueden anular las funciones humanas superiores e inducirnos a comportarnos como animales acorralados. Experimentamos reacciones impulsivas de "huida o lucha", que nos producen estallidos de ira o comportamientos ansiosos. Como padres, podéis influir en el cerebro de vuestros hijos para que sus regiones superiores puedan controlar las reacciones primitivas del cerebro inferior, al menos, en la mayoría de los casos.
El desarrollo de nuestro cerebro
Hace más de tres millones de años el cerebro de nuesros primeros parientes humanos tenía casi la mitad del tamaño del nuestro, y el cerebro del primer hombre erecto, Homo erectus, siguió siendo pequeño. Hace unos doscientos mil años, el cerebro de nuestro ancestro directo, el Homo sapiens, había crecido hasta un tamaño similar al de nuestro cerebro moderno y mostraba una avanzada capacidad de generación de ideas nuevas. Hace unos cincuenta mil años los seres humanos ya pintaban, producían ornamentos y joyas y adoptaban la religión. Pero, aún faltaba mucho para que los humanos desarrollaran la capacidad de pensamiento sofisticado de hoy día.
LOS TRES CEREBROS DE TU HIJO
Aunque parezca que tu hijo solo tiene un cerebro... ¡en realidad tiene tres! En ocasiones, los tres cerebros actúan juntos de una forma maravillosamente coordinada pero, en otras, una de su partes predomina. La crianza de tus hijos y tus respuestas a sus reacciones influyen mucho en la activación de una parte u otra de su cerebro.
El sistema de crianza tendrá un gran impacto según estas tres regiones cerebrales (la racional, la mamífera y la reptil) influyan en la vida emocional de tus hijos a lo largo de su vida. ¿Serán atormentados por el sistema inferior (reptil) que causará repetidamente impulsos primitivos de defensa y agresión? ¿O se sentirán tan herido que desconectarán los sentimientos de amor y necesidad del cerebro mamífero, viviendo su vida de una forma excesivamente racional, incapaces de entablar relaciones íntimas? ¿O su cerebro racional cooperará con los sistemas emocionales del cerebro mamífero de una forma que les permitirá disfrutar del máximo nivel de inteligencia social y del grado más profundo de compación y solidaridad humanas?
EL CEREBRO RACIONAL
Es el cerebro superior, también conocido como "lóbulos frontales" o neocórtex. En términos evolucionistas, es la parte más reciente del cerebro, que equivale al 85% de la masa cerebral total y envuelve las partes más antiguas. Es en los lóbulos frontales del cerebro infantil donde una crianza de comunicación afectiva ejerce un impacto positivo.
Sus funciones y capacidades incluyen:
- la creatividad y la imaginación.
- la capacidad de resolver problemas.
- el razonamiento y la reflexión.
- la conciencia de sí mismo.
- la bondad, la empatía y la compasión.
Esta parte del cerebro ha producido los mayores logros del ser humano pero, si se ve aislada de los sistemas de emotividad social del cerebro mamífero será responsable de atrocidades.
EL CEREBRO MAMÍFERO
También denominado cerebro emocional, cerebro inferior o sistema límbico, esta región tiene prácticamente los mismo sistemas químicos y la misma estructura que las demás especies mamíferas, como los chimpancés. Desencadena emociones fuertes, que el cerebro racional ha de poder dominar. También ayuda a controlar los impulsos primitivos de huida o lucha. Esta parte del cerebro activa:
- la ira.
- el miedo.
- la angustia de separación.
- el cuidado y la crianza.
- las relaciones sociales.
- el juego.
- el impulso explorador.
- la lujuria en los adultos.
EL CEREBRO REPTIL
Es la parte más profunda y antigua del cerebro humano, apenas modificada por la evolución. Los seres humanos compartimos esta parte del cerebro con todos los demás vertebrados. El cerebro reptil activa comportamientos instintivos relacionado con la supervivencia y controla funciones corporales esenciales para la vida que incluyen:
- el hambre.
- la digestión y eliminación del alimento.
- la respiración.
- la circulación.
- la temperatura corporal.
- el movimiento, las postura y el equilibrio.
- los instintos territoriales.
- el instinto de huida y lucha.
EDUCAR EL CEREBRO
Durante siglos hemos utilizado técnicas de crianza sin conocer sus posibles efectos, a largo plazo, en un cerebro infantil en desarrollo. Esto fue así porque, hasta hace poco, no podíamos apreciar el efecto de nuestros actos en el interior del cerebro de nuestros hijos. Sin embargo, ahora ya sabemos que la relación entre padres e hijos puede tener efectos duraderos en las funciones cerebrales y el equilibrio químico de los cerebros de los niños.
Con los avances de la neurociencia, los escáneres cerebrales y años de investigación de los cerebros de primates y otros mamíferos (cuyos cerebros emocionales tienen casi la misma estructura y química que el nuestro), desponemos de información vital sobre el impacto de las distintas formas de crianza en el cerebro infantil. Vuestra actitud como padres puede determinar que los sistemas y la química cerebral de vuestro hijo se activen de un modo que le permita disfrutar de una vida plena y satisfactoria.
El cerebro inacabado de vuestro hijo
Gran parte de cerebro infantil se desarrolla después del nacimiento, por eso es muy susceptible de ser cincelado por las relaciones con los padres. En el momento de su nacimiento, el cerebro superior del niño está inacabado, por ello se les ha denominado "fetos externos". Cuando los bebés nacen tienen unos doscientos mil millones de células cerebrales, aunque muy pocas conexiones entre las células del cerebro superior. Estas conexiones serán las responsables de la inteligencia emocional y social del niño y sobre ellas los padres tienen gran influencia. Cuando los ancestros del hombre moderno, los Homo erectu, se irquieron, los humanos se vieron libres para utilizar las manos. Esto condujo a un avance de la inteligencia, que fue acompañado de un aumento del tamaño del cerebro. También la posición erquida produjo un estrechamiento de la pelvis y la vagina en las hembras. El aumento del tamoño de la cabeza y la reducción de la pelvis significó que el bebé humano tenía que nacer muy inmaduro, con solo el 25% del tamaño final de su cerebro, comparado el 45% de los chimpancés.
Los padres influyen en el desarrollo del cerebro emocional de sus hijos porque a lo largo de los primeros años hay períodos críticos para este desarrollo.
Durante este tiempo, el cerebro infantil empieza a establecer conexiones aun ritmo muy rápido. De hecho, el 90% del crecimiento del cerebro humano se produce durante los cinco primeros años. En estos años cruciales se hacen, deshacen y rehacen millones de conexiones cerebrales, directamente influidas por las experiencias vitales del niño y, en particular, por sus experiencias emoscionales con los padres.
En torno a los siete años esta impresionante actividad cinceladora disminuye. Esto es así porque cada vez más células cerebrales son mielinizadas lo cual permite una comunicación mejor entre neuronas. También fortalece los caminos cerebrales y fija su posición. De modo que hay cierta verdad científica en la famos aserción jesuita: "Dadme a un niño hasta que cumpla los siete y yo os devolveré a un hombre".
La relación padres-hijos
Todas las experiencias del niño con sus padres forjarán conexiones entre las células de su cerebro superior. El cerebro humano está diseñado de este modo para poder adaptarse al entorno específico en que vive. Esta adaptabilidad puede operar a favor del noño o en su contra. Si, por ejemplo, tiene un padre maltratador, empezará a adaptarse a un mundo abusivo, y en su cerebro se producirán todo tipo de cambios estructurales y químicos, que pueden dar lugar a actitudes de hipervigilancia, mayor agresividad y miedo, o a un aumento de los impulsos de huida o lucha en la región reptil de su cerebro.
De modo que vuestra forma de escuchar a los hijos, de jugar con ellos, de mimarles, reconfortarles y tratarles cuando son traviesosn es de gran relevancia. Sus experiencias con vosobros repartirán las cartas a fovor de su felicidad o desdicha cuando sean mayores. Con una crianza emocionalmente responsable, en su cerebro se establecerán conexiones vitales que les permitirán afrontar bien las tenciones de la vida adulta, entablar relaciones satisfactorias, administrar bien su ira, ser amables y compasivos, tener la voluntad y la motivación necesarias para cumplir sus sueños y ambiciones, experimentar una calma profunda y ser capaces de amar.
Es necesario que comprendamos las regiones mamífera y reptil del cerebro infantil.
Durante los primeros años de vida, cuando el cerebro racional superior del niño está inacabado, su cerebro inferior llevará la batuta. En muchas ocasiones los sistemas emocionales y los impulsos primitivos de sus cerebro inferior le dominarán. De ahí sus fuertes estallidos de rabia, sus congojas, sus chillidos y sus revolcones por el suelo en un estado de desesperación. No está siendo travieso, solo está sujeto a una realidad de la inmadurez del cerebro infantil humano. Sencillamente, su cerebro superior no se ha desarrollado lo suficiente para que pueda calmar estas intensas tormentas emocionales.
En lo más profundo del cerebro inferior existen varios sistemas emocionales genéticamente distintos, y su conocimiento es crucial para la buena crianza de los hijos. Son los sistemas de la IRA, el MIEDO, la SEPARACIÓN, la ANGUSTIA, la BÚSQUEDA, el CUIDADO, el JUEGO y la LUJURIA (en los niños no está desarrollda). Eminentes neurocientíficos, han demostrado que estos sistemas y el comportamiento que los caracteriza existen en todos los mamíferos y pueden activar con la estimulación de áreas específicas del cerebro inferior.
Los sistemas de la IRA, el MIEDO, y la ANGUSTIA DE LA SEPARACIÓN están preparados al nacer para ayudar en la supervivencia del bebé.[b]
Están diseñados así para impedir que los recién nacidos sean devorados por los depredadores y para mantenerlos cerca de un progenitor. Los peligros potenciales del mundo moderno son muy distintos pero, a pesar de todo, los acontecimientos cotidianos pueden estimular fácilmente uno o más sistemas en el cerebro infantil. Por ejemplo, su sistema del MIEDO se puede activar con el ruido de un portazo, sus sistema de la IRA reacciona cuando la madre intenta vestirle y sus sistema de la ANGUSTIA DE SEPARACIÓN se estimula cuando la madre abandona la habitación. Los bebés se ven continuamente abrumados por la activación de estos sistemas, porque su cerebro racional superior está muy poco despierto para ayudarles a pensar, razonar y calmarse.
Con una crianza coherente en sus respuestas emocionales, los lóbulos frontales del niño empezarán a trazar caminos cerebrales esenciales que, con el tiempo, le permitirán calmar estos estados de alarma nacidos en sus cerebro inferior.