Y claro, ya me han dicho que como el entierro va a ser allí, que no vaya con la niña, que es muy peque todavía para estas cosas, y como no tenemos con quién dejarla, están todos destrozados y tal, pues nada, nos quedaremos aquí ella y yo. Es duro y fastidiado, porque era un señor maravilloso y adorable que siempre se portó genial conmigo desde el primer día (a pesar de que a veces yo me quejase de sus chascarrillos, en el fondo sin ellos no sería lo mismo). Y mi marido también está fatal, pero bueno, tenemos a la niña, que con lo chiquitita que es todavía no se enterará de más que de que papá y mamá están muuuuy tristes y sin casi ganas de jugar (encima como pasó una noche horrible con muchos despertares, estoy rendida, vamos, el cuadro completo).
Bueno, que sólo necesitaba porder contarlo en algún sitio.